Los dos golpes
(Aportes para el estudio de la crisis institucional de 2001. Los medios.)
“Va a llegar un momento de impunidad. Fíjese como se hizo en Venezuela. Se hace un movimiento el primero de enero de 1958. Salieron a la calle y tiraron algunos tiros los militares. Todo el mundo miraba. ¿Sabe que hicieron las fuerzas dirigidas por los comunistas? Muy hábiles. Se fueron a los cerros. Caracas está rodeada de cerros y arriba de los cerros están las villas de emergencia que rodean la ciudad de Caracas. Se fueron allí y les dijeron: “Muchachos, una semana de saqueos. Hacia el 20 nosotros sacamos un nuevo movimiento y entonces ustedes se largan hacia la ciudad”. El 23 de enero del 58´ se produce el segundo movimiento revolucionario. Se largaron los cerros sobre Caracas y— ¡Dios me libre!—empezó el saqueo. Saquearon todas las casas de comercio. Una semana tuvieron de impunidad para hacerlo. Y fue el triunfo de la revolución. Se largó todo el mundo a la calle. Y el primer día no había salido uno. Bueno, todo eso se prepara. Díganle a esa gente de villas miseria que hay una semana de saqueo en Buenos Aires. Verá usted el efecto. A esa gente no hay que hablarle de ideales ni de nada de eso. Todo esto es parte de la guerra revolucionaria.”
Juan Domingo Perón
(Revista Primera Plana, Nro. 449, septiembre de 1971. Sacado de Perón. Obras completas, tomo XXV, pág. 187. Editorial Docencia.)
En Argentina los presidentes no caen, suben. De la Rua e Isabel subieron a un helicóptero. Perón y Frondizi subieron a un barco. Dicen que Illia subió a un taxi y sintió vértigo porque había viajado en carreta por casi tres años. También pasó con esos que fueron víctimas de los llamados golpes internos. Onganía subió a un ascensor del edificio Libertador y a Lonardi lo sacaron porque estaba enfermo: subió al cielo cuatro meses después. Extrañamente nadie ascendió al cielo desde el sillón presidencial por propia voluntad como el chileno José Manuel Balmaceda o el brasileño Getúlio Vargas. (El chileno Salvador Allende es un caso raro: primero lo mataron y luego se mató.) No hubo magnicidios en nuestro país, a lo que son tan afectos los yanquis y los bolivianos (Evo Morales incluido). A Videla le pusieron una bomba en la pista de aeroparque cuando subió a un avión, pero la encontraron a tiempo, y a Sarmiento lo quisieron hacer volar en mil pedazos cuando subió a un carro, pero la impericia del terrorista lo salvó.
Un golpe se puede presentar de muchas maneras. No solo es la destitución de un presidente constitucional por las Fuerzas Armadas. Y no siempre es mala palabra. Hay veces en que puede ahorrar muchas vidas, y en otras ocasiones las gasta sin avaricia. En el golpe a De la Rua muchas vidas fueron desamparadas por los golpistas El presidente no tenía vice, y el primero en la línea de sucesión era Ramón Puerta, un peronista. ¿No hubiera sido más fácil matar al presidente que a decenas de argentinos? ¿No hubiese sido más fácil terminar con una persona que prender fuego el país entero? Creo que no: el saqueo, aunque instrumentado, pone el acento de la responsabilidad en el pueblo, que en fin de cuentas es el soberano. ¿No hubiera sido mejor un juicio político? No: no había tiempo que perder.
Los tiempos de Duhalde
Ya para mediados de 2001 Duhalde recorría los canales de televisión diciendo que De la Rua no llegaba a fin de año. En parte era una manifestación de deseo y en parte era la estrategia que había elegido. Casi se podría decir que se trataba de una profecía autocumplida.
En este juego de Duhalde la pieza clave era Alfonsín. El mandamás del radicalismo había salido a apoyar públicamente la gestión de chupete y hasta la gestión de su ministro de economía, Cavallo. Pero era un secreto a voces que su relación con el gobierno era muy mala. Lo que sí era un secreto mejor guardado por los medios era la relación creciente que estaban manteniendo Duhalde y Alfonsín. Ambos habían fundado el MPA (Movimiento Productivo Argentino) en junio, de modo que eran, digamos, socios. El cabezón necesitaba que Raúl le suelte la mano a Fernando.
