jueves, 29 de diciembre de 2016

La publicidad durante la guerra de Malvinas

Se venía el final de la guerra. Cacho Fontana y Pinky hacían un programa de 24 horas, solidario, para recaudar fondos para los soldados.  Entre las 2 de la madrugada y las 5 desfilaron estrellas del tamaño de Susana, Monzón, Reutemann, Mirtha, Nicanor Costa Méndez, Porcel y Olmedo. Todos ellos donaron algo; una pulsera de oro, efectivo, un chiste. Se contribuía desde los estudios de ATC. Había que  apoyar.

En el Youtube, ese nicho increíble, está todo: el programa y las publicidades en el marco de ese programa.

Como ya he dicho en otro lugar, la publicidad suele explotar y seguir las inclinaciones que tiene la opinión pública. También, y no es menor, contribuye a reforzar lo que la gente piensa o siente. Durante la guerra las publicidades apelaban a...

Sancor, para vender leche, utilizaba una canción muy bonita, que decía a coro:

¨Y avanzan y avanzan, con fe y esperanza, con fuerza y con coraje, siempre hacia delante, siempre con nuevos brazos. Unidos sí, pueden más, todos juntos pueden más…¨

Dristán, un dentífrico, ordenaba que te defiendas ¨cuando un resfrío ataca¨

Antonio carrizo vendía Crush diciendo que ¨los embotelladores de la empresa donaban al Fondo Patriotico Malvinas Argentinas el 10 por ciento de las ventas¨. Pero iba más allá, afirmaba que Cruh era ¨una empresa Argentina fundada en 1926¨. Era y es una flagrante mentira.

Atra, la afeitadora, afirmaba:  ¨cinco zonas de difícil acceso son las que separan a Atra de cualquier otra afeitada¨


Tal vez la de Ayudín sea la más impertinente. Indicaba, ¨lavar los platos es una lucha donde usted no siempre gana¨. ¨, pero donde ¨gracias a la fuerza concentrada de Ayudín¨ la victoria está asegurada. Y remataba ¨Señora, cuelgue los guantes¨. A unos días de la rendición, sonaba raro.

Por supuesto, Bic bombardeaba con sus encendedores para dar ¨fuego¨ y Curitas te curaba las heridas. Era el momento ideal para vender estas cosas.

Pero no todo era Argentina. Las empresas saben que hay un lacayismo congénito. El argento Termidor seguía, como hoy, con un vino ¨con acento francés¨, y resulta chocante comprabar que L&M, la empresa de cigarrillos foránea, vendía con imágenes de una mujer de clase alta en Viena. No obstante lo cual, quedaba claro que habían cambiado Londres por Viena. De hecho la mujer era inglesa y el estribillo seguía diciendo ¨Lady, lady, lady¨. Bochornoso.

Todo se puede vender y todo sirve para vender. Te dicen en el oído aquello que querés escuchar, te manipulan la conciencia, te crean una necesidad espuria, te alimentan el animal de consumo que llevás adentro, te agarran con la guardia baja, te sacan la plata, te esquilman el alma, te escupen la personalidad, lo que te hace distinto; te masifican. No te venden un producto, te venden a vos y te terminás convirtiendo en un esclavo de ellos. Tenés que estar atento, porque es una guerra que siempre estás perdiendo. Y lo peor es que vos crees que la estás ganando.


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Jugando al tenis con la inteligencia:

De la Sota y el resto:

lunes, 19 de diciembre de 2016

Trotsky, los artistas y el amor

En este año que concluye se ha estrenado El elegido, película española sobre el asesinato de Trotsky, que nunca llegó a la Argentina. Por lo tanto, lo que sigue es una crítica sobre un film que no he visto. Intentaré justificarme.

La historia real no es ningún secreto, pero los pocos artistas que se le han animado han sido políticamente correctos con un caso que, sin alterar las cosas, es muy difícil de presentarlo con corrección.

León Trotsky llega a México por la mediación del muralista Diego Rivera, que había sido expulsado del Partido Comunista. Es lógico que se alineara con el enemigo mortal de Stalin. Le da casa y abrigo. Frida Kahlo, la mujer de Rivera, al punto, se convierte en amante de León.

