Me vinieron a buscar. Soy músico de la filarmónica. Me quieren hacer hablar. Yo les explico que sin el violonchelo no puedo. No solo es mi instrumento: yo soy el violonchelo. Ellos dicen que no tienen apuro, que me pueden golpear eternamente. Yo tampoco tengo apuro. Algunos quedan en la orquesta, dispuestos a seguir con la música, con las cuerdas, con los pulmones.
En minutos me van a cortar el aire tirándome desde un avión. Lo único que lamento es que no me van a dar ni siquiera un cajón, eso que se parece tanto al estuche de un violonchelo.
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