En las elecciones legislativas de octubre de 2001 el peronismo se impuso en casi todo el país. Los primeros contrincantes en la provincia de Buenos Aires fueron precisamente Duhalde y Alfonsín, los socios. El primero ganó por una cabeza. Alfonsín salió electo tercer senador por la minoría.
Como se recordará ese tercer senador por la minoría fue fruto del pacto de Olivos, suscripto en el 94´ por Menem y Alfonsín. Fue una de las concesiones del riojano al radicalismo a cambio de la reelección, y en el caso de Raúl, una estrategia para que el radicalismo no desaparezca del mapa político. Siete años después esa táctica daba sus beneficios.
Pero el pacto de Olivos iba a estar presente en ese 2001 mucho más de lo que la gente piensa.
Menem por entonces estaba preso y era aun presidente del Justicialismo. Su estrella política no se había apagado y hasta llegaría a salir primero en las elecciones presidenciales de 2003. Clarín titulaba en tapa recurrentemente sobre la causa que se le seguía a Menem por la venta de armas a Ecuador y a Croacia. El proceso a Menem fue la bandera que levantó De La Rua en su lucha contra la corrupción, que era una de sus premisas, junto con la mantención de la convertibilidad. Se equivoco feo, porque los que más querían ver a Menem entre rejas eran los peronistas.
No obstante lo cual, como Carlos no era un cadáver político, había que contar con su aprobación para pactar cualquier cosa con el radicalismo. Carlitos lo que quería era la libertad y, extrañamente, la obtuvo (noviembre de 2001). Se llamó a silencio y desapareció de los medios (o los medios lo hicieron desaparecer, que es lo mismo.)
A partir de ese momento hay nombres que empezaron a aparecer en la prensa escrita con mayor frecuencia que la habitual, siempre vinculados a Duhalde y a Alfonsín. Esas personas eran Nosiglia, Manzano y Barrionuevo, todos ellos habían sido los testaferros de Menem y Alfonsín durante las negociaciones de Olivos. Siempre es mejor jugar un partido con jugadores que ya conocés. Fueron ellos los que en algún momento de octubre o noviembre empezaron a tejer el descontrol social.
Sin embargo, el peronismo estaba dividido. No se notaba. Los medios daban mayor espacio a los presidenciables: De la Sota, Ruckauff y Reutemann, que con pequeñas diferencias bregaban por la continuidad de la convertibilidad y se veían no tan secretamente con Domingo Cavallo (porque querían saber de primera mano lo que se había hablado con el FMI y los organismos internacionales.) Del otro lado estaban Duhalde, un santacruceño y, quizás, un fanático de la motonáutica, por entonces diputado, y que nunca se sabe bien para donde orienta el timón. Querían devaluar, aunque nada se decía explícitamente. A estos últimos la prensa no los ninguneaba. Simplemente les daban menos espacio porque no estaban bien informados (o no les llegaba información, que es lo mismo.)
Los presidenciables deseaban que chupete se desgaste en el poder, pero sin llegar a una crisis de gobernabilidad. Para ellos, tomar la manija a fines del 2001 no era oportuno. Pensaban mantener una actitud crítica moderada y avanzar hasta las elecciones del 2003, pero sin participar en el gobierno, como llegó a proponerles chupete. Pero, queda dicho, los tiempos de Duhalde eran otros.
Un golpe anunciado
A fines de noviembre la presidencia del senado quedó en manos de un peronista: Ramón Puerta. En el acto de asunción al cargo se cantó la marcha peronista en el recinto, de pié y a todo pulmón, papelitos incluido. No hace falta ser muy pillo para entender por qué estaban tan contentos. No llegó a pasar un mes para que la escena se repitiera con la asunción de Rodríguez Saa.
