jueves, 27 de septiembre de 2018

De cómo obtuvimos la democracia

 Un amigo criticó un artículo que publiqué en marzo de este año. Yo, al defender ese artículo, lo hice con argumentos que, para mi sorpresa, no estaban en ese escrito. Es por eso que ahora lo publico corregido y aumentado, para no perder un amigo.

¿Volvió la democracia a nuestro país por la derrota de Malvinas y la concientización de nuestro pueblo? Hoy, a 36 años de aquel conflicto, es muy difícil sostener semejante simplificación.
Hay que verlo a escala regional y mundial. Las democracias retornaron a los países sudamericanos a partir de su restauración en Ecuador en 1979 y en Perú un año después. La primera causa fue la política que llevaba adelante la administración Carter en EEUU, que relajó las pretensiones hemisféricas de imponer dictaduras desde la Casa Blanca. La causa más importante fue el relajamiento de la guerra fría y, en 1989, con la caída del muro de Berlín, el fin del enfrentamiento este-oeste. No por nada la última dictadura del cono sur cae en Chile en 1990.
Como la expresión más acabada del cambio de política internacional de la administración Carter sería bueno recordar lo que pasó en Bolivia. Este país llevaba adelante un proceso de apertura democrática luego de la dictadura de Banzer, con la venia de EEUU. Ese proceso fue interrumpido en 1980 por un golpe que puso en el poder al general García Meza. Notablemente, ese golpe de estado fue digitado y apoyado por Argentina en contra de los intereses de los Estados Unidos, lo cual desató un conflicto diplomático de envergadura entre los dos países. Los yanquis tomaron nota de este atisbo de independencia de los militares argentinos, pero tal vez no se imaginaron que iban a ir más lejos.
La guerra de Malvinas fue un ejemplo planetario en dos sentidos. En primer lugar confirmó a Estados Unidos que las dictaduras tenían contraindicaciones, porque cualquier país periférico podía emprender un conflicto por iniciativa propia y a espaldas de la superpotencia hegemónica del hemisferio, con el agravante de poder caer en las manos del enemigo soviético. En este sentido hay que recordar al canciller argentino Nicanor Costa Méndez entrevistándose con Fidel Castro, los intentos desesperados por aliarse estratégicamente con la URSS, los atisbos tercermundistas y el discurso final de Galtieri, donde denuncia al imperialismo yanqui de ¨traidor¨.  
Más importante, la guerra de Malvinas contribuyó a constatar que la URSS, que ya tenía una guerra en Afganistán, no se iba a meter en el hemisferio occidental. En otras palabras, fue su signo de debilidad, porque Estados Unidos estaba apoyando  abiertamente a los Muyahidines con armas y logística desde Pakistán. [i]
Sin embargo, hay detalles a tener en cuenta. Perú en esa guerra, es fama, nos ayudó. Pero eso no fue sólo por San Martín o porque se coparon. Un año antes de Malvinas, las dos primeras democracias recuperadas de América del Sur fueron a la guerra en lo que se conoce como conflicto de Paquisha, que dejó 50 muertos. No pudieron matarse más porque intervino la OEA, presidida por los Estados Unidos. No querían problemas en el patio del fondo. A los 8 días la guerra había concluido. Washington entendió que las democracias de esta zona tampoco eran predecibles (pero eran más convenientes) y Perú se quedó con una cantidad ingente de armas que no pudo usar. Esas armas fueron las que buscaban un destino y casi lo encuentran en nuestras islas.
Por supuesto, podemos encontrar otras causas de la recuperación de nuestras democracias. Por nombrar algunas: el fin de la esperanza de que el desarrollismo lo arreglaría todo y, en su lugar, una aspiración optimista en las urnas. ¨Con la democracia se cura, se come, se…¨, cantaba Alfonsín. Ahí se dio toda una inversión, porque antes era prioridad lo económico y después venía lo político y ahora era primero lo político y después venía lo económico. Y otra de las causas, sin dudas, fue la derrota estrepitosa de las izquierdas (y la forma en que fueron derrotadas)  a nivel continental.
El relajamiento y el fin de la guerra fría significaron muchas cosas para la periferia. Piensen en la caída del apartheid en Sudáfrica en 1992. ¿Realmente ustedes piensan que fue por la lucha del pueblo negro africano más que porque a EEUU ya no le interesaba sostener el régimen a causa de que a su vez la URSS había dejado de sostener los regímenes de izquierda de Angola y Mozambique, que también extrañamente se democratizaron en esta época?  Piensen: los alemanes son más sinceros. Ellos saben que el muro no cayó por la lucha en las calles: cayó porque la Unión Soviética decidió deliberadamente no proteger Alemania Oriental. La tienen clara, al igual que todos los países del este de Europa[ii].  Cuando un régimen es fuerte no hay protesta que valga. Sino pregúntenle a los Chinos que con un mal diagnostico coparon la plaza de Tiananmen y fueron barridos con tanques ese mismo año de 1989. Moscú estaba débil. Pekín no.
Sin embargo lo que más me da por las pelotas es escuchar a pseudo-historiadores y analistas periféricos repetir lo que se dice en los países centrales. Cuando alguno sabe algo del tema (y no hay muchos) suelen repetir que tras la caída del bloque comunista, EEUU liberó Kuwait  de una dictadura iraquí como líder de una coalición para demostrar hegemonía mundial. Esto es cierto. Pero a nosotros, como latinoamericanos, nos tendría que interesar más lo que pasó en 1989 en Panamá, donde los yanquis se vistieron también de liberadores y defensores de la democracia. Allí el dictador Noriega, entendiendo los nuevos vientos de la política internacional, había entregado las urnas al pueblo, pero disconforme con los resultados decidió dar un golpe de estado. Entonces los norteamericanos invadieron el país que ellos mismos habían inventado en 1903 y luego de centenares de muertos la democracia volvió. Es una lectura dolorosa, pero no se puede ser tan ignorante de mirar a otras latitudes. Porque con este acto EEUU no solo invadió Panamá para salvar una democracia sino que también estaba dando una señal a toda América Latina: Ahora hay democracia porque así lo decidimos nosotros. (Por supuesto, los yanquis quisieron imponer una dictadura en Haití en 1991, pero recularon en 1994, demostrando que el margen de maniobra del cual dispone la potencia Nro 1 no es infinito, aunque sí más generoso que, por ejemplo, el de Haití). 
 Sin dudas, la guerra de Malvinas fue una guerra dentro de otra guerra (Tal vez una guerra dentro de otras dos guerras). Contribuyó a que la democracia retornara más rápido; entre dos o cinco años antes. Pero la obtención de la democracia viene por otro lado: el fin de la guerra fría. Si, no fue una conquista, fue una obtención.

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[i] No se debería omitir que un aliado estratégico de EEUU como Israel emprendió en plena guerra de Malvinas su ataque al Líbano.
[ii] Recordad lo que pasó en Hungría, 1956 y en Checoslovaquia 1968 con el pueblo en las calles…

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