Pero Stalin quiere matar a Trotsky, no importa lo lejos que esté. Sus servicios de inteligencia tantean al muralista David Alfaro Siqueiros, que se ofrece entusiasmado para la carnicería de una sola persona. Siqueiros y otros veinte, llegan armados hasta los dientes en una camioneta, disparan sobre la casa del revolucionario no menos de cien veces el 24 de mayo de 1940. Trotsky está adentro con su mujer, pero obra un milagro y sobreviven. (En la casa también está su nieto que roza los 11 años y que se despierta por los balazos, pero eso no le importa al muralista ni a sus secuaces).

Stalin está como loco. Han fallado. Se recurre al plan B. los servicios tenían el contacto de una mujer fanática de la URSS. Es española, vive en España y tiene un hijo español que ha luchado por la república en la guerra civil española: Ramón Mercader. Ramón es incapaz de decirle que ¨no¨ a la mamá. La madre lo empuja hasta México. Por orden de sus superiores, o sea de su mamá y de los agentes de la NKVD soviética, le imponen que enamore a Sylvia Ageloff, la secretaria de Trotsky para así poder infiltrarse en la casa, en el caso que fracase el plan A. Finalmente lo tiene que hacer. Ramón la enamora a Sylvia. Se hace el amigo del ruso y cuando este se da vuelta le clava un guadañazo. (Bah, es una pica, pero intento ser expresivo). Sylvia, al verse usada, intenta suicidarse, pero fracasa. Como ciudadana estadounidense, tendrá que pasarse el resto de su vida explicando en su país que es inocente. (Es inocente del asesinato, pero no puede negar haber sido una activa militante de la Cuarta Internacional).

Finalmente tenemos el caso de Rivera. Él, y la sobrevalorada Frida, queriendo reingresar al Partido Comunista, declaran que sólo le abrieron las puertas de México a Trotsky con el fin de tenderle una emboscada, que materializó la mamá de Mercader por mediación de su hijo. Aunque suene raro, pudo bien ser así. Hoy se sabe que la camioneta que usaron en el primer atentado Siqueiros y su pandilla era propiedad de Rivera. 

Por supuesto, en la historia real hay varios puntos interesantes para tratar en una ficción.


1)      Un intelectual brillante, terco, soberbio y sanguinario con apariencia de mosquita muerta.  Como su asesinato se da en pleno contexto de la Segunda guerra mundial, bien se podría tratar la posición antisionista y antibritánica del judio León, que por los tiempos de su muerte, tal vez por puro odio a Stalin, era funcional a los intereses de Hitler. (No es una novedad. El Movimiento judio Leji, de Abraham Stern, por la misma época, operaba en el mismo sentido. Por otra parte, Trotsky sostenía esta posición ya antes del pacto de no agresión germano-soviético).
2)      Un artista de gran mérito, idealista y fanático; pero también un asesino consumado que podría ser presentado como un enorme cobarde que actúa junto a una banda de gángsters para matar a un tipo solo.
3)       Una madre fanática, manipuladora y dominante que lleva a su hijo a enamorar para matar por sus ideales, (los de ella, claro), y un hijo que, en el fondo, cuenta con un solo ideal: su mamá.
4)      Un amor falso y una mujer engañada miserablemente. Sería interesante presentarla como una idealista que no puede sobreponerse a sus sentimientos personales, siempre nocivos para cambiar el mundo.

Alguna vez intenté escribir (reescribir) la historia desde el punto de vista de Sylvia, demonizando a Siqueiros y despreocupándome de Trotsky. (Aunque me interesaba subrayar, brevemente,  las debilidades de un intelectual que va perdiendo progresivamente inteligencia práctica a medida que se limpia las manos de sangre). Ahora resulta que hay una película que, espero, no haya tenido las correcciones morales y los lugares políticamente correctos  del arte de masas que supone el cine.