Durante todo diciembre se estuvo hablando con Comisarios, manzaneras, punteros. Y por supuesto se llegó a arreglar con algunos supermercados gigantes la indemnización por potenciales daños.
Para aseverar esto me basta mi experiencia personal. Vivo en el segundo cordón industrial, en la ciudad de Los Polvorines. Ese 19 de diciembre me desperté a eso de las 8 de la mañana para estudiar la última dialéctica de Platón, que tenía que rendir. Como no había encendido ni la radio ni la tele no estaba al tanto de la realidad, de lo que pasaba afuera de la caverna. La manzanera del barrio, escoltada por muchos vecinos, me apremió para que concurriéramos a la municipalidad. Yo nunca había aceptado un solo sachet de leche, de modo que estaba desconcertado. Le pregunté el motivo por el cual yo tendría que abandonar a Platón para seguirla. La respuesta fue extraña y coral (todos me respondieron): se iba a asfaltar una calle a cuatro cuadras. Como consecuencia de ese asfalto el agua de la lluvia nos inundaría nuestra manzana, que se encuentra en la zona más baja. En otras palabras: convenía que la calle continúe de tierra porque la tierra absorbe mejor el agua. No convencido por los argumentos los seguí. Tampoco quería permanecer ajeno a algo que se adivinaba importante. Caminamos en caravana las diez cuadras que median entre nuestras casas y la municipalidad. El número de manifestantes se incrementaba a medida que avanzábamos. Noté que muchos supermercaditos estaban literalmente vacios y con las persianas destruidas. Frente a la municipalidad éramos miles de personas manifestando en contra de cien metros de asfalto. Los comercios más importantes de la zona hacia más de 48 horas que permanecían cerrados. Algo anda mal, pensé.
A cada manzanera los punteros les habían mandado un cuento diferente. Y aunque parezca increíble, muchos en el barrio aún creen pura casualidad que nuestra demanda haya coincidido con ese histórico día. Otras manzaneras recibieron la orden de movilizar a sus barrios con consignas más decorosas. En general eran cuestiones de luz, agua, cloacas, etc. Las dos más interesantes de que tuve noticia fueron estas: A la manzanera que le correspondía la cuadra del asfalto proyectado le dijeron que no se realizaría la obra por mediación de nuestra manzanera. A otra le fueron con un cuento del tío muy sugestivo. Ella tenía conocimiento de los saqueos ese día. Le dijeron que no la iban a poder proveer de leche y otros productos a ella (y por lo tanto al barrio) si continuaban los saqueos. Tenía dos salidas: o se movilizaba hacia la municipalidad (cosa que hizo), o se movilizaba hacia el chino (cosa que hicieron los suyos.)
Tinelli y los medios de comunicación durante el período de acefalia.
Durante la última semana del 2001 la prensa no tenía brújula. Y eso se notaba. De alguna manera es siempre un poder que está supeditado, no es ni puede ser independiente. Lo que queda claro es que había sobreabundancia de información. Las frases más usadas por los medios eran ola de rumores, fuentes cruzadas o una jornada cargada de versiones. En otras palabras: estaban desinformados, por exceso de información.
El día que renunció Rodriguez Saa Clarín tituló: “Ahora renunció Rodriguez Saa”. Ese Ahora evocaba esa falta de información. El diario había tomado, aunque con reservas, partido por el nuevo presidente, y ninguna de todas las versiones que llegaban a su redacción había hablado de una posible renuncia. Ese Ahora es: Ahora resulta que no sabíamos un carajo de lo que estaba pasando.
Pero había alguien que estaba mejor informado que Clarín: Marcelo Tinelli.
