Ayer me metí
en el renovado cine Cosmos para ver
un estreno argentino, Sinfonía para Ana.
Se vendía como una historia de los setenta en las aulas. Eso me hizo recordar a
La noche de los lápices, una horrible
película que suelen darle a los estudiantes para que aprendan lo que pasó en aquellos años
con… ellos. Tal vez, pensé, esta película es diferente.
Sinfonía… es de esas películas que uno celebraría más si
fuese turco o coreano. ¿Será por eso que fue premiada en el Festival de la Crítica
de Moscú? Es que ciertas inexactitudes, ciertas cosas que uno conoce de esa
época de nuestro país conspiran para relajarse totalmente. Por supuesto, eso
mismo la torna más interesante.
Aunque busca el llanto del espectador, los que lloran son los
protagonistas. La última media hora lagrimean hasta los extras, amparados en
una música que es como una patada en los huevos con botines ¿Hay algo de Favio en esas exageraciones o hay
algo de grasa? Tal vez de ambas cosas.
Sin embargo la
cinta funciona. No es para tirar petardos, pero funciona; a gas. Un acierto es mostrar que izquierda y montoneros se
cerraban, se desconfiaban, se recelaban. Esa
endogamia está muy bien tratada en lo sexual. Otro acierto es que Idealismo,
ingenuidad y juventud van de la mano, y que no es lo mismo ser valiente que ser
temerario. El argumento tiene sus logros. En la protagonista hay un mensaje muy
interesante: crecer es aprender a mentir. No se dice, pero se entiende. Hay
más. Estéticamente es correcta. Las actuaciones están sorprendentemente bien. Pero…
Es verdad que
la película tiene guiños que hablan de la violencia de montoneros y hasta
críticas a Perón, pero solamente para los enfermitos como yo que están muy
interesados en el tema. Para un coreano o un ruso sólo queda lo que se dice explícitamente:
Perón era bueno. Luego Perón muere y todo se desconcha. Quizás también para
muchos argentinos. (Por los comentarios que escuché en la sala llegué a la
conclusión de que la cinta debería terminar con el cartel Basada en una historia real.)
También hay
que decir que Sinfonía… piensa
ciertos pasajes ya pensando en los premios por venir y en los espectadores
extranjeros. Yo estoy seguro que esa imagen en que se ve a la protagonista
entre dos afiches que condenan a Pinochet obedece a un solo fin. Por si usted,
querido lector, no lo sabe, la palabra ¨desaparecido¨ está asociada mundialmente
a Chile, no a nosotros, gracias a una exitosa película de Costa Gavras
intitulada Missing, de 1982. De hecho es muy fácil para un
gringo de cultura media confundir el bombardeo de Plaza de mayo del 55 con el del
Palacio de la Moneda del 73. Y como afuera Evita es más popular que Perón la
tenían que meter de algún modo. En otro orden de cosas, se subraya al padre Mujica y se omite la vuelta olímpica del 55 con la quema de iglesias. A la pregunta que el profesor de la película hace ¨¿qué es la historia?¨ se puede contestar, ¨Es nuestra historia¨. El film es claramente tendencioso. Y eso no tiene nada de malo, siempre que uno esté atento.
Como indica
Federico Lorenz en un muy lindo librito llamado Combates por la memoria, cuando se fueron los milicos el tema de La Noche de los Lápices cerró como
anillo al dedo para denunciar la barbarie. Entre ellos no habría habido
metebombas (la memoria de la sociedad aún estaba fresca). Se hizo aquella película estéticamente pobre y
se la bajó al aula como un catecismo.
Yo propongo
que se de en las aulas Sinfonía para Ana.
Por empezar es infinitamente mejor película y más compleja. Además transmite
bien la sensación de una sociedad y una época donde te puede pasar algo por
respirar. Y, lo mejor, es que muchas de las apreciaciones explícitas del film
provienen de una imberbe.
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