La película, que no vi, pero me la contaron, pone el acento en la historia de amor entre Ramón y Sylvia. No es extraño; el amor siempre vende. Según infiero, Trotsky es presentado con la ambigüedad no propia del arte, sino del que no sabe que decir. Me cuentan que el tema de Rivera-Frida-Siqueiros está tratado tangencialmente, seguramente porque ya ese tema fue el objeto de películas cercanas en el tiempo, donde Hollywood hizo todo lo posible por vender sin ofender a nadie.

Bueno, no voy a ver El elegido. No tengo ganas de procurármela y mucho menos de sentarme a consumirla después de haber visto el trailer y de haber escuchado sobre ella. Eso si: todos los ingredientes en torno a la muerte de León van a seguir alimentado un montón de futuros films, novelas y hasta poemas. Yo creo que con los años se va a convertir en una especie de clásico, un tema que va a ser tratado de manera recurrente, más aún de lo que ya lo es.  Y si yo todavía  no contribuyo al fondo común del tema es porque estoy buscando la forma de molestar a la mayor cantidad de personas posibles, de ofender en el alma, de clavar una pica en el estúpido lugar común de las mayorías. A la gente no hay que darle lo que quiere; a la gente hay que revolucionarle la butaca. Y a los intelectuales y a los artistas hay que demostrarles que son gente. Nada más que eso; gente, con sus virtudes y sus defectos. Lamentablemente, Lars Von Trier hay muy pocos.


Trailer: El Elegido 2016



domingo, 11 de diciembre de 2016

Turismo urbano I: Nazis

   Con Henry compartimos muchas opiniones, y no es la menor que él me considere un forro y que yo lo considere de la misma manera. Solemos salir de turismo urbano. ¡No, no sea boludo; no sea boluda! No vamos al cabildo o a la casa de Sábato o a la de Mitre o cosas así. Eso es para mascotas que van adonde les indican. Nosotros vamos a olfatear lo que quedó de la historia reciente, de aquellos hechos que aún duelen, que tienen coordenadas geográficas muy precisas y testigos que nadie visita porque no se sabe donde quedan y nadie intenta averiguar. Vamos al solar donde fue fusilado un líder, a la casa de una ex presidenta en su niñéz, a la cárcel de un genocida con prisión domiciliaria, a un bar increíble del oeste bonaerense donde hubo sangre, a las oficinas de Alfonsin, al kiosko donde compraba el papa… En todos estos lugares hay vecinos, mozos, porteros (¡los porteros saben todo!), amigos de la infancia, verduleros, vigiladotes… Y todos están deseosos de contar, de chusmear con el mate de por medio, muchas veces dispuestos a agigantar la anécdota hasta la vil mentira, de hacer un esfuerzo por recordar en la mayoría de los casos, de debatir con otros vecinos detalles de esas formidables historias que (se deja ver) no hay que ser periodista para encontrarlas. Por supuesto, hay lugares de la historia más reciente donde no vamos porque, además de forrazos, somos cagones (y no somos boludos). 

La anécdota que sigue es la primera entrega de una serie que suponemos infinita.

Eichmann

La esquina de Garibaldi y ruta 202, en el partido de San Fernando, es una esquina pobre en un barrio pobre, en una zona baja de casas bajas de clase baja, rodeada de fábricas que vierten sus desechos al río Reconquista. Cuando el río crece, barre el barrio con sus porquerías. Cuando la pobreza crece, lo hace hacia el río, hasta la misma orilla. No hay cloacas; no hay agua potable. Pero hay mucha gente. Los más chicos juegan en el medio de la calle Garibaldi sabiendo que los autos que pasan son del barrio y que en el barrio hay pocos con auto. Los jóvenes se juntan en la esquina para embriagarse y hacer rostro. Nadie sospecharía que alguna vez la esquina fue motivo de una de las noticias más resonantes que la Argentina  le dio al mundo. El 11 de mayo de 1960, un grupo de tareas del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, secuestró a uno de los hombres más buscado del planeta: Adolf Eichmann.

