jueves, 27 de noviembre de 2014

Doce lecciones de ajedrez para vivir mejor



Doce lecciones de ajedrez para vivir mejor[1]
           
Para Vanina, que me debe una partida.
Movimiento en los cuadrados, Bridget Riley, 1961

Las analogías comportan un peligro porque suponemos que hablamos de lo mismo cuando en realidad hablamos de cosas diferentes. Por eso no es serio comparar al ajedrez con la vida. Sin embargo proceder de esta manera puede resultar interesante y hasta aleccionador. Estos son doce principios de ajedrez—el número es completamente arbitrario— que merecen ser pensados en el tablero de la vida, que en fin de cuentas la vida es un juego  que a veces se gana y a veces se pierde. Peor aún: a veces se empata... y no siempre se juega.

1)  Una cosa es saber las reglas y otra cosa saber las estrategias. Quien sólo sabe las reglas no sabe jugar al ajedrez.
2) El que sabe jugar está pensando en secuencias relativamente largas de movimientos, aunque las tenga que variar constantemente. No piensa en jugadas aisladas.
3) Cuando un jugador avezado sabe que va a perder, abandona, porque adivina las secuencias que tiene su adversario en la cabeza. Por lo tanto, nunca se le puede dar jaque mate a un jugador avezado. Dicho de otro modo: el que se encuentra cara a cara con la derrota es porque no supo ver más allá de la jugada presente
4) El que no ve más allá de la próxima jugada cree que el juego es azaroso.
5) Hay expertos en la defensa y expertos en el ataque. Hay expertos en defensa que han sido grandes campeones.
6) Si se repite tres veces la misma jugada se da por terminada la partida.
7) Muchas veces se juega rápido solamente para ganar tiempo. (En esos momentos es más importante parar el reloj que mover la pieza.) Cuanto más tiempo ganamos, menos tiempo tiene el rival. Hay mediocres jugadores que han sido campeones porque supieron manejar adecuadamente el tiempo.
8) Muchos grandes campeones eran de una inteligencia mediana a baja fuera del tablero.
9) El sacrificio de una pieza implica una sorpresa para el adversario. La astucia más grande es cuando sacrificamos una pieza importante. Sin embargo la pieza más importante, el rey, no se puede sacrificar. ¿O sí?
10) Lo más importante no es cuanto tablero pueden recorrer nuestras piezas, sino la posición que tienen.
11) Uno termina siendo la sumatoria de los contrincantes que enfrentó. Por eso es importante elegir bien con quienes vamos a jugar.
12) Sólo pensamos en cambiar una pieza de menor valor por una de mayor valor hacia el final de la partida.


[1] Creo que es el título más pelotudo y cursi que se me haya ocurrido nunca jamás.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Está leyendo



