Vendamos
Constitución
Constitución |
(En
Nueva York ya han sabido lo que es una enorme estación de trenes. La estación
Penn lo era. Derribaron su hermoso hall en los años 60 y hoy se levanta en ese
lugar el Madison, donde los guantes, los recitales y el baloncesto llaman a las
cámaras, justo sobre los andenes, que subsisten enterrados. Aquel hermoso edificio se ha convertido en un mito. La injustificada
fama de la Grand Central
se debe, en parte, a la demolición de la Penn, sin la cual se ha convertido en la única
gran estación de la Gran
Manzana.)
Centrale Milano |
Quizás destruir grandes estaciones
no sea algo novedoso. Todos los países lo han hecho. A finales de los años 60´
Londres destruyó la simpática Euston. En
su lugar construyeron otra Euston, insípida, cuadrada. Buenos Aires imitó esa canallada
poco después en el nuevo hall y los nuevos andenes de Once. Un esperpento.
Pero lo que hasta hoy no había
podido averiguar es en qué se inspiraron los constructores del enorme hall de la Estación Constitución.
Eso no es normal. Y menos normal me pareció luego de ver la Grand Central y otras celebérrimas
estaciones que se suponían gigantescas y que en el mejor de los casos no le
llegaban a los tobillos a la nuestra. Algo tenía por seguro: Constitución no
era una originalidad criolla. En alguna otra latitud debía existir alguna
parecida que haya servido de inspiración.
Hoy, navegando, me cayó una ola de
publicidades que me invitaban a visitar otros países. Me llamó la atención una
foto de Constitución. Pero, al mirar nuevamente, reparé en que esa foto no era
de acá. Se trataba de la Centrale Milano,
muy parecida a la del Roca, acaso un poco más limpia... Me decía la publicidad
que se trataba del hall más grande del mundo, única— y lo que me resultó más
llamativo—, grandemente imitada a lo largo del mundo. Como cualquier persona
que te quiere vender algo, sospeché que había una gran dosis de mentira o
exageración.
Averigüé. Constitución es más
grande. Más aún, es más vieja.
Union Station |
Pero no me podía quitar de la cabeza
que nosotros no podíamos ser pioneros. No porque no tengamos ejemplos al
respecto— verbigracia el edificio Kavanagh— sino porque no me resultaba posible
creer que nadie se haya avivado de eso.
Efectivamente, luego de ardua búsqueda,
logré encontrar el modelo de Constitución—y de la Centrale Milano,
claro—. Se trata de la Unión Station
de Washington: un edificio grosso, como no podía ser de otra manera en la
ciudad del poder. Es de 1908. Busqué información turística elemental sobre la
capital yanki. Hay cosas omnipresentes: la Casa Blanca, el
Capitolio, el Pentágono, la Concha
de la Lora y…
por supuesto, la Union Station.
Constitución no tiene nada que
envidiarle a sus dos hermanas. Es monumental y te deja sin aliento. Basta con
entrar por la calle Hornos para caerse de espaldas. Pero yo nunca vi un
contingente de turistas en ella. Desconozco el valor arquitectónico objetivo de
nuestra gran estación. Pero eso es harina de otro costal. Derribemos mitos. Si
los tanos mienten nosotros también podemos hacerlo. Deberíamos aprender a
vender lo nuestro.
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