Para Gerónimo
Y el sol se detuvo y la luna se paró (Josué:
10:13)
La Tierra y la
Luna se encuentran a más o menos 385 mil kilómetros de distancia. Esta
distancia se mide desde el centro de gravedad de los astros, o sea desde el
centro de cada esfera. Como nosotros nos encontramos en la superficie, a 6. 360 kilómetros
del centro de la Tierra, por lo tanto estamos a 6.360 kilómetros de la Tierra.
Los
escolásticos y los sofistas hubieran estado de para bienes con estas sutilezas
inconducentes. Pero estas sutilezas son muy modernas y actuales, y aunque
difieran radicalmente de las antiguas, no por ello dejan de ser asombrosas. (Incluso yo diría que son más asombrosas, porque comportan algo que se llama realidad, que vivimos a diario, tal vez
sin darnos cuenta.)
La materia fue
tematizada desde la antigüedad. La defendieron los atomistas, la denostaron los platónicos,
la dignificaron los artistas. Incluso fue una fuente inagotable de sutilezas. Un ejemplo de barbarismo sutil lo encontramos en la siguiente cadena de alta lógica y bajo sentido común. La materia bien pudo no haber existido. Pero existe. Sin embargo, algo que
existe, pero pudo no haber existido, no tiene una existencia cabal, como
razonaron los de la escuela de Megara, porque si algo realmente existe no puede
un buen día venir a la existencia, como quería Parménides, sino que tiene que
existir por siempre, por la eternidad, o sea, por fuera del tiempo. Como el
tiempo nos demuestra que todo nace y muere, el tiempo tampoco existe.
Afortunadamente
un buen día vino Aristóteles a poner las cosas en su lugar (las cosas existen y
están en la realidad). Pero Aristóteles tuvo una reflexión ambigua sobre la materia.
Veamos. Vivimos en un mundo material, gobernado por el tiempo, que hace que la
materia tenga un devenir y las cosas nazcan y mueran (se transformen). Hay cuatro
elementos esenciales en nuestro mundo material:
fuego, agua, tierra y aire. Sin embargo, sobre nuestro planeta esférico, a
partir de la Luna, hay una cantidad de más o menos 55 esferas que rotan y
desplazan a los astros en el cielo. Estos astros se mueven sobre un quinto
elemento: el éter. Este es un elemento muy sutil, que no corrompe la materia. Así, los planetas y las estrellas no nacen ni mueren. Aunque son materiales,
giran por el firmamento eternamente en un movimiento perfecto, circular, en el
éter, en torno a nuestra Tierra. Más allá de todas estas esferas está el
Primero Motor Inmóvil, que es el nombre
del Dios aristotélico. Es una divinidad inmaterial, ajena al tiempo, a la
materia y a cualquier elemento. En síntesis, nuestro planeta está en el centro del
universo. Por ende, la materia y el tiempo también están en el centro del
universo. Y a medida que nos elevamos, tenemos menos materia y menos tiempo
hasta alcanzar la eternidad (la eternidad no es la sumatoria del tiempo, sino
algo que está fuera del mismo.) Entonces, si nos alejáramos de la Tierra, nuestros relojes se
empezarían a detener, hasta que finalmente se detendrían al llegar a Dios. Este
Primer Motor Inmóvil, que no se mueve porque todo movimiento implica un cambio
y por lo tanto el concurso del tiempo y de la muerte, sin embargo, atrae a todo
el universo hacia él. No lo hace porque quiere, sino porque el universo se
siente atraído inevitablemente. Nuestro mundo material y temporal es, por
tanto, el más alejado de dios. Sin embargo, tanto la materia como el tiempo son
increados. Las cosas pueden nacer y morir bajo el imperio del tiempo. Pero la
materia en sí misma y el tiempo son eternos, como el mismo dios inmaterial.
Antes de
abordar a Einstein es necesario decir algo sobre Copérnico y sobre Newton. Del
primero ya me encargué en La órbita de
Copérnico (y dejo al final el enlace para los que quieran chusmear.) Este
polaco planteó que no era nuestro planeta el centro del universo, sino el sol. No
obstante lo revolucionario que podría suponer esto, dejaba lugar a seguir
pensando en lo términos aristotélicos que, mil setecientos años después de su
muerte, aún se manejaban. En otras palabras, tal vez el sol sea un tanto más
material que la Tierra y acaso los relojes caminaran más deprisa en su caliente
superficie. Sin embargo, el Dios del filósofo quedaba incólume. Después de la
Tierra y a muchísima distancia, se encontrarías las estrellas (Copérnico no sabía
que el Sol es una estrella) y mucho más allá el Primer Motor, la inmaterialidad
y la intemporalidad.
Newton, por su parte, describió la teoría de la gravitación universal. Lo importante de esto está en la última palabrita: ¨universal¨. Esto supone (a los fines que a mí me interesan destacar) que el tiempo y el espacio son absolutos. Esto es lo que casi todo el mundo cree empíricamente. Los relojes funcionan igual en cualquier lugar del universo. La gravedad actúa sobre el espacio y el tiempo, y no los modifica en nada. O sea, son absolutos. Newton nunca hubiera sido amigo de Aristóteles, porque con su teoría, le daba jaque mate al dios del griego. Además, para el inglés, la gravedad es mayor cuanto más masa o materia tiene un cuerpo. Así, la gravedad que ejerce la Tierra es menor que la que ejerce el Sol. Dicho de otro modo, no importa si la materia está cerca o está lejos en la última estrella que vemos. La materia cobra dignidad con Newton, y los relojes funcionan igual ya sea en casa, ya sea en Criptón.
