Obelisco egipcio en Paris |
La
ciudad más grande de Sudamérica, San Pablo, tiene como monumento más importante
un obelisco, blanco como el nuestro, aunque unos 5 metros más alto. Sin
embargo, para nosotros, es como si no existiera. En realidad, como veremos,
para todo habitante del mundo atrasado no hay otra cosa que el primer mundo.
Ellos nos imponen los valores culturales y nosotros compramos.
Si
repasamos los obeliscos que ya vimos podemos entender algunas cosas. El de la
capital yanki fue en su momento la construcción más alta del mundo: mide como
el edificio más alto de Puerto Madero, 170 metros. El de París
es un trofeo que se trajeron los franceses de Egipto. Los egipcios hicieron
cientos de obeliscos, son los campeones en la materia. Aunque no soy egiptólogo,
son todos bastante parecidos. Francia se quiso afanar dos, pero cuestiones
políticas impidieron que el segundo salga de África. Hoy, a ese que no salió
del continente negro, a ese que es casi idéntico al otro, ya nadie lo conoce.
De alguna manera, se nos indica que lo importante es París, no el monumento en
sí mismo. Cierto que se lo levantó en el mismo sitio donde en 1793 se le cortó
la cabeza a miles de personas— Luis XVI incluido—, y también es verdad que al monumento
egipcio se lo emplazó allí con el deliberado propósito de hacer olvidar a los galos su propia historia,
porque no tiene nada que ver con la revolución ni con la restauración. Pero eso
es la historia del obelisco, no el
obelisco en sí mismo. El de la Plaza San
Pedro fue afanado por Calígula, en el siglo I. Como en aquellos años no había
filtro, hay en Roma una multitud de
obeliscos egipcios. Con el tiempo le consagraron una cruz en su cima. Digamos
que le dieron valor agregado, le añadieron historia. Pero la
verdad es que no encuentro mayor imagen emblemática de hibrido cultural en el
mundo.
Obelisco egipcio en el Vaticano |
Pero presten atención. El obelisco
de Aksum es una de las obras más singulares del África. Se trata de un falso rascacielos,
en tanto tiene puertas en su base y ventanas a lo largo de varios pisos. Se lo
remató con una especie de banana en su cumbre. Tiene 1.700 años de antigüedad y
hoy está emplazado en su lugar original, en Etiopía. Pero durante casi todo el
siglo XX estuvo en Roma. Cuando los tanos invadieron la actual Etiopía no
pudieron evitar la tentación. En este caso, Benito Mussolini fue el chorro. El
obelisco fue encontrado por los europeos partido en tres pedazos como
consecuencia de un terremoto, cientos de años atrás. En Roma lo reconstruyeron,
lo cuidaron y lo devolvieron. Colorín colorado.
Obelisco de Aksum |
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