viernes, 12 de junio de 2015

Mario Wainfeld y José Natanson



Mario Wainfeld y José Natanson


¿Cómo se llama—o se llamaba— el ex capo de la inteligencia Argentina? ¿Stiusso, con dos eses, o Stiuso, con una sola? ¿Jaime Stiusso, Antonio Stiuso o—como apuntan los pícaros— Jaime Antonio Stiusso? Los agentes del servicio suelen preservar las iniciales de sus nombres originales, que por supuesto no es ninguno de todos esos. Dicen que el tipo habría nacido como Aldo Steller. Y vamos de nuevo: ¿Steller con doble ele o con una sola?

Con cuarenta años al servicio del Estado—o con el Estado a su servicio—, es altamente probable que ni él mismo recuerde quien es. Pero más raro es constatar que el pueblo no sólo sabe quien es, sino también dónde está: en el extranjero, en una isla del caribe, afirman, que es además un paraíso fiscal que le da todo lo que necesita.

Cualquier cosa pudo haber sido de este vil ser. ¿Cómo impiden que salga del país una persona con tantos amigos? ¿Cómo identifican el cadáver de un hombre que no tiene identidad? Por supuesto que hay gente que sabe donde está—o a dónde lo mandaros—, pero ubicar a esta gente es más difícil que dar con el paradero de Jaime o Antonio o Aldo o…

Toda persona que incursiona largos años en la política se fabrica un reaseguro, una cartera de clientes o intereses que le garanticen, llegado el caso, un margen de continuidad, y en el peor de los casos, algo de impunidad, o alguna forma de maniobrar para evadirse.

La verdad es que Stiusso no está ni muerto ni vivo, está desaparecido. No podemos tener ninguna certeza de su paradero. Y menos cuando esta gente labura en coordinación con la mismísima justicia, que al menos idealmente, tendría que ser un dechado de transparencia. Leed lo que escribió Mario Wainfeld poco días antes de la muerte del fiscal Nisman.


"Como fuera, hace un largo rato que un conjunto de jueces enfrenta al Gobierno, sin ningún recato ni acatamiento a las normas. La limpieza de la SI (Secretaria de Inteligencia) agrega otro jugador, no muy afecto al fair play, por así decir."


Sin embargo, mi vecino sigue insistiendo que la tele lo informa sobre Jaime Stiusso, su paso al Brasil por Concordia y un sinfín de giladas más. Entonces trato de explicarle que a diario nos venden noticias falsas, tanto desde la oposición como desde el gobierno. Le agrego que de eso se encarga gente de los servicios. Lo ilustro con lo que escribió José Natanson en el Dipló,  poco después de la muerte del fiscal, en un artículo que—entero— da a entender más cosas de las que explicita.


"En febrero de 2002, en medio de la paranoia pos 11 de Septiembre, la prensa estadounidense informó que el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, había creado un organismo de contrainformación, la Oficina de Influencia Estratégica, con el objetivo de instalar noticias falsas en los medios extranjeros, en particular en las agencias internacionales, que sirvieran a los fines de la guerra anti-terrorista. Acorralado por el escándalo, Rumsfeld se vio obligado a emitir un comunicado anunciando el cierre del organismo… comunicado que algunos definieron como el debut operativo de la nueva oficina."

            Mario y José son periodistas excepcionales, — en el sentido de que no abundan—. Estos señores tienen un nombre y un apellido. Yo agradezco que exista esta gente, porque creo en ellos, porque en algo hay que creer.



José Natanson:

Mario Wainfeld:


Sobre los nombres de Stiusso:

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