Amor por los animales
A Ramón le hubiera gustado llevar a su hijo al zoológico, pero tuvo que ir al cementerio de animales. Sobre las lápidas la gente, en silencio, lloraba o marchitaba el rostro. Algunos miraban al cielo buscando una explicación, una respuesta. A Ramón le resultó desagradable comprobar que había más personas de las que esperaba encontrar. No solamente eso, las personas suelen llevar a sus mascotas al cementerio, que ladran, maúllan y mean sobre las tumbas. Una señora bonita hincó sus rodillas sobre el barro y puso el enorme busto sobre una lápida meada, sólo para llorar con mayor comodidad a su difunto perro. Ramón rompió a llorar casi por contagio. Porque a Ramón le hubiera gustado llevar a su hijo al zoológico, pero su hijo estaba enterrado en el cementerio de animales.
Diciembre de 2012
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