El rol de Tinelli en el escenario político siempre fue grande. Recordemos: En el 95´ Menem le dio un abrazo al oso Arturo (un oso hormiguero con un tipo adentro que no hablaba nunca y que era la mascota del programa.) Mucho ayudó ese abrazó en las elecciones que finalmente ganó. La cama que le hicieron a De La Rua en su programa, dándole mala información sobre el nombre de la mujer del conductor, donde la seguridad falló cuando un joven llegó a abrazar al presidente para reclamarle algo y donde también fallaron sus asesores que lo alentaron a exponerse ante un imitador implacable como Freddy Villarreal, es hoy un clásico. También podemos mencionar más recientemente el caso de Graciela Alfano, panelista y jurado de Tinelli. Se la culpó por su affaire con Massera y por alguna frase inoportuna. Pero el verdadero destinatario del apriete no era la golfa, era Tinelli. ¿El mensaje? : El próximo sos vos. Esto fue justo en medio de la campaña para las últimas presidenciales. Nada es casual. Ya hace años Tinelli le dio franco al imitador de Néstor Kirchner, casualmente el mismo Freddy Villareal, ante un apriete del gobierno, justo en el momento en que el gobierno se encontraba en su índice más bajo de popularidad (popularidad que nunca perdió Marcelo.)
Hoy pocos recuerdan lo que hizo Tinelli a finales de 2001. Salió a apoyar decididamente al nuevo gobierno de Rodríguez Saa, pero lo hizo en privado, por sus contactos, no en su programa. Esto se deduce de otro hecho. Varios periodistas le preguntaron al efímero presidente qué opinaba del apoyo que le estaría brindando Tinelli. El puntano, como no podía ser de otra manera, se mostraba complacido. Al otro día Marcelo abrió el programa con una burda imitación de Rodríguez Saa. Se lo mostraba tomando del pico de una damajuana y muy borracho. ¿Qué pasó en el medio? Obvio: alguien marcó el teléfono del cabezón y le dijo: “Marcelo. El Adolfo no pasa del fin de semana.” Cayó tres días después. Tinelli estaba mejor informado que Clarín.
Sería bueno que alguien con más voluntad que yo se consagre a la tarea de analizar esa etapa única del periodismo argentino y de los medios en general.
El otro golpe
Rodriguez Saa convocó –- o le impusieron— una reunión de gobernadores. Uno de los temas fundamentales eran las elecciones, que se querían fijar para marzo. Otro de los temas eran las obligaciones que habían contraído Duhalde y compañía con varias corporaciones, a las cuales no estaban satisfaciendo los hechos porque habían pactado la devaluación como condición innegociable. Asistieron pocos. Estuvieron ausentes los más importantes y esto precipitó su caída.
Pero hoy pocos quieren recordar lo que pasó el 28 de diciembre. Fue una reedición de lo ocurrido en las jornadas del 18 y el 19. Saqueos, cacerolazos. Prendieron fuego la puerta del congreso y tiraron cañitas voladoras hacia el interior de la residencia presidencial—estábamos en época de fiestas—. Los medios de comunicación no reportaron ni siquiera un herido, aunque describieron los hechos como graves.[1]
Se trataba de un golpe interno. El golpe del peronismo a un presidente peronista. Esto no hay que olvidarlo. En los años posteriores se repitió hasta el cansancio: el peronismo no deja gobernar (a la oposición.) Este discurso no solo estaba sostenido por los no peronistas, también al peronismo le sentaba bien ese discurso porque disuadía a muchos de ir a votar o intimaba a la población a votar por ellos. Pero la pura verdad es que ni a ellos mismos dejan gobernar si así lo creen necesario. Cuando Néstor luego trató de dominar el interior de su partido no era bobo: estaba dándole un ultimátum a uno de los cuatro factores de poder que ya han demostrado ser golpistas en otros momentos (los otros tres son el ejército, los monopolios mediáticos y los grupos financieros.)
Consecuencia de los golpes
La intención de Duhalde no era gobernar. Había aprendido con el golpe que ejerciendo la jefatura del peronismo bonaerense se podía tener más poder que siendo gobernador de la provincia, como Ruckauf. Se sabe que siempre odio usar camisa y corbata. Y a esto hay que sumarle las declaraciones de su esposa, cuando Eduardo ya era presidente: “Yo lo tuve que empujar para que asumiera el cargo”.
