sábado, 15 de noviembre de 2014

Un sapo de vez en cuando



Un sapo de vez en cuando

No tomo taxis. No tengo plata. Sin embargo, hará una semana, me tuve que subir a uno porque de no hacerlo iba a perder más plata que si subía a un colectivo. El taxista, muy afín al estereotipo locuaz y denso, me brindó un discurso xenófobo imparable. El aval de todo lo que decía era el programa Periodismo para Todos. Yo sabía lo que le habían metido en la cabeza.
El domingo 2 de noviembre tuve que comerme el sapo de ver el programa de Jorge Lanata. Si usamos sólo un hemisferio del cerebro y nos dedicamos a describir el programa, fue más o menos así. El periodista comenzó hablando de la nueva idea de devolver a su país de origen a todos aquellos que vienen a delinquir y son pescados in fraganti.  Es una medida proyectada por el gobierno de Cristina y apañada por un amplio espectro político, donde no faltan los fachos y los arribistas. Lanata, por supuesto, aplaudía la novedad, quedando bien con todos, incluso con la opinión pública, que parece orientarse en esta dirección. A renglón seguido, como quien cambia de tema radicalmente, dedicó un informe en el cual se mostraba lo bien que está la economía paraguaya, con el reportaje a un honesto argentino que fue a trabajar a Asunción, instaló un negocio y prospera. De vuelta en el estudio, el gordo se dedicó a mostrar, con números en la mano, que las economías de Paraguay, Bolivia y Perú son más que envidiables, y terminaba por subrayar que en comparación con esos países hermanos, el nuestro da pena.
Ahora pensemos un poco. Como estrategia periodística es brillante. Fijaos. En primer lugar la noticia, obviamente, induce al espectador a tomar posición, porque es obligado relacionar a los chorritos paraguayos o peruanos, por un lado, y la posibilidad de repatriarlos a sus propios y prósperos países, por el otro. (Es notable el pasaje donde el argentino que emprendió un negocio en Asunción afirma, entre líneas, que nadie lo ha robado.) En segundo lugar porque la inducción hace que el televidente asocie ambas cosas y llegue a la conclusión de que él mismo ha pensado algo por sus propios medios. En tercer lugar porque el informe sobre la buena situación en Paraguay, y su contraste con Argentina, tiene como fin mostrar que el programa es opositor, aunque, por supuesto, estaba operando a favor de Cristina. Y cuarto, porque a mi no se me escapa que el sapo de Lanata pactó desde hace un tiempo una tregua con el gobierno, gobierno que, por supuesto, también necesita de vez en cuando comerse un sapo.
La opinión pública es algo indeterminado, voluble, actual, poco racional, ceñido a los temas contagiosos (“que interesan”), a lo publicitado más que a lo público, a la clase media más que a la baja. Extrañamente, para estar bien informado sobre el quehacer de ese engendro llamado Opinión Pública, es necesario consumir ciertas cosas, aunque indigesten. Al menos para saber cual es el ventrílocuo del tachero.  

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