Está leyendo

           
               Rogier van der Weyden es uno de esos pintores de Hacia, porque sus obras son cronológicamente ubicadas hacia 1430, hacia 1440, hacia 1450. La pintura que nos convoca es de hacia 1440. Era un retablo originalmente, o sea una pintura que consagraba un altar de iglesia, probablemente acompañada por otras dos pinturas conformando un tríptico. Alguien, no sabemos por qué, la cortó en varias partes. La que llegó a nosotros es un pedazo cortado a la izquierda y arriba. Se la conoce como La Magdalena leyendo.
            En alguna página potable de Internet podemos encontrar un análisis somero de la obra[1]. Se nos habla del cabello que asoma bajo el velo, que es símbolo del erotismo que acompaña a la protagonista. También se hace mención de los pequeños personajes que asoman tras la ventana y se hace notar lo improbable que hayan sido vistos originalmente por los fieles en virtud de la distancia que mediaba entre ellos y el altar. Finalmente se dice, en relación al pseudo San José, parado junto a Magdalena, que se sabe que la obra fue cortada porque en “esa época, era impensable que un artista pintase a las figuras descabezadas o cortadas por la mitad, como harían siglos más tarde los impresionistas”, y se agrega que la pintura funciona “siempre que no nos fijemos en las figuras que aparecen cortadas”.
            Bien, pero a mí me quedaron más dudas que certezas. Por empezar considero que el atractivo mayor que ejerce esta pieza está precisamente en el afortunado recorte de una de sus partes. En efecto, una cosa es la intención original del autor y otra cosa es la historia de la propia obra. Hay algo inquietante en ese personaje al cual no le podemos ver el rostro. No es nuestra culpa que la sensibilidad de la época de Rogier van der Weyden no se corresponda con la nuestra. Las obras son como los hijos, uno los tiene pero después hacen sus vidas. De alguna manera el pintor no fue consciente de lo que hacía con su obra, de la misma manera que no lo fue el ordinario que la cortó. Entre los dos nos hicieron un gran favor.[2]
            Pero hay otra omisión, tanto en esta página citada como en las que pude revisar: no se menciona el hecho de que una mujer esté leyendo ¡en el siglo XV![3] ¡Más aún, una ex prostituta con un libro en las manos! Pero ahí tenemos otro problemita: no es lo mismo estar leyendo que tener un libro en las manos. Quizás el tema sea más complejo.  Se me ocurren otras interpretaciones verosímiles. Se sabe que los libros de entonces eran un tesoro y que estaban adornados profusamente con miniaturas, pequeñas ilustraciones que daban inicio a un párrafo, tan pequeñas como los personajes que asoman tras la ventana. Estas eran, como es de rigor en la Biblia, de carácter sacro. Nuestra Magdalena bien puede estar deleitándose con una de estas ilustraciones, cosa más que frecuente por entonces. Otra posibilidad es que se quiera dar a entender que la santa está regenerándose moralmente a la luz de la palabra de Dios. Es sabido que en esa época se leía en voz alta y que por lo tanto la palabra tenía cierta materialidad. Quizás el autor esté tratando el tema alegóricamente y la palabra de Dios se materializara plenamente en el libro de la misma manera que la lujuria se materializa en ese cabello que asoma bajo el velo. En todo caso no tenemos (no tengo) noticias de que tipo de reacción (de haberla) suscitaba esta imagen tan poco frecuente en el siglo XV, especialmente entre las creyentes, porque no es normal, esté haciendo lo que esté haciendo Magdalena, que en el siglo XV una mujer tenga un libro entre las manos. Yo prefiero seguir pensando que está leyendo. Y poco importa lo que desde la tumba opine van der Weyden.


[2] Hace años hice un análisis similar sobre la obra de Haydn. http://baojose.blogspot.com.ar/2011/11/la-sorpresa-de-haydn.html

[3] Se sabe que las pinturas de entonces reflejan la época en las que fueron pintadas. Aunque para este caso es lo mismo.

lunes, 17 de noviembre de 2014

De Rembrandt a la eternidad



De Rembrandt a la eternidad

Es sabido que Rembrandt pintó sus más famosos cuadros para diferentes corporaciones. Así tenemos que los arcabuceros tuvieron su Ronda de la noche, los cirujanos su Lección de anatomía y los pañeros… En fin, en cada una de esas pinturas se pretendieron eternizar aquellos que se enriquecieron en vida. Le pagaron a nuestro artista y punto.
Pero con eso no basta. En La lección de anatomía vemos a uno de estos retratados sosteniendo un papel. En él, Rembrandt pintó en un principio algo referido a la intervención quirúrjica. Le pidieron que cambie esa imagen por una lista de los retratados. Y así lo hizo.
En La Ronda de la Noche, tenemos un caso similar. La diferencia está en que esperaron que el pintor se muriera para añadir los nombres, arriba a la derecha del arco, en un blasón. Pero en La ronda no todos los retratados tuvieron la misma suerte. El cuadro fue amputado por sus cuatro lados para colgarlo en una pared que era más pequeña. Así, dos de los que pretendían pasar a la eternidad, dos hombres que estaban parados en el extremo izquierdo, fueron tirados a la basura junto con los otros lados que sobraban de la pintura. Sus nombres, empero, sobrevivieron y aún adornan el blasón. Según consta, los implicados no vieron bien el asunto, pero se resignaron. Después de todo, sus nombres estaban en la tela.

