Para Patricia, colega romana que
reconocí en las calles de Claromecó
...yo sentía que el mundo es un
laberinto, del cual era imposible huir, pues todos los caminos, aunque
fingieran ir al norte o al sur, iban realmente a Roma...
(Jorge Luis Borges. La muerte y la brújula)
El 9 de mayo de 1978 las Brigadas Rojas matan a Aldo Moro,
luego de mantenerlo cautivo por 54 días. Meten el cadáver en la baulera de un
Renault 4 y dejan el auto en Via Caetani, en pleno centro de Roma. Los
secuestradores son quienes dan indirectamente la alarma sobre el vehículo.
Cuando la policía encuentra el cuerpo, cubierto con una frazada y aún caliente,
la noticia es tapa en todo el mundo.
Moro había estado maniobrando una alianza entre la
Democracia Cristiana, de la cual era líder, y el comunismo italiano.
Aparentemente esto generó algún tipo de conflicto al interior de su partido.
Una vez secuestrado (para lograrlo mataron a todos sus custodios), los miembros
de la Democracia Cristiana y del Partido Comunista tuvieron que decidir qué
posición tomar ante los hechos. Negociar con los terroristas, que pedían un
montón de cosas a cambio, era un síntoma de debilidad. No negociar era
condenar a Moro a mejor vida. Finalmente decidieron, como los monos, cerrar los
ojos, los oídos y la boca, y que sea de Aldo Moro lo que dios quiera.
…Y entonces fue cuando el ex primer ministro apareció
adentro de un auto. Todos pusieron el grito en el cielo. Se habló de crueldad,
de sadismo; se habló, claro, como acabo de hacer en estas líneas, de
estrategias de alianza que Moro propició, de la hora y hasta de los minutos que
el cadáver llevaba en el auto. Pero nadie se engañó con el reloj más
importante, el cadáver aparecía en el mismo momento en que en la sede de la
Democracia Cristiana se debatía sobre el asunto de Moro. Y, más aún, hubo una
ignorada mente fría que advirtió un hecho notable: el auto con el cuerpo había
sido dejado a mitad de camino de las sedes de ambos partidos. Alguien había
pensado en el espacio.
Este descubrimiento tomó vuelo. El mensaje que las Brigadas Rojas daban con
la estratégica maniobra era claro: ¨esto les pasa por no negociar¨. ¿Pero
había otro mensaje en el tiempo y en el espacio? ¿Estas sutilezas, así como la
fina logística del secuestro, podía ser obra de unos cuantos terroristas de
izquierda?
Hoy se sabe que las Brigadas Rojas no actuaron en solitario
y que muy probablemente fueron el mascarón de proa o los soldados ejecutores de
una organización masónica llamada
Propaganda Due, más conocida como P2, cuyo líder, Licio Gelli, gustaba
llamarse, ¨el titiritero¨. Me veo obligado a hacer una pequeña reseña de la
Propaganda Due para que se entiendan las líneas que siguen.
El año pasado Carlos
Manfroni publicó una historia de la Propaganda Due. Aunque sus conclusiones
urden una trama conspirativa tan extensa que mueve al escepticismo, lo cierto
es que la obra está muy bien documentada y en esencia es fiable. En ella
vincula de modo plausible a la P2 con los asesinatos de Aldo Moro, de Roberto
Calvi, la extraña muerte del Papa Juan Pablo I y el atentado en la estación de
Bolonia, donde murieron 85 personas. Si bien estos hechos ya habían sido
vinculados con la P2, Manfroni va más lejos, al vincular a la logia con los
líderes de varios movimientos extremistas como Montoneros (o las ya citadas
Brigadas Rojas). Así llega a la conclusión de que la P2 estuvo implicada en el
golpe argentino de 1976, en la guerra de Malvinas y en el robo de las manos de
Perón. ¿Quieren más? Vincula a su vez a estos con el líder libio Gadafi y por
lo tanto con varios atentados, alguno de los cuales deja librado a la
imaginación del lector. Es mucho, pero es muy seductor. Lo cierto es que desde
1981, cuando el juez Thomas Griesa (sí, el mismo) descubrió una lista de
miembros de la Propaganda Due que incluía a López Rega, a Lastiri y a
Massera, (por no hablar de los vínculos carnales que tenía Juan Domingo Perón
con el titiritero Gelli), las pruebas son suficientemente contundentes como
para analizar detenidamente las implicancias espaciales y temporales de la
muerte de Moro.
¿De dónde sacaron la idea de dejar el auto estratégicamente
entre las dos sedes partidarias? ¿De dónde la de fabricar en el tiempo, como
veremos, un criptograma? Una posibilidad es que se les haya ocurrido. Posible,
pero no interesante. Otra posibilidad sería que hayan recordado un cuento de
Borges, autor cuya fama llegaba por entonces hasta la estratósfera y que había
visitado Roma, con gran suceso, sólo unos meses antes, en 1977.
El célebre cuento se llama La muerte y la brújula. Como explicar un cuento breve y lleno
de riquezas es una falta de respeto, sólo voy a relevar del mismo lo que nos es
pertinente. En el mismo hay dos órdenes de simetrías: espacial y temporal, que
se corresponden entre sí. En una primera teoría,
un triángulo equilátero queda conformado en el espacio tras la sucesión
de tres crímenes. En otras palabras, en cada ángulo del triángulo se produce un
asesinato. A su vez, estos tres crímenes se dan en una simetría temporal, a
saber: 3 de diciembre, 3 de enero y 3 de febrero, mediando 31 días entre cada
uno. A último momento el investigador del cuento nota un error: el número mágico
no es el 3, es el 4. No se trata de un triángulo equilátero, sino de un
cuadrado (un rombo), donde están incluidos los 3 ángulos anteriores (y los
crímenes anteriores). Por lo tanto, en el cuarto ángulo se deberá producir otro
asesinato, que termina siendo el asesinato del mismo investigador. Además, como
en el calendario hebreo los días se inician al atardecer, todos los crímenes se
han cometido, bajo esta lógica, el 4 y no el 3 de los meses ya referidos. La
victima (el investigador), finalmente, antes de morir, les sugiere a sus
asesinos otra estrategia. No hace falta, les indica, construir un triángulo; basta
con una línea recta. En un extremo se da un crimen, en el opuesto otro. El
tercer crimen se comete a mitad de camino de ambos. El cuarto a mitad de camino
entre un extremo y el punto del medio.
En este escrito, por limitaciones de la realidad, me voy a
contentar con tomar como número fetiche el 3, no 4, de modo que trataremos
sobre triángulos y rectas con un punto medio; no con rombos y segmentos
subdivididos.
El espacio
Sin muchas esperanzas, aprovechando la tecnología del Google map, familiarizado con
el plano de Roma, pasé una línea recta sobre el lugar de vía Caetani donde
dejaron a Moro para ver si podía vincular la sede del obispo de Roma (la
basílica de San Juan de Letrán), con la basílica de San Pedro, en el
Vaticano. No lo hice al azar. Lo que enlacé fue el crucero de la nave de la
primera con el vértice de la cúpula de la segunda, o sea, lo que la lógica
indica. Noté con asombro (con gran asombro) que la línea recta efectivamente
pasaba sobre via Caetani, exactamente por el lugar donde dejaron el Renault 4.
Pero no sólo eso, la línea, que mide 4.650 metros, cruza el lugar donde dejaron
el auto a 2.230 metros de San Pedro y a 2.420 metros de San Juan de Letrán.
Esto es, si 2.325 es el número mágico que marca la mitad del trayecto, sólo es
un error de 95 metros sobre 4.650. Casi nada, como se ve en el siguiente mapa[ii]:
A pesar del asombro que me causó mi descubrimiento, no me
engañaba. Simplemente podría tratarse de una casualidad. Revisé qué relación
podría tener la basílica de San Juan de Letrán con Moro. Leí lo siguiente en la
edición del 14 de mayo de 1978 del diario El
País de España.
Roma dio ayer el último saludo a Aldo
Moro. Jamás un político que no fuera jefe de Estado tuvo un funeral tan
solemne. Fue la primera vez en la historia del papado que un pontífice presidió
el rito fúnebre y, fuera del Vaticano, de un laico. (…)Este gesto de Pablo VI fue acogido
por la prensa como una señal de « reconciliación » en un momento tan dramático
para Italia, que podría llevar a una guerra civil. (…) La
radio italiana, para que de algún modo el cuerpo de Aldo Moro estuviera
presente en la basílica de San Juan, transmitió durante la ceremonia una serie
de servicios desde Torrita Tiberina,
el pueblecito, a cincuenta kilómetros de Roma, donde fue enterrado en silencio
el cuerpo del líder democristiano (…)
En otras palabras, el velorio de cuerpo ausente de Aldo
Moro se celebró en San Juan de Letrán, la verdadera basílica del obispo de Roma.
Fue el 13, cuatro días después.[iii]
Por otra parte, la relación entre vía Caetani y la Basílica
de San Pedro era más cristalina: la muerte del sucesor de Pablo VI, Juan Pablo
I. Más adelante volveremos sobre este tema.
Ya tenía algunas pistas. Sin embargo, Borges, en quien
creía ciegamente, no había tratado solo con rectas, sino también con
triángulos. En lugar de resignarme me revelé. Exploré el mapa de la ciudad de
mil maneras, lo imprimí, lo di vuelta, lo soñé. Temí que el acertijo se me
escapara.
El tridente, Roma. Con sus iglesias simétricas |
Una de las operaciones urbanística que emprendieron los
jefes de la iglesia fue desenterrar los obeliscos egipcios que se encontraban
bajo siglos de barro. Luego los emplazaron en sitios prominentes. El
primer sitio que tuvo destinado un obelisco resucitado
fue la Piazza del Popolo.
Otra de las operaciones urbanísticas de aquel entonces fue
unir sitios destacados de la ciudad con líneas rectas. La mayoría de las líneas
rectas, o más o menos rectas, que nos devuelve hoy el plano de la ciudad,
fueron intervenciones llevadas a cabo durante el Renacimiento y el Barroco. La
más famosa quizás sea la conocida como ¨el tridente¨, esas tres calles que
parten desde la Piazza del Popolo, donde se abría desde antiguo una puerta sobre
la muralla Aureliana. El tridente no fue planeado de una sentada, se dio así.
La idea era unir el acceso norte de la ciudad (la puerta y la Piazza del Popolo)
con dos lugares referenciales: la Piazza Navona, con una vía, y la basílica de
Santa María la Mayor, con otra vía. El eje del centro, la famosa vía del Corso,
ya existía.
El prestigioso sitio Urban
Network, muestra así las intervenciones que se hicieron entonces:
Perezosamente recordé que muchas ciudades, como Buenos
Aires, La Plata, y especialmente Washington, tienen en su trama figuras
masónicas. Entre esas figuras, por supuesto están el compás y la escuadra, el
obelisco y el triángulo equilátero. Roma podía tener, a pesar de su antigüedad, este tipo de figuras. Busqué en la web y me encontré con esto:
Sin embargo, cuando me detuve a mirar el plano me quedó
claro que había un símbolo masónico que
saltaba a la vista, especialmente la estructura de compás y escuadra, iguales a
las que se ven en Washington, hechas o completadas en el siglo XIX, con la
masonería en su cima. Entre estas estructuras, que se me ocurren obvias, está
el tridente. En efecto, el eje que cierra la escuadra del tridente por el
sudeste es de tiempos modernos. En todos los casos, el compás (en rojo) se abre
en un ángulo de 50 grados.
Había encontrado tres juegos de escuadra y compás. ¿Y eso
era útil? Me sentía más como un albañil que como un investigador. (Masón viene
de una palabra que significa ¨albañil¨ y eso me hizo recordar el cadáver de
Roberto Calvi, miembro de la P2 y traidor a la organización, conocido como ¨el
banquero de Dios¨ por su incidencia en el banco Vaticano, encontrado muerto en
1982 colgado de un puente del centro de Londres, con ladrillos en sus
bolsillos). También, como un albañil, me la pasaba midiendo.[iv]
…Y
entonces se me ocurrió que tal vez la Piazza del Popolo tuviera algo oculto, un
secreto. Debía medir la distancia entre la plaza, puntualmente su obelisco, y
via Caetani. El resultado fue de 1.830 metros. Luego medí instintivamente la
distancia que media entre dicho obelisco y el obelisco de la plaza de San Pedro. No
salía de mi asombro. La distancia era la misma: 1.830 metros. Con gran entusiasmo—y algo de preocupación—,
cerré el triángulo uniendo la Plaza de San Pedro con via Caetani. El resultado:
1.960 metros. Se abrió ante mí un triángulo equilátero casi perfecto:
El tiempo
Ahora bien, de las múltiples muertes que se sabe tuvo algo
que ver la logia Propaganda Due, ¿cuál
era la que seguía en la secuencia? Aldo Moro fue muerto y encontrado el 9 de
mayo de 1978. El 26 de agosto es elegido Juan Pablo I como nuevo Papa. Muere 33
días después, el 28 de septiembre. Hoy casi todos coinciden en que fue
asesinado, y las miradas apuntan a la Propaganda Due. Por lo tanto, median 142
días entre la muerte de Moro y la del Papa.
Siguiendo La
muerte y la brújula de
Borges, y suponiendo que también siguieron ese camino los perpetradores de
semejantes crímenes, me pregunté obligadamente qué habría acontecido en la
Piazza del Popolo 142 días después de la muerte de Juan Pablo I, para
satisfacer la simetría temporal y ajustarla a la espacial. Eso me llevaba al 17
de febrero de 1979. Busqué en esa fecha y también en las inmediatas anteriores
y posteriores. La cantidad de muertos es tal que me encontré con un problema
por exceso, no por defecto, unos 3 o 4 por día. Había de todo: políticos
menores, policías, empleados administrativos… Tal vez no me fue fácil precisar
geográficamente cuál de ellos fue muerto en la Piazza del Popolo o en sus
inmediaciones, pero el espíritu de la época aportaba numerosos candidatos.
Repitiendo lo que anota El país de
España por aquellos tiempos: ¨un momento tan dramático para Italia,
que podría llevar a una guerra civil.¨
Acaso tenía que ir hacia atrás en el tiempo para obtener
simetría con algún nombre y apellido inapelable. Si retrocedía 142 días desde
la muerte de Moro me iba a encontrar con la visita de Borges a Roma. ¿Ese
diciembre estuvo Jorge Luis en la Piazza del Popolo? Era sumamente tentador hacer encajar a Jorgito
en la ecuación, pero me contuve. Una búsqueda amplia me dio pocos datos, la
distancia temporal y la falta de digitalización de la mayoría de los diarios
italianos atentaban contra mi investigación de modo permanente. [v]
Me
estaba volviendo loco ante la necesidad que tenía de encajar algo en el tiempo
que justificara mis razonamientos anteriores. Estaba perdido en mi propio
laberinto. Sin embargo, vi una luz al final
del túnel, si Borges no era tan consistente en sus fechas (hay errores en ese
mismo cuento), yo tampoco tenía que ser tan exigente conmigo mismo.[vi]
A modo de
conclusión
Me cansé de explorar. Me venció la certeza de que quienes se encargaron de estas cosas son los dueños de los cielos, y de que yo sólo nunca podré bajarlos a tierra. Lo máximo que se puede hacer es encarar, como intenté en estas líneas, una tarea descriptiva, siempre parcial, enumerando cosas dispersas. Es como armar un rompecabezas con fichas que faltan o están repetidas.
Sé que la investigación puede parecer poco consistente. Incluso sé que sin fe por parte del lector todo se reduce a una serie de coincidencias y casualidades. Pero lo realmente importante no es resolver el caso de Aldo Moro. Lo importante es saber que hay alguien, o algo, que seguramente está fabricando criptogramas muy sofisticados en el tiempo y en el espacio, para pocos, para muy pocos.
Y por último siempre estará la posibilidad de confeccionar una ficción con estos datos reales. Es lo que Jorge Luis solía hacer. Aunque en este caso parece que armaron la realidad con un cuento suyo.
Sé que la investigación puede parecer poco consistente. Incluso sé que sin fe por parte del lector todo se reduce a una serie de coincidencias y casualidades. Pero lo realmente importante no es resolver el caso de Aldo Moro. Lo importante es saber que hay alguien, o algo, que seguramente está fabricando criptogramas muy sofisticados en el tiempo y en el espacio, para pocos, para muy pocos.
Y por último siempre estará la posibilidad de confeccionar una ficción con estos datos reales. Es lo que Jorge Luis solía hacer. Aunque en este caso parece que armaron la realidad con un cuento suyo.
BIBLIOGRAFÍA y sitios consultados:
Sobre la muerte de Aldo Moro:
MANFRONI C. (2016) Propaganda Due. Buenos Aires,
Sudamericana
Madrid MOSCA C. ROSSANA R.
(2008) Brigadas Rojas. Entrevista a
Mario Moretti, Madrid, Akal.
La Vanguardia:
El confidencial:
Sobre Juan Pablo Primero
Sobre el tridente, del
sitio Urban Networks:
Borges y sobre Borges e Italia:
Algunos artículos que mencionan
el lugar donde dejaron el auto, entre las dos sedes partidarias:
Masonería:
Iglesia Santivo alla Sapienza:
Otras
entradas sobre Borges en este blog
Sobre el obelisco vaticano
http://www.hotelesderoma.es/que-ver-roma/secreta-mauro-cannella/los-obeliscos-de-roma/
Atentado a San Juan de Letran, 1993
http://elpais.com/diario/1993/07/28/internacional/743810401_850215.html
Atentado a San Juan de Letran, 1993
http://elpais.com/diario/1993/07/28/internacional/743810401_850215.html
Conversor de calendario de
gregoriano a hebreo
Conversor de calendario
gregoriano a musulmán
[i] En El
caso Moro, Leonardo Sciascia ya trabajó el aspecto borgiano de este
crimen, pero con otro cuento. Extraño, extrañísimo, me pareció comprobar que el autor relacionara el
tema de Aldo Moro con Pierre Menard, autor del Quijote. También analiza las cartas de Moro desde el cautiverio,
pero pasa por alto La muerte y la brújula. Algo sobre este libro en la
edición del diario Clarín del 17/8/2011,
https://www.clarin.com/rn/literatura/Aldo-Moro-Leonardo-Sciascia-El-caso-Moro_0_Bk0NHAnvXe.html
[ii] La realidad no posee punto medio de un segmento de recta
que sea perfecto. La realidad no es ideal. Por eso mismo no se da la perfección
nunca, siempre hay unos metros de realidad que perjudican el ideal. El auto,
con el mensaje, fue dejado
a 150 metros de una sede partidaria y a 200 de la otra. En esa diferencia de 50
metros no se buscaba, creo, enriquecer el mensaje. Probablemente tenían
definido el lugar exacto para satisfacer la equidistancia, pero muy
probablemente el lugar donde debía ser estacionado el auto estaba ocupado por
otro auto y muchos otros habría en sus inmediatas proximidades. También
los tiempos de desplazamiento fallaron. (Mario Moretti, líder de las Brigadas
Rojas, cuenta en un famoso reportaje, que dejo en esta bibliografía, los
contratiempos que surgieron en el camino). No obstante lo cual, el mensaje se
entendió lo mismo, metros más, metros menos.
[iii] Si tenemos en cuenta que en el cuento el
investigador está interesado en el Tetragramatón, las cuatro letras que
esconden el nombre de Dios, debemos
indicar el dato referido, que
Aldo Moro son dos palabras con 4 letras; que, por qué no, el Renault 4
[iv]
Entre otras cosas, descubrí que entre la Piazza del
Popolo, más exactamente desde su obelisco egipcio, hay la misma cantidad de
metros hasta la Piazza navona que hasta santa María la Magiore: 1.280 metros,
caminando.
