Se venía el final de la guerra. Cacho Fontana y Pinky hacían un programa de 24 horas, solidario,
para recaudar fondos para los soldados. Entre las 2 de la madrugada y las 5 desfilaron
estrellas del tamaño de Susana, Monzón, Reutemann, Mirtha, Nicanor Costa Méndez,
Porcel y Olmedo. Todos ellos donaron algo; una pulsera de oro, efectivo, un
chiste. Se contribuía desde los estudios de ATC. Había que apoyar.
En el Youtube, ese nicho increíble, está
todo: el programa y las publicidades en el marco de ese programa.
Como ya he dicho en otro lugar, la
publicidad suele explotar y seguir las inclinaciones que tiene la opinión pública.
También, y no es menor, contribuye a reforzar lo que la gente piensa o siente. Durante
la guerra las publicidades apelaban a...
Sancor, para
vender leche, utilizaba una canción muy bonita, que decía a coro:
¨Y
avanzan y avanzan, con fe y esperanza, con fuerza y con coraje, siempre hacia
delante, siempre con nuevos brazos. Unidos sí, pueden más, todos juntos pueden
más…¨
Dristán, un dentífrico,
ordenaba que te defiendas ¨cuando un resfrío
ataca¨
Antonio carrizo vendía Crush diciendo que ¨los embotelladores de la empresa donaban al
Fondo Patriotico Malvinas Argentinas el 10 por ciento de las ventas¨. Pero
iba más allá, afirmaba que Cruh era ¨una
empresa Argentina fundada en 1926¨. Era y es una flagrante mentira.
Atra, la
afeitadora, afirmaba: ¨cinco zonas de difícil acceso son las que
separan a Atra de cualquier otra afeitada¨
Tal vez la de Ayudín sea la más impertinente. Indicaba, ¨lavar los platos es una lucha donde usted no siempre gana¨. ¨, pero
donde ¨gracias a la fuerza concentrada
de Ayudín¨ la victoria está asegurada.
Y remataba ¨Señora, cuelgue los guantes¨.
A unos días de la rendición, sonaba raro.
Por supuesto, Bic bombardeaba con sus encendedores para dar ¨fuego¨ y Curitas te curaba las heridas. Era el
momento ideal para vender estas cosas.
Pero no todo era Argentina. Las
empresas saben que hay un lacayismo congénito. El argento Termidor seguía, como hoy, con un vino ¨con acento francés¨, y resulta chocante comprabar que L&M, la empresa de cigarrillos foránea,
vendía con imágenes de una mujer de clase alta en Viena. No obstante lo cual,
quedaba claro que habían cambiado Londres por Viena. De hecho la mujer era
inglesa y el estribillo seguía diciendo ¨Lady,
lady, lady¨. Bochornoso.
Todo se puede vender y todo sirve para vender. Te
dicen en el oído aquello que querés escuchar, te manipulan la conciencia, te
crean una necesidad espuria, te alimentan el animal de consumo que llevás
adentro, te agarran con la guardia baja, te sacan la plata, te esquilman el
alma, te escupen la personalidad, lo que te hace distinto; te masifican. No te
venden un producto, te venden a vos y te terminás convirtiendo en un esclavo de
ellos. Tenés que estar atento, porque es una guerra que siempre estás
perdiendo. Y lo peor es que vos crees que la estás ganando.
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