Eichmann trabajaba en la Mercedes Benz. Todos los días volvía a su casa con el colectivo 203. Bajaba en la esquina y dando vuelta la ochava, caminaba unos 15 metros hasta su casa, que era un desaliñado rancho sobre una calle entonces de barro. Tenía una identidad falsa y tal vez pensó que viviendo en un lugar tan remoto del mundo y de la misma Buenos Aires nadie lo iba a encontrar. Ese 11 de mayo bajó del colectivo y cuando llegó a la ochava fue reducido y secuestrado. Lo torturaron en una casa que el Mossad había alquilado a dos cuadras del lugar, lo doparon, lo metieron en un avión de línea, lo juzgaron en Israel en uno de los juicios más ruidosos del siglo y finalmente lo ahorcaron el 31 de mayo de 1962.[1]

Hay que animarse. Los extraños se ponen fácilmente en evidencia—especialmente cuando hacen preguntas—. Bajamos en la misma parada célebre. Caminamos los 15 metros. En el 6067 de Garibaldi hay un estacionamiento informal, en realidad un baldío con tres autos: el terreno está en venta. Le preguntamos a un borrachín. Confirmó que ¨una persona importante, no me acuerdo el nombre, vivió ahí¨. Tratamos de averiguar si sabe a qué se dedicaba: ¨era un asesino¨, dice, concluyente. Luego chequeamos entre los vecinos. Casi todos conocen la historia de una asesino, pero muy pocos saben qué es el nazismo o qué son los judíos. Nos informan que suele venir gente ¨de la tele¨y también muchos que dicen que era ¨un justiciero¨ y dejan flores en el estacionamiento-baldío. Al rato ya nos sentimos estrellas de Holywood, todos quieren contar algo, todos quieren fama. Los visitantes, aseguran, nunca nos preguntan nada. ¨Vienen y se van¨. Tal vez la más interesante—y creíble— de las historias es la que nos cuenta una morocha pulposa. Tenía una amiga que vivía en la casa de Eichmann antes de que fuera derrumbada en 2000. Recibía permanentemente visitas, le tocaban el timbre gente rapada y de la otra. Cuenta que ella dejaba pasar a los visitantes y afirma que llegó a lucrar con la humilde residencia. Pero acaso la reacción más inesperada fue la de una señora que vive exactamente al lado del lugar que ocupara Eichmann y cuyas ventanas dan al baldío. No sabía nada, pero la curiosidad pudo más que ella y quiso saber más que eso que acababa de escuchar de sus vecinos. Le amplío: mató muchas personas en Europa, en campos de concentración. Pero la señora quiere cifras. Henry se las da: Entre 3 y 4 millones. La señora se muere de la risa y desaparece en el interior de su casa.

Mengele

Josef Mengele tuvo varias direcciones en Argentina. Tal vez la más célebre haya sido la de Arenales 2460, en Florida, partido de Vicente López. Tocamos el timbre. Nos atiende una chica muy bonita que apenas asoma la cabeza. Confirma que ¨si, sé de la historia de esa persona, pero nosotros no tenemos nada que ver¨. La chica se refiere a la empresa que ocupa hoy el solar. Sin embargo, al hablar con los vecinos las cosas son bien diferentes. Manuel vive enfrente. Viste una camiseta de Belgrano de Córdoba que, afirma, le regaló Macri a su gente cuando River se fue a la B. Corta su pasto y nos habla con conocimiento de causa. ¨Esa casa donde se hicieron documentales y donde vienen neonazis es una mentira. Parece antigua, pero tiene unos veinte años nada más, y yo vivo acá hace treinta. Conozco a todos en el barrio, gente vieja, conocedora,  y nadie te va a decir que ahí vivió ese tipo. Creo que fue cerca, pero acá no. Yo no sé por qué se fabricó todo este asunto de la casa de Mengele¨.  
La mansión