[v] Empecé a hacer cálculos holgazanes que poco o nada tenían
que ver con Moro. En el año 1.417 volvió la iglesia a unificarse bajo un Papa; en
1517, Lutero empieza a dividir la iglesia; en 1617… nada; pero en 1717, se
funda la francmasonería… Muchas vueltas di. Recordé la Era de los Mártires
(también llamada de Diocleciano), un calendario cristiano anterior al nuestro,
que arranca en nuestro año 284. En ese calendario el año 1717 coincide con el
2001. Fui a ver con la ayuda de un conversor de calendarios en la web cuál era
el año 2001 en el calendario musulmán y resultó ser el 22 de Jumada
de 1422. Borges, insistentemente en La
muerte y la brújula habla de simetrías. ¿Y acaso no hay simetrías en 1717?,
¿y acaso no hay simetrías en 22 Jumada de 1422?
[vi] Jorge Luis
comete un error en su cuento. Si,
puede sonar osado, pero es así, y ese error
me ayudó a resolver el enigma. No el enigma de Moro; no el enigma de Juan Pablo
I, sino un enigma más visceral, y en cierta forma, personal. Veamos.
Deambulando
por otros sistemas calendarios recordé que Borges mata al investigador un 2 de
marzo a la noche, (lo cual se infiere porque viaja la noche del primero.) Como
ya es de tarde, según el calendario judío, como apunta él mismo en el cuento,
nos encontraríamos en realidad en el 3 de marzo. De esta manera Borges
consigue, casi, simetría entre números,
pero no simetría temporal. En efecto, los crímenes se darían sucesivamente el 4
de diciembre; 4 de enero; 4 de febrero y 3 de marzo. Por lo tanto, el
investigador debería de morir el 3 a la noche para satisfacer la simetría
numérica, porque sería el 4 de marzo
judío. ¿Pero qué tenermos en cuanto a la simetría temporal? Para que se cumplan
31 días desde el 3 de febrero (4 de febrero judío),
sin atender a un posible año bisiesto, nuestro investigador debiera de morir el
6 de marzo.
Por supuesto,
esto no es criticable, no por nada el autor dice del investigador en un pasaje:
¨la realidad (…) apenas le interesaban ahora¨. Por lo tanto el error es del
investigador, no de Borges.
Sin
embargo, me quedé pensando en ¿por qué Borges no utilizó directamente el
calendario hebreo? Se trata de un calendario lunar, donde los meses y los años
transcurren un poco más rápido. Por ejemplo, los sucesivos 4 de diciembre,
enero y febrero de 1977 y 1978 se traducirían como 24 de Kislev; 25 de Tevet y 27 de Shevat del año 5738.
Movido por la idea más relajada de ver
si había algo entre las fechas donde se supone habría actuado la P2, traté de
notar que relación había entre la cantidad de días que median entre algunas de
esas fechas insignes. Ya sabemos que la diferencia entre Moro y Juan Pablo I es de 142
días. Bueno, me encontré que, salvo en el caso de las dos matanzas, las de
Ezeiza y Bolonia, que da exactamente una cifra redonda, muchas de las otras
fechas se acercan a la centena. Esto es una simple curiosidad, y por eso mismo
anoto esto en una nota marginal. Dejo el cuadro para curiosos.
Distancia
temporal entre
|
Número de días
|
Diferencia para
la centena
|
Asesinato de Aramburu (1 junio 1979)
Asesinato de Aldo Moro (9 mayo 1978)
|
2.899
|
(-1)
|
Asesinato de Aramburu
Asesinato de Roberto Calvi (17 junio 1982)
|
4.399
|
(-1)
|
Asesinato de Aldo Moro
Asesinato de Roberto Calvi
|
1.501
|
(+1)
|
Masacre de Ezeiza (20 junio 1973) Golpe de estado (24
marzo 1976)
|
1.008
|
(+8)
|
Mazacre de Ezeiza
(20 junio 1973)
Mazacre de Bolonia
(2 agosto de 1980)
|
2.600
|
(0)
|
Muerte de Juan Pablo I (28 septiembre 1978)
Robo de las manos de Perón
(29 junio 1987)
|
3.196
|
(-4)
|
Muerte de Juan pablo I (28 septiembre 1978)
Guerra de Malvinas (2 abril 1982)
|
1.309
|
(+9)
|
Mazacre de Ezeiza
(20 junio 1973)
Guerra de Malvinas (2 abril 1982)
|
3.208
|
(+8)
|
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