jueves, 9 de febrero de 2017

¿Qué fue de Ana?

Perón, obras completas, Tomo XXV, editorial Docencia, Pag. 333. (Reproducido también en la página 1281 de la biografía de Perón de Norberto Galasso):

8 de febrero de 1974. Conferencia de prensa en Olivos.
Periodista— (…) la escalada fascista se ha ampliado mucho más. En el término de dos semanas hubo 25 unidades básicas voladas, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda, hubo doce militantes muertos y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha.
Perón— ¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. (Dirigiéndose a un ayudante) Tome los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra esta señorita.
Periodista— Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados fascistas.
Perón— Las está tomando. Esos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha; la ultraizquierda, que son ustedes, y la ultraderecha, que son los otros. De manera que arréglense entre ustedes: la policía procederá y la justicia también. Indudablemente, el Poder Ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la justicia, a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz y lo que ustedes no quieren es paz.
Periodista—Le aclaro que soy militante del movimiento peronista desde hace 13 años.
Perón—Lo disimula muy bien.  

La periodista, aseguran,  pagó caro por haber hecho estas preguntas. Galasso, por algún motivo, omite su nombre. Se llama, o se llamaba, Ana Guzzetti. El cometido de este artículo es, precisamente, indagar qué fue de la vida de Ana y cómo fue realmente el escarmiento que habría sufrido.
Encontré un increíble y bochornoso discurso de Orlando Barone en 678, replicado por Gabriela Cerruti

Barone— En la quinta de Olivos, en el año 74 (…) estaba Perón dando la conferencia de prensa, y estábamos allí todos los periodistas que veníamos de radios y de medios,  y una periodista, ahora el apellido no lo recuerdo, dice una pregunta y lo descolocó totalmente, ¨qué me dice usted, general, acerca de esos parapoliciales que matan gente¨. Perón le preguntó su nombre a qué agrupación pertenecía y que se hiciera cargo de esa denuncia que estaba haciendo. Eso fue una provocación tal cual como está el periodismo hoy. Después de ver las tapas de los diarios y los comunicadores de los medios dominantes, las mentiras permanentes que nosotros estamos observando en los informes. ¿Cómo vas a dar una conferencia de prensa para que te metan a alguien para que esa conferencia de prensa se transforme en un escándalo? En Estados Unidos nunca pusieron en brete a ningún presidente.
Gabriela Cerruti— Puedo decir una cosa. Me parece poco feliz el ejemplo de esa conferencia de prensa ¿Sabés como terminó esa historia? Con la desaparición de esa periodista.
Barone—…