Newton, por su parte, describió la teoría de la gravitación universal. Lo importante de esto está en la última palabrita: ¨universal¨. Esto supone (a los fines que a mí me interesan destacar) que el tiempo y el espacio son absolutos. Esto es lo que casi todo el mundo cree empíricamente. Los relojes funcionan igual en cualquier lugar del universo. La gravedad actúa sobre el espacio y el tiempo, y no los modifica en nada. O sea, son absolutos. Newton nunca hubiera sido amigo de Aristóteles, porque con su teoría, le daba jaque mate al dios del griego. Además, para el inglés, la gravedad es mayor cuanto más masa o materia tiene un cuerpo. Así, la gravedad que ejerce la Tierra es menor que la que ejerce el Sol. Dicho de otro modo, no importa si la materia está cerca o está lejos en la última estrella que vemos. La materia cobra dignidad con Newton, y los relojes funcionan igual ya sea en casa, ya sea en Criptón.
Einstein va a
dar otra vuelta de tuerca a este asunto. Va a demostrar que el tiempo y el
espacio son una misma cosa (tiempo-espacio) y que son (es) relativos. Esto trae
serias consecuencias para todo el pensamiento anterior y posterior,
principalmente porque es contraintuitivo a escala humana. Es, groso modo, como
la teoría de la evolución o la tectónica de placas que hace que los continentes
se muevan: no lo podemos ver con
nuestros propios ojos. ¿O sí?
Los que
regulan los satélites que dan vuelta la Tierra a diario para que vos puedas
tener GPS lo ven siempre. Estos satélites surcan los cielos a 20 mil kilómetros
de la superficie. Tienen un reloj que debe ser regulado. Estos relojes
se adelantan permanentemente, inexorablemente. La razón es que, a medida que
nos alejamos del centro de la Tierra, del centro de la materia, los relojes se
aceleran, exactamente al revés de lo que pensaba Aristóteles. Explicando a Einstein
con palabras de Newton podríamos decir que a menor fuerza gravitacional mayor
aceleración del tiempo, y viceversa[i].
La cercanía de grandes masas detienen
las agujas. Pero lo interesante del asunto es que el tiempo se mueve con el espacio, porque son lo
mismo. Moviéndonos a velocidades cercanas a la de la luz o sobre un planeta muy
enorme no notaríamos nada en nuestro reloj y en nuestro entorno, pero sólo nosotros no nostaríamos nada raro. Un observador externo vería que adelantamos el tiempo hacia adelante, que literalmente viajamos al futuro. Cuando los
astronautas vuelven a la Tierra, luego de andar orbitando lejos de nuestra material Tierra, para ellos han pasado ochocientas horas, pero
para nosotros han pasado dos minutos menos. Dicho burdamente, ¡sólo
alguien que lo ve desde afuera puede notar la diferencia!
Vamos a poner
ejemplos concretos. Usted y yo somos masa, somos materia. Aunque usted no lo
sepa está generando a su alrededor un campo gravitatorio y una detención del
tiempo-espacio, despreciables de tan pequeñas, pero es la que su cuerpo genera.
Todo el planeta genera lo mismo, aunque de modo más evidente. Si pudiéramos ver
a alguien parado en el centro de la Tierra, que es su centro de gravedad, y pudiéramos
ver su reloj, comprobaríamos que su reloj casi se ha detenido. (No para él, sino para nosotros). O un ejemplo
más posible de realizar: si alguien vive en el polo (más cerca del centro
terrestre), vivirá una vida más larga que alguien que vive permanentemente en
La Paz, Bolivia, que está más lejos. Tal vez sea sólo un segundo, pero lo
suficiente como para que dos hermanos gemelos, nacidos unos segundos uno del
otro y muertos ambos en un accidente cuando se reencontraron, tengan que discutir
en el cielo cuál es el mayor después de vivir en aquellos lugares separados
durante tanto tiempo. Por supuesto, el ejemplo que da Einstein es más visceral.
Los agujeros negros son las mayores concentraciones de materia en el universo. Atraen
la materia que los circundan y se la tragan, incrementado su masa. Si pudiéramos
ver una persona en un agujero negro (es imposible, pero muy persuasivo como
argumento), veríamos no sólo que su reloj ya no camina, sino que su corazón
también se ha detenido. No obstante lo cual, esa persona aún estaría viva, pero
viviendo por fuera del tiempo-espacio, en la eternidad.
Einstein entendió, contrariamente a
Aristóteles, que la materia detiene el tiempo, y que, por el contrario, a
medida que nos alejamos de la materia, los relojes se aceleran (relativamente,
o sea siempre según la mirada de un observador externo). Sin embargo, está implícita
en la teoría de Aristóteles que en algún punto del éter el tiempo debiera de
transcurrir relativamente antes de
detenerse. ¿Y qué lugar queda para dios en todo esto? Einstein demostró que la eternidad, la detención del
tiempo, es algo relativo, pero posible. Podemos así imaginarnos a dios
durmiendo literalmente en el fondo de un agujero negro. Sería un dios sólo para
nosotros, no para él mismo. Sería un dios como el que soñó Aristóteles, ajeno a nosotros, pero que de una
u otra manera, somos atraídos hacia él.
Relatividad y GPS: http://diarium.usal.es/guillermo/files/2013/04/GPSyRelatividadporGuillermoSanchez.pdf
Enlace Copérnico:
http://baojose.blogspot.com.ar/2011/11/la-orbita-de-copernico.html
[i] Einstein
no habla de gravedad sino de curvatura
del espacio- tiempo. De hecho él es quien termina por destruir la idea de
gravedad. Pero a los fines pedagógicos...
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