Una película para gente con
síndrome de Asperger
Hay películas que uno admira y
que, sin embargo, no nos terminan de convencer. El hombre de la Tierra,
(The Man from Earth), 2007, se ha transformado en un film de culto. Se mira, se
aplaude y se recomienda. Es, sin dudas, pretenciosa, entretenida y una de esas
obras de gueto sembrada de guiños para el intelectual, que no podés recomendar
a un iletrado sin correr el riesgo de que te escupa. Los temas son interesantes
e infinitos: la muerte
y la inmortalidad, la puja entre la ciencia y la fe, la paradoja entre realidad
y ficción, el problema identitario, la credulidad, la manipulación discursiva, la
amistad, la mentira piadosa, la paternidad, el abandono y en el final tenemos
lo irrevocable del amor, al que ni Dios puede omitir. Todo esto filmado íntegramente en una casa y con dos
mangos.
Todo suena, en el papel,
una bomba espectacular, un hit de la concha de su madre. Pero otra cosa es la
película. Durante casi una hora y media asistimos a discusiones que comportan una dialéctica
escolástica, refutaciones varias, demostraciones de inteligencia que demuestran
que dios la tiene más larga. El problema básico es que al hablar tanto hay un
exceso de información y eso es letal para el tipo que tiene algo de libro o
algo de vida encima, porque ya desde el
minuto 10 se adelantan cosas que nos anticipan el final con demasiada
precisión. Es como que la película se suicida ante nuestros propios ojos, dado
que toda su estructura descansa en sorprendernos con el final. El que entiende
los guiños—y yo entiendo sólo algunos—ya sabe adónde quiere ir a parar todo eso
y, aunque el film no pierde interés, se vuelve un poco redundante, como sin
querer queriendo, como que se les chispoteó. Y de tanto discursear se olvidan
lo elemental del cine, que es visual; que un gesto vale más que mil palabras—hay
un acierto hacia el final, pero no
alcanza—. De tanto guiño se olvidan del gesto. Es una película que se puede ver
sin mirar, que se puede escuchar mientras lavamos los platos, sin que por ello pierda
inteligibilidad. Es una película para gente con síndrome de Asperger.
Una anécdota trasciende El hombre de la Tierra y se ha
propagado como si de un tesoro se tratase. Jerome Bixby, autor del guión y
verdadero artífice del film—el director es un patán—, tarda 20 años en escribir
la obra, corrigiendo y corrigiendo, puliendo el material hasta dar con el
diamante. Termina de escribirla en su lecho de muerte, o lo que es igual,
interrumpe las correcciones cuando ya no puede más. Quizás la inminencia de la muerte
le haya dado lucidez, algo que seguramente necesitaba Richard Schenkman (que es
el nombre del patán).
Nota: Hoy se hace obligación aclarar todo. Es una epidemia a la cual no puedo sustraerme. No es mi intención ofender a la gente que sufre ese incómodo síndrome. Dicho esto, punto final.
Película:
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