Cuando el
billete nació era una rareza. Piensen que no había en las casas tele ni revistas ni nada que reprodujera imágenes con
profusión. La gente se detenía ante los monumentos porque eran singularidades
del paisaje urbano. No es que fueran escultores. No había nada mejor para mirar. Y, además, la gente
creía en la verosimilitud de aquello que veía. Y en eso apareció el billete con
sus rostros para poder distraer la mirada.
Los primeros
billetes argentinos tuvieron el rostro de San Martín, de Belgrano y de gente
que estaba muy viva, como Sarmiento, Mitre o el presidente en ejercicio, Julio
Argentino Roca. Había que formar la nacionalidad, defenestrar los localismos,
dar a publicidad a los iletrados, que eran mayoría, sobre quiénes eran los que
mandaban. (Una práctica desde las primeras monedas) A su vez, el
analfabetismo llevaba a billetes de muchos colores para aquellos que no sabían
leer ni los números.
Con el correr
del tiempo y la alfabetización acelerada que propiciaron aquellos prohombres
que aún dominan los billetes, las mayorías continúan atendiendo a los colores,
no así a los rostros. Las caras de los que mandan están hoy en soportes más
copados, como la tele o el Facebook. Entonces yo me pregunto cuál es el
problema de poner ballenas y no recuerdo que otros animales en los billetes.
Cierto que es parte de una ideología de quienes gobiernan (y no de una
desideologización, como quieren imponer los que gobiernan). Pero yo no veo nada
malo en ello.
Cristina había
logrado imponer a Evita. Fue una reparación histórica, como en su momento lo fue la inclusión de Rosas. Pero esto sólo
lo saben tres o cuatro pelotudos del círculo rojo (entre quienes me cuento),
que además se suelen indignar (entre quienes no me cuento), y que además ladran
durante horas sobre temas que no dominan y sin sentido histórico, (los odio). Hoy
basta con saber qué opina alguien sobre las ballenas para deducir de qué lado
de la grieta está el muy pelotudo, pelotuda o pelotude. Porque es claro que no
están hablando de los billetes ni de los rostros que estos sostienen sino de
qué cuadro son hinchas.
Sépanlo: la
gente odia a Mitre y a Roca. Mucho más
odian a Belgrano y a San Martin. E infinitamente más a Sarmiento. Es la consecuencia de una educación pavota,
repetitiva, predecible, insoportable, con héroes intachables. Para contrarrestar
esto en los últimos años se ha levantado
una historia en el aula que habla de los silenciados por la historia oficial,
una historia que se basa en la grieta. Pero en una grieta que también es
estupidizante, donde un tipo como Roca que logró introducir en el país unos 4
millones de inmigrantes sea enseñado como quien odiaba la inmigración por la
Ley de residencia, o que la historia la escriben los que ganan omitiendo que la
mayoría de los caudillos eran analfabetos (o que Hitler perdió). La historia la escriben los que
saben escribir y Sarmiento y Mitre eran escritores sublimes. Enseñarles a los
pibes que saber escribir te da poder sería un buen camino. Si, saber es poder.
Arrimémonos al
pibe que maneja el atmosférico e intentemos ilustrarlo sobre quién fue
Sarmiento y veremos la reacción que se suscita en su rostro. Luego probemos con
Marley o Tinelli. Yo no veo nada de malo en que haya ballenas y ciervos en los
billetes. Podría ser peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario