sábado, 11 de febrero de 2012

El arte de hacerse el boludo


El arte de hacerse el boludo

El sábado 4 de febrero asistí a una promoción y difusión del arte ruso disidente, del arte ruso actual. Pero actual de verdad, ese arte que critica ácidamente a Putin y a Medvédev. Seguramente usted no tenga mucha información al respecto, y yo tampoco la tenía hasta el 4 de febrero.
Los oradores fueron Anna Voronkova y Jorge Altamira.


 
La historia de Anna es digna de ser contada. Llegó al país con la intención de informarse de primera mano sobre el comic y la historieta local. Cuenta ella que en Rusia recién hoy hay un tibio despertar del comic, y que algunos autores argentinos van a la cabeza.
El comic es un arte considerado menor por muchos, injustamente. Pero en la URSS fue casi censurado. Las nuevas generaciones parece que tienen un apego mayor al libro como soporte de una historia que a las viñetas propias de aquel género.
Y es que muchos años de censura imprimen pautas de conducta en la gente. Como desconozco el tema del comic, me gustaría dar un ejemplo sobre música. Cuando durante la Perestroika se abrieron los oídos rusos al rock, recuerdo que una de las cosas que más me impresionaron fue la convocatoria enorme que despertó el guitarrista sueco Yngwie Malmsteen en su primera visita al gigantesco país. No me pareció normal que un tipo que no es muy popular en occidente tenga miles de fanáticos en Rusia. No era solo la novedad. Malmsteen era realmente muy querido por el público.
La respuesta la encontré en una revista de la época. El sueco tenía y tiene una gran influencia de la música clásica, especialmente barroca y romántica, y esa es la música que durante añares consumieron los rusos. Con la falta de inclinación de los rusos por el comic quizás suceda otro tanto. Quizás haya que difundir el comic en Rusia por medio de temáticas a las que ya esten acostumbrados. Tal vez sólo un autor ruso pueda dar cuenta de ello.
Pero Anna no solo vino a país a investigar sobre nuestro comic, tambien vino para irse. Sin embargo, el volcán que llenó de cenizas nuestro país el año pasado, la retuvo entre nosotros. Le estamos agradecidos al volcán.
Fue entonces que nuestra amiga se dió a la tarea de difundir a los artistas rusos actuales. Ella afirma que los argentinos somos cultos, y que eso la desconcierta más, porque ignoramos completamente el arte disidente ruso.
Anna Voronkova nos hizo reír con una aclaración a propósito de una pregunta. Dijo, “hablar de derecha e izquierda en Rusia es un poquito complicado”. Sin dudas que lo es. Pero la risa espontanea de toda la audiencia es la manifestación más evidente de que, en términos políticos, para nosotros Rusia continúa siendo una incógnita. Derecha e izquierda son palabras equivocas aun entre nosotros. Pero allá la cosa debe estar bastante más complicada, y sabemos intuitivamente que la cosa debe ser así, como dijo Anna.
Una de las informaciones más recientes del Arte contemporáneo ruso que se pueden encontrar en la WEB es un artículo aparecido en el diario español El País en ¡1979! Lo notable del mismo es que el artículo y el reportaje en cuestión bien pudieron haber sido escritos por Voronkova.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/UNION_SOVIETICA/Museo/Arte/Ruso/Contemporaneo/exilio/reune/700/obras/cien/pintores/elpepicul/19790802elpepicul_12/Tes
Las quejas de Alexander Gleser son las mismas que las de nuestra amiga. Las cosas no han cambiado mucho. La diferencia mayor está en la trascendencia. Antes se suscitaba un escándalo por las prohibiciones rusas, y el escándalo vende. La otra diferencia está en que por aquellos años casi ningún país latinoamericano se hubiera arriesgado a una exposición de arte ruso, por más contestatario que este sea. En otras palabras: ahora hay más mercado para el arte disidente ruso, pero ya no interesa tanto. En contrapartida, hoy está de moda todo lo que venga de… Iran. Todas estas cosas cambian de un día para el otro. Pero a los cambios hay que ayudarlos, y esa es la noble tarea que se propone mi amiga.
Mark Rothko, Kasimir Malévich y Aleksandr Ródchenko son  los artistas rusos más contemporáneos que aparecen en la WEB sin mucho esfuerzo. Parece un chiste
En la Wikipedia rusa, que a esta altura ya es útil para dar diagnóstico de estas cosas, me encontré con la ausencia de pintores argentinos. No estaban Emilio Petoruti, ni Xul Solar ni el turístico Quinquela Martin. En realidad no había ninguno. No obstante lo cual, hay algunos latinoamericanos como el colombiano Ботеро, Фернандо (Fernando Botero) y los mexicanos  Альфаро Сикейрос, Хосе Давид (Alfaro Siqueiros); Ороско, Хосе Клементе (José Clemente Orozco); Ривера, Диего (Diego Rivera); Кало, Фрида (Frida Kahlo). La respuesta de esta inclusión en la wikipedia rusa se me hace obvia. Eran todos pintores de temáticas sociales y de fama, y en la mayoría de los casos fueron comunistas o anduvieron coqueteando con la bandera roja e incluso viajaron a Moscú. Todo lo cual viene a demostrar la importancia de la política en la difusión de los artistas, en este caso de los latinoamericanos en Rusia. (No hay consuelo: a nosotros nos duele tanto identificarnos con América Latina como a los rusos con las demás países eslavos.) Castagnino y Berni, que trabajaron con Siqueiros y que eran comunistas, no existen en la Wikipedia Rusa. El problema con ellos es que o no eran tan buenos o no eran tan famosos.
Por lo tanto nos ignoramos mutuamente y en esa falta de comercio perdemos los dos (y probablemente muchos países más.)



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Una de las paradojas más increíbles de nuestra historia (y la de Rusia) es el gentilicio. En argentina Ruso significa judío. Escapando del Zar y del Comunismo (incluso de los Nazis) embarcaban en el puerto de Odessa y vinieron a nuestras tierras. Como casi todos los venidos de Rusia eran Judios, los judíos terminaron por asumir el gentilicio que allá les estaban negando. Muchos llegaron con ideas socialistas o anarquistas— Simón Radowitzky es el caso más emblemático—y así estas tendencias encarnaron en el término Ruso, que por extensión pasó a ser un apelativo que señalaba al mezquino. Horacio Vázquez-Rial agrega:
"(...) se desató la caza del ruso. Así lo llamó la prensa.  Eso del ruso... es un término muy amplio, que alude al judío, el polaco, el húngaro, al que se supone comerciante, o bolchevique, o terrorista, no importa lo incongruentes que parezcan estos términos... (...) los jóvenes que poco después serían organizados en la Liga Patriótica, armados, tomaron al asalto el barrio de Once, el barrio judío, identificándose con un brazalete celeste y blanco, apedreando tiendas y deteniendo a cuanto peatón con barba se les pusiera a tiro"
Quizás Vázquez-Rial se haya olvidado de mencionar que además de todas esas cosas, Ruso era sinónimo de ateo. Por supuesto la imprecisión geográfica que platea el escritor es natural en las enormes distancias que nos separan. Por mencionar un ejemplo, es sabido que muchos anglosajones (y quizás muchos Rusos) creen que Buenos Aires es la capital de Brasil, lo cual nos ofende, y también creen que en Brasil se habla español, lo cual ofende a los brasileños. Aquel que conoce un poco sabe que el tango es argentino. Lo que seguramente no sabe es que acá nadie escucha ni baila tango, a menos que sea un melómano como yo o un anciano. Por lo tanto los estereotipos que recibimos de Rusia, que seguramente fueron intensificados por la revolución, son realmente notables, no tanto por el grado de verdad que guardan, sino por la variedad y la cantidad. Podemos decir muchas cosas de Rusia, equivocadas la mayoría de las veces. Pero el hecho de poder decir tantas cosas también habla del peso específico de Rusia en la cultura mundial.
Pero también algunos judíos argentinos de origen ruso volvieron a Rusia. Uno de los ejemplos en este sentido lo encontré en un libro en donde difícilmente se esperaría encontrar una cosa de estas; la biografía de Lee H. Oswald, el supuesto asesino del presidente norteamericano John F. Kennedy, escrita por el gran escritor Norman Mailer. Oswald vivió en Rusia y en Bielorrusia. Allí conoció a una familia de argentinos, los Ziger. Escribe Mailer en el cap. 7 del primer Libro:
Estos Ziger tenían amigos que también eran inmigrantes de la Argentina, y en las fiestas recordaban las tiendas elegantes de la Argentina y las encantadoras calles por donde paseaban ¡Cómo extrañaban su país! (…) Los Ziger no tenían miedo, quizás por eso tuvieron problemas cuando quisieron ir a visitar Argentina. (…)
Y Mailer anota textualmente del diario de Oswald:
Ziger me aconsejó que me volviera a EEUU. Es la primera voz de oposición que oigo. Respeto a Ziger; ha visto el mundo. Cuanta muchas cosas que no sé acerca de la URSS. Me empiezo a sentir incómodo.
No obstante lo cual, los Ziger volvieron a la URSS para quedarse. De la misma manera que el gran músico Prokofiev, que volvió a Rusia en el momento menos indicado, los Ziger seguramente amaban a su país.
(Una curiosidad: la descripción que da Norman Mailer de casi todas las mujeres rusas es “linda”. De todas maneras, la belleza de la mujer rusa es reconocida ampliamente.)
El imperio del turismo intensifica esas visiones estereotipadas que tenemos unos de otros. Acá promovemos el tango y los rusos (las empresas de turismo, claro) se venden como comunistas, con bandera y todo.  Y en esto no hay ingenuidad: durante años entrar en  Rusia fue imposible o por lo menos arriesgado. Con la caída del comunismo la curiosidad por ir a Rusia se disparó hasta el infinito. Pero la gente, como suele pasar, no quería ver lo nuevo, quería ver lo viejo, lo que no habían podido ver. Venían desde Rusia con un suvenir: la bandera roja.
Con la última dictadura militar Argentina pasó una de las cosas más raras. Cuando en EEUU asume Carter como presidente, presiona a la URSS con el tema de los derechos humanos. Argentina también es presionada por el mismo tema. Como se sabe, Argentina le vendía trigo a Rusia en cantidades fabulosas. La burocracia comunista rusa protegió a gran parte de la jerarquía comunista Argentina y así fue como este partido no la pasó tan mal durante esa época tan declaradamente anticomunista, lo cual en el futuro engendró un sentimiento de hostilidad de los otros partidos de izquierda hacia Rusia y los rusófilos argentinos. 
Cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Moscú, Argentina se aliñó al  boicot yanky porque los Rusos habían invadido Afganistán, y no asistió. Pero las cosas cambiaron en pocos años. En Argentina vino la democracia y en la URSS se empezó a hablar de Perestroika y Glásnost. Hablar mal de Rusia por entonces, que estaba abriendo su mentalidad a occidente, era casi ser tildado de derechista. La invasión de Afganistán continuaba, pero mejor era evitar el tema o endilgarle a los Estados Unidos todas las culpas de lo que acaecía en el mundo.



Porque lo que nos causaba admiración en la URSS era que esas cosas se daban en nombre de los ideales más altos. Esa contradicción era un estimulante para muchos intelectuales, que veían en la justificación de las cosas más complicadas de justificar un desafío a la mente. 



Con la caída del comunismo Rusia dejó de ser un actor protagónico en el mundo para ser un actor de reparto, quizás el más importante, pero ya no era lo mismo. Para los mismos rusos descubrir ese cambio de roles debió ser muy duro. De la noche a la mañana dejaron de ser noticia permanente en los diarios, columnas periodísticas en las radios y visiones ineludibles en la televisión.
Pero ya han pasado más de 20 años de esto y hay que buscarle alguna respuesta al asunto.
Nadie odia lo que no conoce. Para ser más preciso: hay quienes odian lo que no conocen, pero son una minoría. Cuando se dio la segunda guerra mundial muchos argentinos se pusieron del lado alemán. No eran nazis. Los nazis eran una cosa casi exótica, desconocida. A los que conocían bien eran a los Yankis y a los Británicos. Eran ellos los símbolos de explotación en el país. Eran ellos el enemigo a vencer. Eran ellos dos los que propiciaban la explotación del pueblo argentino. El tratado Roca- Runciman, por el cual los gobernantes argentinos le daban el alma a los Ingleses aún estaba muy fresco. Las presiones de EEUU para inducirnos a entrar en la guerra de su lado eran cosa diaria. Nada más normal que estar con el enemigo de tus enemigos. A muchos argentinos, el árbol no les dejaba ver el bosque.
Por eso mismo, durante años no solo los comunistas festejaron las victorias Rusas, por ejemplo en la carrera espacial o en la escalada atómica, sino también aquellos que odiaban al patrón anglosajón, ese que conocían tan bien. (Porque la guerra fría fue como un Mundial de Futbol, un espectáculo al que adhieren hasta los más acérrimos detractores del deporte.) No lo festejaban en voz alta, pero en toda familia argentina había alguien que esbozaba una sonrisa de oso.
Pero esa invernación mental no solo es peligrosa por sí misma, sino porque crea mercado. Es como la remera del Che Guevara, el capitalismo saca provecho de todo, absolutamente de todo. Por aquellos años la guerra fría no solo era importante, también era vendible.
Hoy no pasa esto. Durante un plazo se le dio cobertura a los avances de Rusia sobre Chechenia, a lo que pasaba en Georgia y en otras ex Repúblicas Soviéticas. El resultado fue lamentable. Yo hablo con todo el mundo y conocí poca gente que supiera que cosa era Chechenia y muchos confundían a Georgia con el Estado Norteamericano homónimo. Se sobreentendía que eran cosas remotas y que no tenían ninguna relación con nosotros, lo cual, por supuesto, es falso.
Hoy la situación mundial es preocupante y Rusia vuelve a ocupar un lugar central. Pero para el gran público de nuestro país esas cosas pasan muy lejos, y la verdad es que no hay muchos canales por los cuales se puedan enterar. ¿Cuánta gente escucha o se entera siquiera de los discursos de los mandatarios rusos? Cuando yo era chico me asustaba con las películas de terror. Hoy me asusto con los discursos de Medvédev
http://www.youtube.com/watch?v=WUQgjYPz1uI
Pero con relación al arte, especialmente al arte de denuncia, pasa algo más interesante.  Y permítaseme una digresión. Quisiera hablar de China antes de entrar en Rusia.
EEUU está interesado en mantener ciertos regímenes en ciertos países. En China es preferible un régimen comunista. No se puede saber que puede pasar en un país que posee uno de cada cuatro habitantes del mundo sin una mano dura sobre sus cabezas. Hay más habitantes en China que en todo el Continente Americano y Rusia juntas. Hay más habitantes en China que en África y Europa juntas. En China se da el mayor genocidio del mundo, matando a los bebés cuando nacen niñas, por solo dar un ejemplo. Pero hay intereses económicos muy poderosos para silenciar esto. China es un excelente cliente, son muchos clientes. Las mujeres son ampliamente discriminadas en China. O sea que, por una cuestión aritmética, podemos afirmar que una de cada 8 mujeres en el mundo es discriminada. Suponemos que hay artistas chinos tanto dentro de China como los millones de chinos que viven fuera del país, que deben denunciar como pueden esta situación. El caso más notable es el premio nobel de la paz de 2010, Liu Xiaobo. Rusia inmediatamente boicoteó el premio, junto con otros países. Argentina estuvo en la otra vereda. Hoy este tipo continúa preso, y ya nadie se acuerda de él. Y es que la noticia es noticia y echa raíces solo cuando es recurrente, cuando se la repite de diferentes formas. Un premio nobel es una golondrina, o en este caso una paloma de la paz, y no hace primavera.
Y valga una aclaración: mal que nos pese, a los argentinos, que tenemos un país deshabitado y lleno de recursos, también nos conviene la pervivencia de esta situación en China. No a mi o a vos personalmente, pero sí a todos los gobiernos argentinos, sea del signo que sea.
Si eso es lo que se transluce del opresivo régimen Chino, poco y nada, lo que se puede esperar de Rusia no es mucho más. Cuando mataron a la periodista Anna Politkóvskaya, quien era una abierta opositora a Putin, en 2006, la noticia dio vuelta al mundo. Dos días después ya nadie hablaba de ella.
Yo creo que la respuesta a la falta de interés y de propagación del arte Ruso (o Chino) disidente es menos problemática que la búsqueda  de una solución. Creo que Anna Voronkova es la persona que está buscando esa solución, moviéndose, haciendo presentaciones, yendo a las radios o a la tele. Lo que más admiro de Anna es esa temeridad, porque yo creo que está prácticamente sola en esa lucha tan desigual y tan justa.
Y vuelvo al chiste de Voronkova. Sabemos intuitivamente que hablar de derecha y de izquierda en Rusia es complicado. Yo creo que es por eso mismo que a muchos les resulta complicado en Argentina entender el arte disidente Ruso. Los que en nuestro país están informados bien sobre Rusia son gente de izquierda, son gente que, en general, no quieren ver lo malo de Putin, porque Putin es enemigo potencial de Estados Unidos, y todo lo que sea malo para Estados Unidos es bueno para los izquierdistas argentinos. En otras palabras,se han acostumbrado a defender a todo enemigo de los Estados Unidos.
Me gustaría terminar con un ejemplo doméstico para demostrar que no hace falta volar tan alto para apreciar ciertas cosas. El 10 de octubre de 2008 apareció un cadáver flotando en el dique 4 de Puerto Madero, nuestro barrio más coqueto, caro y seguro. Por entonces yo trabajaba en la zona, así que además de leer el breve artículo que salió en el diario La Nación estuve escuchando las espeluznantes hipótesis de los vecinos. Muchos se convencieron de que el cadáver había venido de lejos. Yo sabía que eso no era verdad. ¡No, no! Yo no lo tiré al río. Pero la corriente de las aguas en ese barrio va de norte a sur, de modo que el cadáver, para llegar al dique 4, debió previamente atravesar los otros tres diques sin ser visto. Imposible. Al día siguiente revisé todos los diarios. Nada por aquí, nada por allá. No se hablaba del tema. Nunca más se volvió a hablar de un cadáver en Puerto Madero ¿Censura? Obvio. En un barrio que cuenta con la mayor seguridad, lleno de cámaras por todos lados, cómo es posible que pasen esas cosas. La conclusión es muy sencilla: en Puerto Madero no pasan esas cosas aunque pasen. Le mandé una carta al diario. Por supuesto no me la publicaron. Muy humildemente les peguntaba por el asunto en cuestión, si sabían algo. Como tampoco me contestaron, puedo suponer que ellos también estaban desinformados, je.
Si los Intereses Económicos en Puerto Madero pueden tanto, que no podrán los intereses transnacionales que son mil veces más poderosos. Quizás para difundir el arte ruso actual haya que crear un interés en gente de algún partido de derecha argentino. Yo los odio. Pero a este fin serían muy útiles. Los partidos argentinos de izquierda, en general, preferirían hacerse los boludos. Aunque prediquen otra cosa.