Cuentan que cuando a Brunelleschi le ofrecieron levantar el monumento de un miembro de la familia Concha del Toro (no recuerdo el nombre, y tampoco importa), le iban  refiriendo cómo era el rostro del fenecido, con lujo de detalle. El artista se enfureció. No podía entender cómo se dedicaba  tanta pasión por el rostro del desaparecido y puso como condición de la obra construir la cara arbitrariamente, manteniendo, por supuesto, el nombre.  Lo pensaron y le dieron luz verde. Después de todo no era más que una cara. Eso sí,  Brunelleschi les pidió que narraran los logros o aquello que había hecho en vida con provecho para sí o para la comunidad. Después él se encargaría de plasmar en el mármol alguna alegoría que recuerde lo mejor de aquel ser.
Rembrandt pudo haber sido el inventor de las selfies, y Brunelleschi del fotoshop pero los protagonistas de aquel entonces no eran tan inocentes como para valorar desmedidamente lo que sólo es una cara. Por supuesto, igual que hoy,  la gente buscaba retratarse e incluso le pedía al artista que distorsione, de ser necesario, algún rasgo feo o incluso que no siga la fidelidad al modelo. Pero no se les iba la vida en eso. La vida era lo que uno hace con ella, no lo que ella hace con uno. Viajar a Francia no es hacer algo, recibirse de abogado no es hacer algo, comprarse una casa no es hacer algo, tener un hijo no es hacer algo. Hacer algo es llenar de sentido esas cosas. Hacer algo es que pasen 10 o 20 años y que la vida te diga “hiciste algo conmigo”. Caso contrario sólo queda la angustia: mirarse al espejo y que la vida te grite “estás viejo, no hiciste nada”. Paradójicamente, intentar hacer algo ya es hacer algo.
El Renacimiento fue una época que empezó a valorar el presente, y me parece genial que se valore más esta vida que la otra, esa de la cual no tenemos ninguna noticia. Pero creo que ahora se nos está yendo la mano. Hoy no importa construir nada, sólo importa publicar(se). Amigos, apurense por hacer algo de sus vidas que mañana ni el nombre quedará de ustedes. Y si algo quedara, no piensen para qué quieren ser recordados, sino por qué quieren ser recordados. Justifiquen sus propias existencias.
Entre los retratados de la Ronda de Noche está Rembrandt. Es el que aparece atrás del que porta la bandera. Apenas se asoma. Como que le da vergüenza ajena. Y sabemos que es él porque alguien se encargó de referirlo y porque hubo miles en el mundo que estuvieron interesados en saberlo.   ¡Ah!, ¿quieren saber cuáles son los nombres de las dos personas que fueron cercenadas de La Ronda de Noche, pero cuyas identidades aún sabemos gracias al blasón? Ellos son Paulus Schoonhoven y Claes van Cruysberg   ¿¡Y a quién carajo le importa!?  [1]
La ronda de noche




[1] No deja de sorprenderme que la colección Maestros de la pintura de Planeta, en su número dedicado a Rembrandt, se encargue de enumerar a todos y cada uno de estos personajes olvidables, aportando la mayor cantidad de datos posibles.

El bulto de Giorgione



El bulto de Giorgione

El veneciano Giorgione nos ha dejado muy pocas pinturas que podamos afirmar hayan sido realizadas por él mismo. Pero con La tempestad ya se ganó un lugar en la historia del arte. Esta obra de 1508 fue interpretada de varias maneras, que paso a enumerar:
En primer lugar se dice que la mujer sería una alegoría de la caridad y el hombre de la fortaleza. La ciudad que vemos al fondo, una especie de Manhattan renacentista, vendría a simbolizar la riqueza o fortuna.
Otra interpretación viene a decir que la caridad en realidad sería una mamá con su hijo, o acaso la virgen con Jesús. El tipo sería José, el carpintero, y es mi deseo que la tormenta que se cierne sea una representación del Padre.
Ahora vamos a cosas más interesantes. Si leemos el cuadro de derecha a izquierda podemos ver—al menos si miran por medio de mis ojos— el tránsito desde el nacimiento a la muerte. En efecto, el vientre de la mujer evoca el embarazo previo, el curso de agua y la ciudad al fondo evocarían el devenir temporal y el trabajo del hombre, que finalmente vemos a la izquierda, junto a columnas rotas, claro símbolo de la muerte. Por supuesto, el puente es la alegoría más acabada del tránsito.
Pero lo más interesante de la obra—y en esto no hay debate—es la atmósfera. Hasta bien entrado el siglo XIX, con Turner especialmente, no tendremos un pintor que coloque como protagonista a la naturaleza, al menos en un sentido tan evidente.
Sin embargo, aunque todas las interpretaciones me llenan, le estuve dando vueltas al asunto.  Hay un contraste muy evidente de la mujer, que está apenas cubierta por un lienzo blanco, y el chabón, que parece no tener calor. Hasta ahí, todo bien. También concuerdo con los que predican que el palo y las columnas son elementos que subrayan la virilidad y la fertilidad. Pero por más que lo busqué, no di con ningún análisis que me explique el enorme bulto doble del protagonista. ¿Qué esconde el petiso? ¿Por qué tantos estudiosos del arte son tan pacatos cuando se trata de explicar lo sexual y monstruoso?: un par de huevos de saurio y una poranga inocultable. Me da la impresión que muchos críticos de arte confunden delicadeza con ceguera. Consideran que no es fino hablar de ciertas cosas, como si el arte tuviera que ver necesariamente con cosas finas. En el fondo son manieristas, en el peor de los sentidos.  Los pintores renacentistas se reirían de ellos.
Tomando en cuenta los genitales del protagonista se me ocurrió pensar en el mito de Afrodita. Esta nace directamente de los testículos de Urano, luego de que se los cortara Cronos.  Ahora leamos el cuadro de izquierda a derecha...  Puede ser una interpretación un poco forzada... pero cuál no la es.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Un sapo de vez en cuando



Un sapo de vez en cuando

No tomo taxis. No tengo plata. Sin embargo, hará una semana, me tuve que subir a uno porque de no hacerlo iba a perder más plata que si subía a un colectivo. El taxista, muy afín al estereotipo locuaz y denso, me brindó un discurso xenófobo imparable. El aval de todo lo que decía era el programa Periodismo para Todos. Yo sabía lo que le habían metido en la cabeza.
El domingo 2 de noviembre tuve que comerme el sapo de ver el programa de Jorge Lanata. Si usamos sólo un hemisferio del cerebro y nos dedicamos a describir el programa, fue más o menos así. El periodista comenzó hablando de la nueva idea de devolver a su país de origen a todos aquellos que vienen a delinquir y son pescados in fraganti.  Es una medida proyectada por el gobierno de Cristina y apañada por un amplio espectro político, donde no faltan los fachos y los arribistas. Lanata, por supuesto, aplaudía la novedad, quedando bien con todos, incluso con la opinión pública, que parece orientarse en esta dirección. A renglón seguido, como quien cambia de tema radicalmente, dedicó un informe en el cual se mostraba lo bien que está la economía paraguaya, con el reportaje a un honesto argentino que fue a trabajar a Asunción, instaló un negocio y prospera. De vuelta en el estudio, el gordo se dedicó a mostrar, con números en la mano, que las economías de Paraguay, Bolivia y Perú son más que envidiables, y terminaba por subrayar que en comparación con esos países hermanos, el nuestro da pena.
Ahora pensemos un poco. Como estrategia periodística es brillante. Fijaos. En primer lugar la noticia, obviamente, induce al espectador a tomar posición, porque es obligado relacionar a los chorritos paraguayos o peruanos, por un lado, y la posibilidad de repatriarlos a sus propios y prósperos países, por el otro. (Es notable el pasaje donde el argentino que emprendió un negocio en Asunción afirma, entre líneas, que nadie lo ha robado.) En segundo lugar porque la inducción hace que el televidente asocie ambas cosas y llegue a la conclusión de que él mismo ha pensado algo por sus propios medios. En tercer lugar porque el informe sobre la buena situación en Paraguay, y su contraste con Argentina, tiene como fin mostrar que el programa es opositor, aunque, por supuesto, estaba operando a favor de Cristina. Y cuarto, porque a mi no se me escapa que el sapo de Lanata pactó desde hace un tiempo una tregua con el gobierno, gobierno que, por supuesto, también necesita de vez en cuando comerse un sapo.
La opinión pública es algo indeterminado, voluble, actual, poco racional, ceñido a los temas contagiosos (“que interesan”), a lo publicitado más que a lo público, a la clase media más que a la baja. Extrañamente, para estar bien informado sobre el quehacer de ese engendro llamado Opinión Pública, es necesario consumir ciertas cosas, aunque indigesten. Al menos para saber cual es el ventrílocuo del tachero.  

