jueves, 27 de noviembre de 2014

Doce lecciones de ajedrez para vivir mejor



Doce lecciones de ajedrez para vivir mejor[1]
           
Para Vanina, que me debe una partida.
Movimiento en los cuadrados, Bridget Riley, 1961

Las analogías comportan un peligro porque suponemos que hablamos de lo mismo cuando en realidad hablamos de cosas diferentes. Por eso no es serio comparar al ajedrez con la vida. Sin embargo proceder de esta manera puede resultar interesante y hasta aleccionador. Estos son doce principios de ajedrez—el número es completamente arbitrario— que merecen ser pensados en el tablero de la vida, que en fin de cuentas la vida es un juego  que a veces se gana y a veces se pierde. Peor aún: a veces se empata... y no siempre se juega.

1)  Una cosa es saber las reglas y otra cosa saber las estrategias. Quien sólo sabe las reglas no sabe jugar al ajedrez.
2) El que sabe jugar está pensando en secuencias relativamente largas de movimientos, aunque las tenga que variar constantemente. No piensa en jugadas aisladas.
3) Cuando un jugador avezado sabe que va a perder, abandona, porque adivina las secuencias que tiene su adversario en la cabeza. Por lo tanto, nunca se le puede dar jaque mate a un jugador avezado. Dicho de otro modo: el que se encuentra cara a cara con la derrota es porque no supo ver más allá de la jugada presente
4) El que no ve más allá de la próxima jugada cree que el juego es azaroso.
5) Hay expertos en la defensa y expertos en el ataque. Hay expertos en defensa que han sido grandes campeones.
6) Si se repite tres veces la misma jugada se da por terminada la partida.
7) Muchas veces se juega rápido solamente para ganar tiempo. (En esos momentos es más importante parar el reloj que mover la pieza.) Cuanto más tiempo ganamos, menos tiempo tiene el rival. Hay mediocres jugadores que han sido campeones porque supieron manejar adecuadamente el tiempo.
8) Muchos grandes campeones eran de una inteligencia mediana a baja fuera del tablero.
9) El sacrificio de una pieza implica una sorpresa para el adversario. La astucia más grande es cuando sacrificamos una pieza importante. Sin embargo la pieza más importante, el rey, no se puede sacrificar. ¿O sí?
10) Lo más importante no es cuanto tablero pueden recorrer nuestras piezas, sino la posición que tienen.
11) Uno termina siendo la sumatoria de los contrincantes que enfrentó. Por eso es importante elegir bien con quienes vamos a jugar.
12) Sólo pensamos en cambiar una pieza de menor valor por una de mayor valor hacia el final de la partida.


[1] Creo que es el título más pelotudo y cursi que se me haya ocurrido nunca jamás.

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