Un
geólogo genial
(Del oligoceno
al Vaticano)
Para Ana, a modo de regalo de cumple, o algo así
Para Ana, a modo de regalo de cumple, o algo así
“Cuidado…
agárrenlo… está loco… delira… es un enfermo… es un hijo de puta”. Estas cosas
se afirma que se escucharon aquella mañana de 1972, cuando un turista que
paseaba por la Basílica
de San Pedro subió a La Piedad
de Miguel Ángel y le encajó 15 martillazos, amputándole un brazo y la nariz. También
afirmaron los testigos que lo hizo al grito de “soy Jesucristo resucitado”. El
victimario se llamaba Laszlo Toth. Murió el 11 de septiembre de 2012, en su
Australia querida. Muchos artistas no lo pueden olvidar y muchísimos más son
los que lo vilipendiaron mientras vivió.
Entre
las cosas que se han escrito sobre Toth, me parece que todas ellas son
impertinentes y no le hacen justicia. Es más, todo lo
que se ha escrito sobre él— o al menos todo lo que he encontrado disponible en
la red y en un bonito libro que poseo—no son más que sinrazones, tanto de los
que lo agreden como de los pocos que lo defienden. Síganme los buenos…
Por
empezar es imposible que una concurrencia de turistas burgueses en el Vaticano,
junto a La Piedad,
diga todas esas boberías que abren este artículo. Lo más creíble es que ante un
tipo que saca un martillo y lo usa salgan cagando para todos lados gritando como
locos y aplastando viejitas y niños en
la estampida. Tampoco es creíble que creyéndose Laszlo en el papel de Cristo,
se dedique a golpear con un martillo el rostro de su propia madre.
Los
argumentos de quienes lo denostaron a Toth son muy obvios, pero paso a
señalarlos por una cuestión de oficio. Dicen que cometió un atropello contra una
obra incomparable, que por más reparaciones que se le practiquen el mármol ya
no se brinda con la integridad de antes, que deberían poner un derecho de admisión en
los museos, que es una herida para la cultura universal, que es una barbaridad,
que bla bla bla bla. A estos argumentos se los refuta muy bien en un blog
maravilloso—que no es este—llamado Memex.
Si se prendiera fuego la Basílica
de San Pedro y tuviésemos que optar por salvar un niño o la Piedad de Miguel Angel
salvaríamos seguramente al niño. Y yo salvaría primero incluso a un gato, incluso
a Laszlo. Pero creo que el argumento merecería ser más radical: Laszlo fue
condenado a nueve años de prisión. Aunque cumplió sólo dos, un solo día de
encierro es una tortura. Y sobre todo si sos inocente, porque lo largaron cuando
lo declararon loco. Así que tuvieron a un pobre loco injustamente preso por 2
años, y no hay plata que pueda reparar ese daño. A La Piedad le pusieron varios
fajos de verdes y listo: reparación cumplida.
Quienes
lo defienden argumentan que el mismo Miguel Angel destruyó algunas de sus estatuas—lo
cual es cierto— y llevan el aserto tan lejos que llegan a decir que Laszlo Toth fue un artista, acaso un tanto
desquiciado, como Van Gogh o Dalí. De esta manera, Toth, que no era artista, sin
querer queriendo habría hecho arte. Con La Piedad quiso darnos un
mensaje velado, una metáfora, un símbolo, o vaya a saber uno que cosa. Bueh…
El
error, tanto de los que hablan en pro como en contra, está en la mirada unilateral que tienen muchos artistas—y
me atrevería a decir que muchas personas—. En efecto, al señor Toth se lo juzga
desde la mirada umbilical del artista. Se miran el ombligo del arte y parten
desde ahí. Sin embargo, ¿cuál era la profesión de Laszlo? Nuestro amigo era geólogo,
y muy destacado. El martillo con el cual le partió la jeta a la virgen era de
hecho un martillo de geólogo.
El Mar Mediterráneo 30 millones de años atrás |
Ahora tratemos de mirar a través de
los ojos de nuestro amigo. Todo comenzó allá por el oligoceno, hace unos 30
millones de años. En aquel entonces existía un mar Mediterráneo mayor que el
actual. Las aguas poco profundas—y la falta de humanos— hacía florecer la vida,
especialmente de moluscos con caparazones, o sea, caracoles marinos de todos
los tamaños. Cuando estos bichos se morían no iban al cementerio, sino que se
depositaban en el fondo. Dado que los caparazones no se descomponen se van
acumulando con el paso de los años, conformando una capa que con el concurso de
mucho más tiempo se constituyen en una roca llamada caliza. La caliza, a su
vez, por un proceso muy complejo y difícil de explicar—no tengo la más puta
idea—, luego de varios millones de años viene a derivar en una roca metamórfica
llamada mármol. (Y ahórrenme el tedioso sinsabor de tener que explicar “metamórfica”).
Finalmente el mar retrocede y el fondo marino se eleva en un proceso sincrónico,
que erosión mediante de las capas de otras porquerías que se han depositado por
encima de nuestra roca, dejan al descubierto el mármol. El mármol de Carrara,
en el noroeste de Italia, junto al mar, es excelente, libre de impurezas, o sea
de otras porquerías. No casualmente este mármol está cerca de Florencia, cuna artística
de Miguel Angel y del Renacimiento, no muy lejos de Roma. Sin este mármol, que
sobra en la cuenca del Mediterráneo, no tendríamos La Piedad, y en cierta forma tampoco tendríamos
Renacimiento.
Laszlo capturado |
Para Laszlo Toth, La Piedad está hecha de
caracoles. Miguel Angel profanó un pedazo de suelo terrestre con historia y
hermoso de por sí, sin ninguna necesidad de ser embellecido conformando una
mujer que siente piedad por su hijo muerto en brazos, que es—mirado desde los
ojos de Toth—un golpe bajísimo al alma.
Sé que mi hipótesis está condenada
al olvido. Pero créame, querido público, es más verosímil que la de aquellos
que sólo se miran en el espejo de su estrecho dominio de conocimiento. Para el
artista sólo existe el arte; para el geógrafo sólo existe la geografía; para el
músico sólo existe la música. Sería bueno enriquecernos con otras disciplinas,
bien alejadas de la que cotidianamente tratamos. Un psiquiatra se quedaría pensando si estaba loco. Un abogado en si nueve años era justo o no. Un zoólogo en los caracoles. Cada profesión determina una manera de ver el mundo. Lo sospeché desde un principio. Cuando era pequeño mi madre me cortaba el pelo cuatro veces al mes, entonces entendí que no solo era peluquera sino que también pensaba como peluquera. Cuando le comenté que Miguel Angel decía que al bloque de mármol sólo hay que quitarle lo que le sobra me entendió perfectamente porque ella operaba de esa manera con el pelo. Pero así no funciona la cosa cuando se trata de juzgar a nuestro prójimo. Abramos nuestras cabezas. Por amor a Laszlo. Por amor al otro.
Algunas referencias:
http://www.danieltubau.com/estanentrenosotros/estan_toth.htm
http://www.reporterodelahistoria.com/2006/03/cronica-la-herencia-de-laszlo-toth.html
Algunas referencias:
http://www.danieltubau.com/estanentrenosotros/estan_toth.htm
http://www.reporterodelahistoria.com/2006/03/cronica-la-herencia-de-laszlo-toth.html
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