martes, 11 de noviembre de 2014

Rusia y el corazón de la tierra



Rusia y el corazón de la tierra
(Los gasoductos rusos hacia Europa occidental.)


Este trabajo intenta ahondar en las efectos que se derivan de la crisis social económica y política ucraniana en torno a la red de gasoductos que vinculan a Rusia con la Unión Europea, en tanto esta red de gasoductos está mediada por Ucrania. Esta crisis puso en evidencia ciertos aspectos geopolíticos que permanecieron aletargados por mucho tiempo,  cuyas consecuencias son impredecibles.
Ucrania históricamente, como país de tránsito y parte de la Comunidad de Estados Independientes que se constituyó luego de la caída de la Unión Soviética, obtenía el gas ruso a precio subsidiado e incluso le cobraba un peaje a su vecino. Sin embargo, la creciente demanda occidental y la debacle político-económica de Ucrania, que es alimentada desde Moscú, ha traído como consecuencia el rediseño de la red, que intenta evitar suelo ucraniano para llegar a la Unión Europea. El caso más emblemático en este sentido es el nuevo Nord Stream, bajo el mar Báltico, que conecta directamente Rusia con su cliente privilegiado dentro de la Unión, Alemania.
Nord Stream
A la crisis ucraniana hay que sumarle la crisis global. Desde 2008, el aumento secular del consumo de gas se frenó en Occidente. Como en los años previos la demanda crecía de forma alarmante, se diseñaron múltiples estrategias para asegurar la provisión de gas. Muchos de esos proyectos se emprendieron en contexto de crisis. Pero los diferentes países de la Unión Europea obraron unilateralmente y no conjuntamente. Lo que este trabajo trata de demostrar es que la red de gasoductos es una expresión de la desarticulación al interior de la Unión.



LA UNIÓN EUROPEA

La Unión Europea se amplió grandemente en 2004 con la incorporación de muchos ex estados pertenecientes al bloque socialista. Estos son los países más cercanos a Rusia y los más energéticamente dependientes del oso blanco. Debe destacarse que en Bulgaria, Croacia, Finlandia, Letonia, Lituania, Serbia y Eslovaquia todas las importaciones proceden de Rusia. Grosso modo, a medida que nos alejamos hacia occidente la dependencia del gas ruso disminuye, sin dejar de ser de suma importancia contar con dicho suministro. Casi como una ironía, con la ampliación de la Unión, el enclave de Kaliningrado  se constituyó como un enclave ruso dentro de la Unión Europea.
La Unión Europea está condicionada desde varios puntos.
Uno de los condicionantes es meteorológico. Los inviernos moderados como el último (2013-2014), reducen el consumo de gas. ¿Pero qué pasaría durante un invierno inusualmente riguroso? En esos casos entra a jugar otro condicionante: la capacidad de almacenamiento de cada país. Dos ejemplos extremos en este sentido son Alemania y Bulgaria. Mientras el primero cuenta con una gran capacidad de almacenamiento, Bulgaria prácticamente carece de capacidad. Su vulnerabilidad es aún mayor si reparamos en la dependencia excluyente del gas ruso, que ingresa a su territorio mediado por Ucrania.
Para palear esta dependencia Bulgaria promovió, junto con otros países, la construcción de dos gasoductos que no pasarán por suelo ucraniano. El primero de ellos es el Nabucco, que ingresa a Europa desde Turquía. El otro es el South Stream, que ingresa directamente a Bulgaria a través del Mar Negro. Es interesante notar que este gasoducto cruza el mencionado mar justo al sur de la península de Crimea. Por lo tanto, incluso es este caso, no es extraño que la política Búlgara se enderece a satisfacer las exigencias de Moscú, ávida cuenta de su dependencia energética. Por otra parte, el South Stream pone a Bulgaria en la misma posición de tránsito que antes le correspondía a Ucrania. En efecto, ahora pasaría a ser el principal engranaje de articulación entre Rusia y la Unión Europea.



