jueves, 10 de enero de 2019

De cómo lograr que la gente suba las escaleras de Duchamp



El Museo de arte moderno de Filadelfia, fundado en 1876, tiene, entre otras maravillas, un popurrí de las estrellas del cubismo, celebridades francesas del XIX,  loquitos como Van Gogh y el archifamoso Desnudo bajando una escalara de Marcel Duchamp.
A cien años de su fundación, en 1976, Sylvester Stallone filmó la excelentísima Rocky, cuyo escenario más famoso es el Museo en cuestión y más precisamente las escaleras del mismo, que sube cuando entrena y que seguramente todos hemos visto.
Stallone, en una escena de alguna de las sudadas secuelas, plantó una estatua semidesnuda de él mismo (bah, de Rocky) en la cima de estas escaleras, vale decir en la puerta del Museo. Luego donó la discutible obra de arte a la institución. Duró poco. La barrieron a unos 100 metros, a un costado, escondidita entre ensombrecidos árboles.
Se quiera, o no, Rocky es sinónimo de Filadelfia. La inmensa cantidad de gente que se congrega frente a la estatua para sacarse una foto, o la que hace unos cien metros para subir las escaleras del museo, no ingresa a ver el desnudo de Duchamp.
Tiene razón Stallone. La soberbia, mata. Por favor, acepten el regalo, metan el adefesio en el interior del museo y estimulen de esa manera a que las masas se den una vuelta por las buenas obras de arte. Las mayorías no van al Louvre porque aprecian La Gioconda. Van porque es famosa.

Fuentes:

Para el monumento a Rocky:


La Gioconda de Duchamp


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