NOTA: Jorge Altamira dijo algo parecido a lo que yo propongo, cuando hablaba de los intereses cruzados en Libia. Sin embargo, Anna no haría nada mal en acercar ese arte ruso a grupos de otro tipo, sin perder contacto, por supuesto, con los contactos ya adquiridos.
NOTA 2: Si no me pronuncié sobre el valor intrínseco del arte ruso disidente es por ignorancia. Vi las obras. Me gustaron. Pero no me arriesgaría a tocar un tema que no manejo.
                                                                                     Febrero 2012





3 comentarios:

  1. estoy muy out del tema. Pero si mal no recuerdo todos los autores asiáticos se van a vivir a España o Francia. A partir de ahí los conozco. Mi opinión sigue siendo que el arte ES aunque no sea público- debate básico de taller literario con algún vejete de compañero-.
    ok, no aporté nada har, har, har.

    P.D:Felíz orto día de San Valentín. Para mí es orto día como todos los ortos días.

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  2. las estadísticas dicen que el 30% de los hombres que tienen blog cada taaannnto te dan un pequeño cambio.

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  3. Un besote amiguita. Mi noche de San Valentin tampoco es memorable. (Me enteré hace un rato.)Es como que uno tiene que cumplir y... No sé, yo quería ser seminarista y...

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