 
Turquía, además del gasoducto Nabucco, y como consecuencia de evitar Ucrania, tiene en proyecto el Gasoducto Trans-Adriático, que debe estar listo en 2018, y que beneficiará principalmente a Italia, todo lo cual fortalece el ascendiente de Turquía en el área.
¿Y qué decir de Alemania? A primera vista, con el Nord Stream, estaría asumiendo el mismo rol de Bulgaria, en tanto sería el país de ingreso del gas ruso, con la vulnerabilidad que supuestamente traería este hecho. Sin embargo, Alemania es el principal socio comercial europeo de Rusia.[1] Dicho de otro modo, hay una relación económica de reciprocidad entre los dos países. Con la venta del gas, Rusia logra equilibrar la balanza comercial. Los germanos, por su parte, pueden cerrar su economía a Rusia sin perjudicar a terceros.

OTRAS POSIBILIDADAES: África y los Campos de Groninga

¿Qué alternativa tiene Europa occidental? El norte de África ha resultado un proveedor poco confiable, especialmente desde que el terrorismo es un actor importante en el juego internacional. Muchos de los suministros proceden de Argelia. No obstante lo cual, Argelia y el Magreb han mostrado un crecimiento sostenido de sus propias demandas internas, lo cual contribuye a que los europeos busquen otros proveedores, sin dejar por ello de invertir en gasoductos, que se han tendido desde 2007 de forma sostenida en el lecho del Mediterráneo, aprovechando las ventajas de la poca profundidad y las características generales de este mar interno. 



  
La avidez por el gas de la Europa Occidental no tiene límites. Asegurar su provisión es fundamental, lo que se aprecia de forma ejemplar en Groninga, en los Países Bajos. Los campos de Groninga constituyen un importante yacimiento gasífero, pero sólo en términos regionales, pues sus reservas se calculan a 30 años. La localidad de  Loppersum, ha tenido una serie de terremotos a consecuencia de la explotación del recurso, en una zona no sísmica.[2]  La población se ha manifestado en contra de la continuidad de la extracción del gas local. Para no tener que depender exclusivamente de Rusia, en  Rotterdam hay una terminal de almacenaje de gas licuado procedente de Trinidad y Tobago, Nigeria y Angola.
El gas natural licuado es, al menos en principio, la alternativa más viable cuando no es conveniente explotar los propios recursos. Se entiende que su viabilidad es directamente proporcional a la distancia. En otras palabras, cuanto más lejano esté el proveedor, es más viable. Contrariamente, el uso de los gasoductos es al revés: cuanto más cercano esté el proveedor, más conveniente. Por otra parte, la ventaja del gas natural licuado es que, al depender de los puertos, es más versátil, mientras que los gasoductos tienen una traza más definida y genera por eso mismo mayor dependencia.
Sin embargo, las ventajas de los gasoductos son innegables: los suministros son más constantes. Además, el gas natural licuado requiere capitales intensivos, con tiempos largos de construcción y por lo tanto demandan de un tiempo considerable para recuperar la inversión inicial. Y por si esto fuera poco está el proceso de transformación de gas líquido a gaseoso, que se hace en los puertos de destino, lo cual es sí mismo insume mucha energía.[3] ¿Pero de qué origen son los capitales y las empresas que hacen este tipo de instalaciones en Europa Occidental? Son rusas, en casi todos los casos.
A pesar de todas estas vulnerabilidades, no hay que olvidar que la manipulación de las cotizaciones de las bolsas de ciudades globales como París o Londres pueden traer un terremoto económico en Rusia, y que la Unión Europea es puntera en tecnologías alternativas y recursos renovables. 

