El Museo de
arte moderno de Filadelfia, fundado en 1876, tiene, entre otras maravillas, un
popurrí de las estrellas del cubismo, celebridades francesas del XIX, loquitos como Van Gogh y el archifamoso Desnudo bajando una escalara de Marcel
Duchamp.
A cien años de
su fundación, en 1976, Sylvester Stallone filmó la excelentísima Rocky, cuyo escenario más famoso es el
Museo en cuestión y más precisamente las escaleras del mismo, que sube cuando
entrena y que seguramente todos hemos visto.
Stallone, en
una escena de alguna de las sudadas secuelas, plantó una estatua semidesnuda de él
mismo (bah, de Rocky) en la cima de estas escaleras, vale decir en la puerta
del Museo. Luego donó la discutible obra de arte a la institución. Duró poco.
La barrieron a unos 100 metros, a un costado, escondidita entre ensombrecidos
árboles.
Se quiera, o
no, Rocky es sinónimo de Filadelfia. La inmensa cantidad de gente que se
congrega frente a la estatua para sacarse una foto, o la que hace unos cien
metros para subir las escaleras del museo, no ingresa a ver el desnudo de
Duchamp.
Tiene razón
Stallone. La soberbia, mata. Por favor, acepten el regalo, metan el adefesio en
el interior del museo y estimulen de esa manera a que las masas se den una vuelta
por las buenas obras de arte. Las mayorías no van al Louvre porque aprecian La
Gioconda. Van porque es famosa.
Fuentes:
Para el monumento a Rocky:
La Gioconda de Duchamp |
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