Es por eso que, cuando las papas quemaron, cuando Rodriguez Saa ya no era confiable, lo presionaron para que asumiera la responsabilidad de ponerse la banda. [2]
Duhalde hizo amplio uso de los medios para presionar y sensibilizar a los organismos internacionales. Todos recordamos a esa niña tucumana que tenía hambre y que lloraba con el guardapolvo blanco. Aunque el hambre es permanente en muchas zonas del país, no se podía negar que en ese 2002 era un poco más evidente. Los cartoneros se adueñaron de la noche porteña y el vandalismo—como robar alambre de púa para venderlo—casi quedaba justificado por la coyuntura. Pero entonces, si había tanto hambre, ¿por qué no había saqueos?... Al buen entendedor pocas palabras.
Los medios de comunicación apoyaron a Duhalde reforzando la figura presidencial, que estaba desprestigiada. Si Chupete dudaba, Duhalde daba órdenes. Así es como Clarín titulaba cualquier decisión del presidente como “Orden de Duhalde”. En realidad Duhalde dudaba más de lo deseable en un presidente. En un programa dijo que estaba dudando entre un ministro de derecha y uno de izquierda, por dar un ejemplo.
Algunas reflexiones
1) Mal les fue a los gurúes del periodismo. Años después, Rodriguez Saa manifestó en televisión: “Los medios de comunicación daban como presidenciables a Ruckauf, a De La Sota y a Reuteman. Ninguno de los tres fueron presidentes. Fuimos yo, Duhalde y Kirchner. Como suele pasar, estaban mal informados.” Lapidario. Los medios de comunicación nunca pueden saber más de la política que los políticos.
2) Los Kirchner van a gobernar más que Menem: 12 años y medio para diciembre de 2015. Esto significa que la inestabilidad política del 2001 trajo como consecuencia lo opuesto.
3) Duhalde se cansó de amenazar con alzamientos sociales al kirchnerismo. Lo hizo con tal torpeza que se puso más que en evidencia y llegó a espantar a muchas manzaneras.
4) La falta de información que baja el ejecutivo (el peronismo) a la prensa durante nuestros días es el anverso de lo que pasaba por el 2001. La consecuencia es que la prensa esta tan desinformada tanto antes como ahora. La diferencia es que antes no sabían que no sabían y ahora saben que no saben. Afortunadamente.
5) El cantito de batalla en el 2001 fue “que se vayan todos”. De la misma manera que un país no puede existir sin bancos, tampoco puede existir sin políticos. De esa manera, la renovación de los políticos no se dio de un día para el otro, llevó su tiempo, casi diez años, aunque nunca se podrá completar íntegramente. Cadáveres políticos es lo que más abundan en nuestros días. En el 2003, sino antes, los mismos de la clase media que decían “que se vayan todos” se quejaban de Néstor porque no lo conocía nadie.
Enero 2012
[1] Raro: las protestas espontáneas, esas que son con cacerolas, no cesaron durante el gobierno de Dhualde. Pero las otras, esas que son manipuladas, desaparecieron.
[2] Cuando en las últimas elecciones Duhalde decía, en referencia al Kichnerismo, “yo los puse yo los saco”, estaba apelando también a la memoria de la clase política. Porque bastante había hecho para entronizar al Adolfo.
Creo firmemente q el periodismo no está desinformado. Son un instrumento más de políticos y obviamente del gobierno. Son, fueron y serán sólo un instrumento. No existe en ningún medio el periodismo independiente. La pregunta:¿qué le pasó a nelson castro y lanata? está de más. Siempre fueron así. Gobiernos fueron derrocados por manejos periodísticos. En la masonería se agrupan hombres de alto poder tanto económico, como político y "periodistas"-Grondona x ejemplo, hoy por suerte un don nadie-.
ResponderEliminarY largo acá xq me fuí al carajo.
Agradezco el comentario. Salvo la primera oración, que es discutible, estoy de acuerdo en todo. EJ: Lanata se bajó de apoyar al gobierno de un día para el otro. El primero que lo agredió por tal actitud fue Leuco. Dos semanas después Leuco mismo se baja y pasa a la oposición. Del día a la noche nadie cambia de opinión. Y NO TE FUISTE AL CARAJO. Me encanta polemizar sanamente. Sobre todo cuendo estamos de acuerdo casi en todo, je. Gracias
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