jueves, 5 de mayo de 2016

Bi

Se impuso el mapa Bicontinental de la Argentina en las aulas. Se sabe, se debería saber: esa porción de la Antártida que ves en el mapa al sur de la Tierra del Fuego no es Argentina. La Antártida no es de nadie, independientemente de lo que los mapas de nuestro país indiquen. Tampoco es Chilena, claro. El Tratado Antártico de 1959 asegura a los países que reclaman su reclamo. Eso es todo.

Pero si queremos adoctrinar a nuestro pueblo podríamos recurrir a sutilezas más reales, aunque no por ello menos idiotas.

Lo que muestra el mapa de la derecha es el recorrido de la falla Magallanes-Fagnano, que separa la placa sudamericana de la de Scotia. Esto hace que un sector de nuestro país y de Chile se encuentre en una placa tectónica diferente de la que incluye a todos los otros países de América del sur. Sin dudas, Colombia, por sus islas del Caribe; Ecuador por las Galápagos o el mismo Chile por las de Pascua pueden decir con comodidad que se encuentran en otras placas, además de la sudamericana. Pero sólo este último país y nosotros podemos decir que tenemos una porción significativa del territorio en otra placa y que al mismo tiempo no deja de ser parte de Sudamérica. Así podemos llenarle la cabeza a los pibes con Argentina, país Biplaca.

Tan estúpido (y real) como lo dicho puede ser lo siguiente. El estrecho de Magallanes es íntegramente chileno. Claro que esto es así solo bajo el supuesto de que el estrecho tenga como límite norte de su boca oriental a Punta Dungeness, que es lo que se ha acordado con Chile. Pero resulta que ese criterio es subjetivo. La realidad para los marineros es que el estrecho comienza en Cabo Vírgenes, unos 9 kilómetros más al norte. Ahora bien, como el Magallanes es un estrecho que pertenece al Pacífico, Argentina tendría, bajo este criterio, 9 kilómetros de costa sobre ese mar. En consecuencia, tenemos un país bioceánico.

Entonces: tenemos un país Bicontinental, Biplaca y Bioceánico. ¡Una maravilla! Sabemos que hoy por hoy no hay hipótesis de conflicto. Pero, llegado el caso, podríamos adoctrinar a los pibes con estas naderías para que vayan a dar la vida por la patria. ¡O juremos con gloria morir!


Nota: una hipótesis de conflicto futura la podemos imaginar como sigue. Algún día—ya va a llegar—la Antártida es declarada territorio de todos y de nadie. En ese momento muchos argentinos entenderán que nos han robado una porción de territorio que era nuestro desde siempre. Constituirá, sin dudas, una nueva pérdida territorial, de la misma manera que perdimos Bolivia o Paraguay en el siglo XIX, según entienden no pocos historiadores con vocación de almohada. 

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