miércoles, 6 de enero de 2016

Jardines de infantes



El sur de la Rioja es tierra de pocos. A esa parte de la provincia se la conoce como Los Llanos. Nunca hubo mucha gente, pero siempre fue una región conocida por su historia. Tierra de caudillos, de allí son Facundo, el Chacho y, por adopción, Varela.  Un  lugar carente de agua de vida y de personas.  Y si alguna vez fue tan importante en nuestra historia es porque en el siglo XIX todo nuestro país era un desierto.
Desde el comienzo Los llanos fueron poblados por tres o cuatro familias: los Ávila, los Tello, los Vera, los Vallejo  y los Peñaloza. Con el tiempo hubo unos pocos más, como los  Quiroga. De esta manera, no era raro que se casaran entre ellos. Así encontramos infinidad de apellidos compuestos como Ávila Peñaloza, Tello Vera o Tello Ávila.  Es el caso de Ricardo Vera. Ricardo se había casado con su prima hermana, Benaranda Vera. Muerta esta, insistió en casarse con otra de la familia, Teodosia Tello.
El ya nombrado Chacho Peñaloza no necesita presentación. Fue un caudillo arriesgado que quiso enmendar la fatalidad. El mundo había cambiado y él defendió la causa perdida. Cuando se vio acorralado se entregó a un paisano amigo y vecino: Ricardo Vera, pensando que de esa manera  iba a evitar un escarmiento ejemplar. Pero el incestuoso (tal vez interpretando correctamente los nuevos tiempos) lo entregó para que sea ejecutado.
Rosario Vera Peñaloza, de la familia del traidor, de la familia del traicionado, hija  de Los Llanos, fue la famosa pedagoga que fundó jardínes de infantes por todo el país. Para eso, se vio obligada a salir de su provincia. Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos la abrazaron.  En 1950 fue invitada a La Rioja, con 77 años encima, para la inauguración de un jardín que fue bautizado con su nombre. Se descompuso. Murió en los brazos de su doctor: Jorge Vera Vallejo. Nunca se casó. Seguramente tuvo millones de hijos. 


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