Más allá de que Barone haya elegido un mal ejemplo para defender la negativa de Cristina a dar conferencias de prensa, con el agravante de ponerse del lado de Perón y en contra de su colega, a quien trata de provocadora, la verdad es que no creí ni en él ni en Cerruti. Por principio me fijé si Ana Guzzetti estaba en la lista de desaparecidos, que es pública. Negativo.
Según Clarín, que al otro día comenta el lamentable episodio de Barone, Ana fue torturada durante 10 días,  en 1975, casi un año después de la conferencia, con Perón ya muerto.
Casi obligadamente, youtube me ofreció un reportaje al hermano de Ana. Según cuenta, ella fue torturada y tirada al costado de un camino dos días después de la conferencia, con Perón bien vivo.  Luego marchó a un exilio interno cuando vino la dictadura, en Tucumán. Ya en democracia trabajó para la agencia Telam. Luego su hermano le perdió el rastro; ella se fue enojada. Termina afirmando, casi llorando, que no sabe ni siquiera dónde está Ana y tampoco si está vida (en 2012).
El diario La Nación fue más cauto. Esperó más de una semana para encontrar alguien que pueda decir algo más serio sobre Ana. Le correspondió a Laura di Marco escribir con la cabeza sobre un tema tan pasional.
Di Marco conoció a Guzzeti. Fue en la época de Menem. Ana trabajaba bien y se había reconciliado con el peronismo abrazando el neoliberalismo de Carlitos. No es raro, comenta la periodista de La Nación, muchos ex montoneros volvieron al redil en esos tiempos de indultos tanto por derecha como por izquierda. (Y se podría agregar a eso lo que escribe María O´Donnell en su libro sobre los Born: mucha de la plata que manejaba montoneros fue a la campaña presidencial de Menem, así que nada es tan raro). Di Marco agrega, con cariño extraño, que Ana murió hace pocos años víctima de sus excesos al faso y al alcohol. Uno de los últimos actos que la reivindica fue, anota, su aporte a la campaña periodística por el caso de Cabezas, el periodista asesinado en tiempos de Menem.
Pero resulta que, según la periodista de La Nación,  Ana no era peronista en tiempos de las famosas preguntas a Perón. No al menos peronista convencional. Trabajaba para el diario El Mundo, orientado hacia el ERP, de tendencia marxista, y estaba casada con Sergio Peralta, periodista afiliado y luego expulsado del Partido Comunista. (Cualquiera que conozca la lógica interna de los grupos de izquierda de entonces sabe que es casi imposible que ella sea monto y que él fuera comunista). ¿Ana también mentía o mandaba fruta, como Barone, como Cerruti, en esa conferencia de prensa?
Di Marco habla de que fue torturada, casi como escribiendo al descuido, sin dar fecha. Pero afirma: se salvó de la persecución gracias a César Guzzetti, tío suyo y oficial de la armada, futuro canciller de Videla,  porque antes del golpe ¨aún se podía interceder con algún éxito por familiares de víctimas de la represión ilegal¨. Después hizo buena letra.

Sabemos que no desapareció. De todos modos,  terminamos con más preguntas que respuestas. ¿Era peronista como afirmó en la conferencia? ¿Fue víctima de Perón o es puro cuento? Y si queremos indagar en lo que no nos compete ¿por qué se peleó con el hermano?
Lo que si podemos afirmar de Ana es que tenía mucho coraje.  Pero también podríamos tener reservas en este aspecto. En efecto, escuchemos lo que dijo Barone: ¨ ¿Cómo vas a dar una conferencia de prensa para que te metan a alguien para que esa conferencia de prensa se transforme en un escándalo?¨. Barone tal vez no conocía toda la historia, ¿o si? En un reportaje posterior, confiesa haber conocido y hablado con Ana Guzzetti, ya en democracia. Acaso no recordaba el nombre y el apellido de Ana, pero sí lo que ella le habría contado.

Fuentes:
Perón, Obras completas, editorial docencia, Buenos Aires, 2004
Clarin:







miércoles, 8 de febrero de 2017

Una traumática novela de Pearl Buck

Arthur C. Clarke, tiene un cuento sobresaliente. Se trata de El hombre. Unos astronautas llegan a otro planeta. Pero resulta que ese otro planeta es exactamente igual al nuestro. Peor aún, nadie en ese planeta está interesado en los viajeros, y los mismos viajeros no están muy interesados en ver más de lo mismo. La historia está rematada con algunas apreciaciones filosóficas que empañan el inicio, pero su esencia aún me trabaja la cabeza.  Lo que perturba es no poder dar con lo diferente.

El ángel luchador, de Pearl Buck, es, en gran medida,  una biografía de su padre, un misionero cristiano estadounidense en China, algo así como otro mundo. Buck vivió cuarenta años en ese país y sabía hablar perfectamente mandarín. Es fama que la escritora trata con amabilidad al pueblo chino. Bueno,  esta novela no parece ser el mejor ejemplo en ese sentido. La voy a dejar hablar a ella. En el capítulo VII, leemos:

Los chinos siempre han sido desconfiados con los extranjeros, no solamente con los extranjeros de otros países, sino también con sus mismos compatriotas de otras regiones y provincias. Esta es, quizás, la razón por la cual cada pueblo o ciudad se ha mantenido por siglos enteros como una localidad separada. No han tenido prácticamente gobierno desde arriba ni desde afuera, y el espíritu de clan es muy fuerte. En algunos lugares era costumbre matar a todo extranjero que llegaba injustificadamente, enterrándolo vivo.