Rusia

Es necesario no perder de vista las jugadas políticas de Moscú, que se diagraman sobre su propio peso energético favorable, a la sombra de sus hidrocarburos de exportación. Putin cree que Europa no actuará en su contra en represalia por la reciente  anexión de Crimea. Y probablemente esté en lo cierto. Ni bien entró en crisis Ucrania, la empresa rusa Gazprom aumentó en 44 por ciento el precio el gas a Ucrania. Esto hizo temer lo peor a la Unión Europea, que llegó finalmente en 2009, cuando Rusia redujo el suministro para presionar a su vecino.
Pero hay también temas latentes que mantienen en vilo a la Unión Europea. Rusia e  Irán disponen del 42% de las reservas mundiales de gas. Moscú y Teherán en algún momento estuvieron coqueteando en constituirse como una  OPEP gasista.[1] Esta propuesta inesperada, al día de hoy no concretada, fue un baldazo de agua fría para el resto de los países europeos.
Otra incertidumbre que genera Rusia en el Viejo Mundo es su permanente juego seductor con el gigante chino, a propósito del gas, que podría alterar todo el tablero político internacional. 


Entre Moscú y Berlin

El hecho más alarmante dentro de la Unión Europea es que cada país está tomando decisiones unilaterales con Rusia sin consultar con los organismos supranacionales. En este sentido las diferencias al interior de la unión son alarmantes y son fortalecidas por estas decisiones. Mientras países como Bulgaria se encuentran en niveles de vulnerabilidad evidentes, otros como Alemania, Francia y el Reino Unido fortalecen sus posiciones. Y entre estos es notable es papel de Alemania, que no sólo se vigoriza como la economía más fuerte del Viejo Continente, sino que también, ahora, está en situación de dosificar los recursos energéticos, si así lo quiere, en virtud del flamante Nord Stream, que, a su vez, consolida su relación bilateral con Moscú.
Pero Alemania no se constituye como el árbitro de la Unión por sí sólo, sino también por el rol que juegan los otros. Por un lado está su papel de acreedor—que no entra en nuestro análisis—. Por el otro, está la propia configuración del mapa europeo, atendiendo a la red de gasoductos. Si Turquía veía hasta hace 10 años postergada su ilusión de entrar en la Unión Europea, sus posibilidades, a raíz de estos dos nuevos gasoductos, son mayores. Y a esto hay que sumarle las tradicionales relaciones del país con Alemania. Si el nuevo presidente prooccidental de Ucrania,  Petro Poroshenko, está decidido a incluir a su patria en la Unión,[5]  va a resultarle particularmente difícil, luego de todos los condicionamientos internacionales referido más arriba. En el ajedrez europeo, parece que la partida se da entre Berlín y Moscú. El resto están pasando a ser actores de reparto, más o menos importantes, (lo cual incluye a Francia y Gran Bretaña)

Cuando en 2005, Putin dijo, en referencia a la Comunidad de Estados Independientes, que se había creado para hacer un “divorcio civilizado”, quizás nadie pensó que  a más de diez años, acaso ese divorcio se esté dando en la Unión Europea, y que los rusos, y muy particularmente el Nord Stream,  mucho tenga que ver en el asunto.

PD: Mientras esto escribo, 10 de noviembre de 2014,  me llega una noticia[6] que causa conmoción: Rusia y China han concertado un acuerdo gasífero de largo aliento.



[2] Europa, acorralada por dependencia energética, en The economista:

http://www.dineroenimagen.com/2014-04-08/35425#imagen-2 y

Holanda asume el riesgo de seísmos a cambio de extraer gas natural, el país, 18 de febrero de 2013:



[5] La Nación : Martes 16 de septiembre de 2014, Ucrania ratificó su acuerdo de asociación con la UE pero le envió un guiño a los rebeldes.