La carnicería de Aníbal
Annibale
Carracci fue, en su tiempo, un semidios, el pintor de los pintores, al que había
que imitar, al que había que seguir, al que había que recordar. Sin embargo, el
tiempo, que dicen que hace justicia poniendo las cosas en su lugar, hizo que su
nombre fuera eclipsado por uno de sus contemporáneos, un borracho pendenciero
mal educado que llegó al asesinato: Michelangelo Merisi, que se hacía llamar Caravaggio.
La carnicería es una de las dos pinturas
que Annibale Carracci consagró al divino tema de la nerca. Un hombre está
agachado ocupado en cortarle la cabeza a un cordero, un poco al estilo de El sacrificio de Issac, de Merisi. Por
cierto que no se trata de un cordero de dios, sino de un pobre bichito. A la
derecha un empleado aplica sus músculos en colgar una media res en un gancho.
Al
fondo un tipo prepara para exhibir algún embutido en una posición que recuerda
a la María de
Cleofás de El entierro de Cristo de
su rival, pero que en lugar de elevar las manos al Señor, las eleva al
travesaño de madera donde colgará las vísceras. En primer término un hombre de
blanco diagnostica el peso de una tira de asado. Al fondo, un personaje incierto, acaso el dueño del negocio. Nada queda del divino espíritu.
Y lo mejor: mirad ese hombre de la izquierda.
Es un cliente. Mete la derecha en el bolsillo para sacar la plata. Pero lo hace
con un gesto miguelangelesco, atlético, como para que la composición haga
equilibrio con el sujeto del otro extremo que está levantando la carne. Este
cliente y su pose son un buen ejemplo de una economía ya capitalizada a finales
del siglo XV. Pero también es un buen ejemplo de la banalización de las heroicas
figuras de los cuadros religiosos.Todo esto, Carracci lo hace con una aplicación y corrección admirables. Si usted es observador habrá notado que el cliente introduce la mano izquierda en su bolsillo, no la derecha. También habrá notado que todos los otros personajes parecen ser zurdos. Bueno, eso es lo que parece. Se sabe que muchos artistas emplearon el espejo para poder encuadrar bien las escenas, y por supuesto, siempre los emplearon para hacer autorretratos. Me parece obvio que Aníbal ha tomado esa decisión al momento de pintar esta escena. Es más, arriesgaría que el que tiene los brazos en alto es el mismísimo Carracci.
Carracci, Autorretrato |
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