sábado, 12 de enero de 2019

Marley o las ballenas


Cuando el billete nació era una rareza. Piensen que no había en las casas tele ni  revistas ni nada que reprodujera imágenes con profusión. La gente se detenía ante los monumentos porque eran singularidades del paisaje urbano. No es que fueran escultores. No había nada mejor para mirar. Y, además, la gente creía en la verosimilitud de aquello que veía. Y en eso apareció el billete con sus rostros para poder distraer la mirada.
Los primeros billetes argentinos tuvieron el rostro de San Martín, de Belgrano y de gente que estaba muy viva, como Sarmiento, Mitre o el presidente en ejercicio, Julio Argentino Roca. Había que formar la nacionalidad, defenestrar los localismos, dar a publicidad a los iletrados, que eran mayoría, sobre quiénes eran los que mandaban. (Una práctica desde las primeras monedas) A su vez, el analfabetismo llevaba a billetes de muchos colores  para aquellos que no sabían leer ni los números.
Con el correr del tiempo y la alfabetización acelerada que propiciaron aquellos prohombres que aún dominan los billetes, las mayorías continúan atendiendo a los colores, no así a los rostros. Las caras de los que mandan están hoy en soportes más copados, como la tele o el Facebook. Entonces yo me pregunto cuál es el problema de poner ballenas y no recuerdo que otros animales en los billetes. Cierto que es parte de una ideología de quienes gobiernan (y no de una desideologización, como quieren imponer los que gobiernan). Pero yo no veo nada malo en ello.
Cristina había logrado imponer a Evita. Fue una reparación histórica, como en su momento  lo fue la inclusión de Rosas. Pero esto sólo lo saben tres o cuatro pelotudos del círculo rojo (entre quienes me cuento), que además se suelen indignar (entre quienes no me cuento), y que además ladran durante horas sobre temas que no dominan y sin sentido histórico, (los odio). Hoy basta con saber qué opina alguien sobre las ballenas para deducir de qué lado de la grieta está el muy pelotudo, pelotuda o pelotude. Porque es claro que no están hablando de los billetes ni de los rostros que estos sostienen sino de qué cuadro son hinchas.
Sépanlo: la gente odia a Mitre y a  Roca. Mucho más odian a Belgrano y a San Martin. E infinitamente más a Sarmiento.  Es la consecuencia de una educación pavota, repetitiva, predecible, insoportable, con héroes intachables. Para contrarrestar esto  en los últimos años se ha levantado una historia en el aula que habla de los silenciados por la historia oficial, una historia que se basa en la grieta. Pero en una grieta que también es estupidizante, donde un tipo como Roca que logró introducir en el país unos 4 millones de inmigrantes sea enseñado como quien odiaba la inmigración por la Ley de residencia, o que la historia la escriben los que ganan omitiendo que la mayoría de los caudillos eran analfabetos (o que Hitler perdió). La historia la escriben los que saben escribir y Sarmiento y Mitre eran escritores sublimes. Enseñarles a los pibes que saber escribir te da poder sería un buen camino. Si, saber es poder.
Arrimémonos al pibe que maneja el atmosférico e intentemos ilustrarlo sobre quién fue Sarmiento y veremos la reacción que se suscita en su rostro. Luego probemos con Marley o Tinelli. Yo no veo nada de malo en que haya ballenas y ciervos en los billetes. Podría ser peor.





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