domingo, 12 de abril de 2015

La Naturaleza y el Artificio



La Naturaleza y el Artificio


Un jardín no es naturaleza. Es algo tan artificial como un piano. Los seres humanos odiamos la naturaleza. Un perro que te mueve la cola no es natural. Esta escritura no es natural. La octava de Bruckner no es natural. Una excursión a las montañas no es natural. Rezar no es natural. Una foto con el celu no es natural. La misma idea de naturaleza es artificial (Tarzán no la tiene, Robinson si).  Una maceta no es natural. Un poeta no es natural. Vos no sos natural.

Sin embargo, aún tenemos naturaleza. El llanto de un recién nacido es natural (para el recién nacido). La muerte es natural (me refiero a dejar de ser y no a pensar que vamos a dejar de ser). Los dolores físicos y las enfermedades son naturales.(Las medicinas no). Las cosquillas son naturales. (Los abrazos no). Cagar es natural. (Tirar la cadena no). Pestañar es natural. Dormir es natural. ¿Soñar? ¿Soñar dormido? Tal vez sea natural. Pero soñar despierto definitivamente no es natural, de la misma manera en que no son naturales, los ideales, las pasiones y las emociones.

El pensamiento humano no es natural. Es hermoso, peligroso, atractivo, profundo, vicioso, alto o bajo. Pero no es natural.

De más está decir que hay personas que están más cerca de la naturaleza y otras que están más lejos. Yo procuro alejarme más y más de la naturaleza. Pero tengo cuidado. El bien y el mal no están en la naturaleza.




sábado, 4 de abril de 2015

La nostalgia por el origen



La nostalgia por el origen
(Heidegger y las iglesias restauracionistas)



“Podríamos preguntarnos si el camino intelectual de Heidegger es un peregrinaje místico, pero no hacia dios, sino hacia el Ser”

Juan Manuel Navarro Cordón
,                                                          Heidegger o el final de la filosofía.


Lo que valoro de los ensayos es esa posibilidad de ser un tremendo irresponsable, ese descuido del rigor, ese “yo te mando un bolazo que concebí en dos minutos y vos —acabado investigador— te encargás de averiguar el grado de verdad que hay en lo que dije.” Estas líneas que siguen—y más de la mitad de este blog—corren en ese sentido.

Heidegger se encargó de restaurar el sentido original del Ser. La apertura de Ser y Tiempo está consagrada a eso, a demostrar que toda la historia del pensamiento filosófico sobre el Ser no hizo más que ocultar el verdadero sentido del Ser.

El alemán opera, sin dudas, de la misma manera que los Estudiosos de la Biblia que fundaron las iglesias restauracionistas, por ejemplo la Mormona y los Testigos de Jehová. Ellos también vienen a ser unos revisionistas o restauracionistas del sentido original de algo elemental: dios.

Ahora bien: dios y el Ser se tocan en varios puntos. Basta con suplir todas las veces que aparece en Ser y Tiempo la palabra Ser y reemplazarla por la palabra Dios para comprobar la religiosidad inherente al filósofo. —Con la compu hoy eso es muy fácil—.

Pero hay más. Tanto Heidegger como los estudiosos de estas iglesias abrevan en el griego antiguo y encuentran en esa escritura y en esa lengua la perfección de aquello que estudian. Para el filósofo esa perfección del Ser fue dada a los griegos clásicos, en virtud de su idioma; para las iglesias restauracionistas en el griego del Nuevo Testamento—que los Testigos de Jehova  llaman Nueva Alianza—.

En el alemán y en la teología de estas iglesias encuentro una gran nostalgia por aquello que nunca podremos alcanzar: el origen. Son un poco como los musulmanes, que consideran que el tiempo perfecto se encuentra en el pasado, en tiempos del profeta, y que todo lo que vino después es y será inferior.

No todo es buscar la verdad en nuestras vidas. Encuentro una experiencia estética preciosa en la lectura de Ser y Tiempo y también en la lectura de La Gran Apostasía, de James Talmage. Quizás soy yo. Quizás encuentro en la nostalgia una excusa para creer en dios, o en que dios alguna vez existió.



Algunos enlaces interesantes: