viernes, 25 de marzo de 2016

WASP


Uno no siempre tiene la cabeza donde tiene que estar. Einstein desentrañaba  los secretos del universo mientras realizaba trabajos burocráticos.  Asimov no sabía nunca donde se encontraba—por ejemplo en el cumpleaños de su hija—porque estaba pensando un nuevo argumento. Carlos Rey, poeta y amigo, piensa sus versos mientras pasea por las góndolas de las mayonesas.
También es cierto que muchas veces asociamos libremente y que, como saben los psicólogos, la asociación libre nunca es tan libre pues está condicionada por múltiples factores, como las mayonesas o los cumpleaños. Entonces podemos estar pensando un poema gauchesco cuando vemos en la góndola la Taragüi.
Estaba con un amigo viendo pasar a las Madres de Plaza de Mayo, que desfilaban ante miles de personas en una nueva conmemoración del golpe del 76. Le digo: ¨Estaba pensando en WASP...¨. Me miró, pero me agregó con la mirada que no entendía por qué yo querría interrumpir el solemne momento con eso.
WASP es una banda fundada a comienzo de los 80, muy exitosa hace 30 años. Su cerebro—de alguna manera hay que decirlo—era y es Steven Duren, un tipo con cara de gato y de aspecto desagradable con una inclinación muy marcada a lo macabro. Steven tuvo una idea genial antes de fundar la banda, tal vez entre papeles burocráticos. Como fanático de KISS se dedicó a armar su figura escénica  como una fusión entre el aspecto y la actitud nabo-gótica de Gene Simmons y los movimientos gay-dancer de Paul Stanley.  Sin embargo, a Steven nadie lo conoce por su nombre real, lo conocen  por su seudónimo, Blackie Lawless, que se puede traducir como ¨Negro sin Ley¨. Esto no sería nada raro sino fuera porque W.A.S.P. es el  acrónimo inglés para «Blanco, Anglo-Sajón y Protestante» (White, Anglo-Saxon and Protestant). Y el mismo Blackie es muy blanco.
Todo en WASP parece calculado, hasta las contradicciones. Sin embargo, sus letras siempre atacaron aspectos que no tienen nada que ver con el color de la piel. Ellos estaban preocupados por exteriorizar su misoginia, su odio por las mujeres.
Las bandas piensan en su público y WASP se orientaba al sector de pibes de 12 a 16 años, preadolescentes. Cuando yo era pibe los amaba. Era re heavy re jodido y me deleitaba con la música de WASP. Pero especialmente con sus recitales, que leía (sic) en la revista Metal o veía en la casa de algún amigo con poder adquisitivo como para tener un videoreproductor. Invariablemente en algún momento del concierto—y perdónenme la expresión—Blackie atacaba su parte actoral. Desvestía a una mina encadenada o atada a un potro o crucificada y, ante el pedido desaforado de sus fans, le cortaba el cogote con una cimitarra o le encajaba un hachazo en el medio del pecho. Luego se disponía a chupar la sangre que brotaba.
Claro, si KISS tuvo problemas por pisar pollitos, imaginen la suerte  que tuvieron los WASP. Tuvieron que dejar de realizar actuaciones de ese tipo y se dedicaron solo a componer—(?)—, y perdieron toda su audiencia.
Cuando fui creciendo empecé a advertir cosas raras. En el público heavy nunca hubo minas. Éramos re machos y tachábamos de ¨putos¨ a los amantes de, por ejemplo, Soda, banda que nosotros también escuchábamos, pero a escondidas. Y nos daba bronca porque entre ellos había mucho más levante que entre nosotros, que andábamos casi todos sin novia. Entonces caí en la cuenta: Esa mina que Blackie torturaba era la única del estadio…
¨Te das cuenta, le dije a mi amigo, era una especie de resentimiento de mal cogidos, porque esa mina era única,  no había otra. La veíamos a la distancia y creíamos que, de alguna manera, nos apropiábamos de ella al ver como la torturaban.¨ ¨Si—me  respondió—  ella era la única mina del estadio, y vos sos el único boludo en toda la plaza que está pensando en WASP.¨

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