Sobre la labor de un misionero en China, como su padre, nos cuanta en el capítulo IX:

Vive entre algunos de sus iguales, los misioneros, y una gran cantidad de los que considera sus inferiores, los indígenas. Su comité regulador está a miles de millas de allí. No hay nadie que controle cuantas horas trabaja y si es perezoso o no. Y el clima, el mezquino pero seguro salario, la cantidad de sirvientes mal pagados, todo facilita la pereza. Y si un compañero es reacio y habla mal de él, y si los chinos conversos están desamparados porque no saben a quién quejarse… No hay nadie para ellos que esté arriba del misionero. Está cerca de dios y asume la autoridad suprema, porque tiene el derecho de conceder o retirar fondos, lo cual significa la vida.

Y a favor del padre de Buck, debemos decir que se rompía el alma laburando, aunque sabemos que podría haberse dedicado a hacer nada.
Ahora, imaginaos una novela que habla permanentemente de cosas que giran en torno de un misionero extranjero en China. Cuando, por ejemplo, nos cuenta que Andrews, el protagonista, ¨fue recibido con amabilidad en una casa donde no lo conocían¨, no está hablando de la nobleza del pueblo Chino, ¡sino de una increíble excepción!  
Por otra parte, el choque cultural está presente en los capítulos V y VI, muy en la dirección de El evangelio según Marcos, de Borges.  En el primero de ellos se narra que Andrews ha perdido una hija y renglones después, en un sermón, Andrews comenta que dios ha ofrecido a su propio hijo, muerto en la cruz, para pagar nuestros pecados, matizando todo eso con alocuciones sobre la virgen María. Las conclusiones a las que puede arribar un chino de aquellos años ante semejante historia, contada por quien acaba de perder una hija, son traumáticas. Pero juzgaríamos mal si no atendemos a otra cosa que nos cuenta Buck en otra parte:   ¨la mujer es tradicionalmente despreciada en China¨ Por lo tanto, para entender bien lo que los aldeanos entendieron de aquel sermón hay que ir más allá… La autora incluye el relato de una anciana que le dice su pena más grande, no haber podido tener un hijo… dios sólo le ha dado nenas que no podrán cuidarla en su vejez.
La historia se vuelve tremendamente atractiva al desarrollar la guerra de los Bóxers, cuando se desató la ira contra los extranjeros y los cristianos fueron masacrados. La autora transmite elocuentemente la desgracia de no tener cara de chino, la necesidad de ocultarse, de deshacerse de la Biblia, por momentos de deshacerse de la vida.  
¿Qué fue del ministerio de Andrews? Bautizó muy pocos. Lamentablemente la mayoría de ellos estaban con él por un sueldito, o porque querían que les enseñara inglés para obtener un buen empleo o porque eran musulmanes sin mezquita y el cristianismo era más afín a Alá que el Confucionismo o el budismo. Él sentía que los chinos no lo entendían, y sentía correctamente. Todo esto lo descubrió muy tarde. Toda una vida esforzándose al pedo. 

El ángel luchador no tiene como escenario la Tierra: China es (era) otro planeta. Tenemos más posibilidades de entender rectamente los diálogos de Platón que las novelas de Pearl Buck, que en fin de cuentas somos occidentales. La premio Nobel nos habla a nosotros, no escribe para que la lean los chinos. Quizás lo más interesante es comprobar que ella misma es un poco china y escribe con naturalidad sobre cosas que para nosotros son muy poco  naturales. Por eso es necesario leerla con cautela, atendiendo siempre a esos dos párrafos que yo transcribo más arriba y al rol femenino en esa sociedad. Si uno no entiende eso, no va a entender la novela, porque  esos pasajes están implícitos en casi cualquier recoveco de esta historia, que no solo nos demuestra que lo diferente existe en la misma Tierra, sino también que leer lo diferente es complicado.