A dos cuadras del lugar un vecino entrado en años está estacionando su auto. Se lo nota sumamente apurado, y tal vez tiene un poco de miedo porque tenemos una cerveza. Le preguntamos por Mengele. Es como si lo penetrara un rayo de luz. Sonríe con esa sonrisa gardeliana tan porteña. Ya no está apurado. Se toma todo el tiempo para explicarnos. Es canchero, pero simpático. ¨Pibe, la cosa es así: Mengele vivía en Valle grande y Vergara, a dos cuadras de acá. En el barrio se sabe.¨ Le preguntamos sobre la casa de Arenales. ¨No. No, pibe. Eso es cualquier cosa. Todos están creídos que es ahí porque lo dicen los medios. Mi viejo lo conoció y él no me va a mentir.¨

En esas dos cuadras el barrio pasa súbitamente de clase media a clase media alta, árboles altos que dan mucha sombra, adoquines lustrosos y silencio generalizado. Ah, por supuesto, mansiones, muchas mansiones, como la de la esquina de Valle grande y Vergara. Tocamos el timbre. Nadie nos responde. Hablar con  un vecino acá es una tarea casi imposible. Las calles están vacías. Hay cuatro casas por cuadra, el perro más chico tiene el tamaño de un caballo y el vigilador de la garita de la esquina nos mira. Pero hay un detalle siniestro. Increíblemente para un barrio como este, sobre un muro que protege la supuesta mansión de Mengele, han dibujado calaveras, muchas calaveras. Cuando nos disponemos a tomar una foto del muro nos detiene el vigilador. Ha visto como segundos antes yo le tomaba una foto a Henry. Nos hacemos los amigos. Nunca oyó hablar de Mengele y la historia le parece tan inverosímil que remata: ¨nadie es tan malo¨. Y aunque ahora somos amigos, tampoco nos deja sacar la foto. Obedecemos.

Conclusiones

Este artículo sólo pretende ser un anecdotario. Por supuesto, el tema de Eichmann y el tema de Mengele es mucho más rico. Eichmann supone un ejemplo de métodos que luego usaron los militares argentinos, la violación de la soberanía nacional  por el estado de Israel (que se puede justificar), las consecuencias que este tema supuso para Frondizi, si Eichmann fue un perejil, etc. Mengele, por su parte, parece haber estado vinculado a los poderosos de nuestro país y eso da vergüenza. Y, claro, está la paradoja de que el secuestro de Eichmann puso sobre alerta a Mengele para escapar de Paraguay y finalmente quedarse en Brasil para morir plácidamente en las playas de arena blanca mientras tomaba un baño.


Pero lo que nuestra experiencia nos enseñó es que la gente muchas veces considera que hay maldades tan grandes que no son posibles, que es peligroso que tantas personas ignoren absolutamente todo del holocausto, y que no está bien borrar la historia de los que perdieron. ¿Por qué no hacer como hacen hoy en Alemania o en Polonia, donde se recuerdan cosas terroríficas para que no se olviden? ¿Por qué no hacer como lo que nosotros hicimos ejemplarmente con la Escuela de Mecánica de la Armada, que hoy hace tomar conciencia a muchos? Si a la casa de Eichmann la blanquean podríamos evitar que los neonazi la visiten y, por raro que parezca, también contribuiría al desarrollo urbano de una zona tan postergada. Los vecinos lo agradecerían. (Eso sí, ya no sería material de nuestras visitas). Además, como país tenemos una deuda con el mundo. No miremos para otro lado. Estamos orgullosos de haber llenado el país de judíos que huían de las persecuciones. Pero no podemos ignorar que el mundo nos recuerdan con causa justificada el haberle abierto las puertas a las basuras más repugnantes de la historia. Cuando Eichmann tuvo la oportunidad de decir sus últimas palabras, bramó: ¨Larga vida a Alemania, larga vida a Austria, larga vida a la Argentina¨, y nos enterró a todos.





[1]  En realidad, según la periodista alemana Gabby Weber, la historia fue un poco diferente. http://www.diariolonuestro.com.ar/index.php/vicente-lopez/716-la-verdad-sobre-la-detencion-de-nazi-eichmann-en-argentina  https://books.google.com.ar/books/about/Los_expedientes_Eichmann.html?id=lScBAgAAQBAJ&redir_esc=y