Hace un año y medio visité
Bariloche. Hace un año y medio que dudo en escribir sobre mi visita. Pero el tiempo
ha pasado y nuevas noticias me habilitan a escribir sin culpa.
Se llama
Gabriel. Atiende Cerro Abajo, un bar muy pintoresco en el centro de Bariloche, Entro. Le pido una cerveza alemana. No hay. Le pido una Quilmes, no sin
quejarme de que en ese lugar no haya cerveza alemana. La cerveza alemana aparece como por magia. Ahora es un bar, pero a
comienzo de los años noventa era la fiambrería de Erich Priebke, el famoso
genocida nazi.
Priebke
estaba en Italia cuando la resistencia mató a 33 alemanes que marchaban por
Roma. Hitler, indignado, bajó una orden taxativa: por cada uno de los nuestros caerán diez de ellos. Priebke y su jefe inmediato hicieron las cuentas.
Seleccionaron unos cuantos presos y, como los números quedaban cortos, se
redondeó con judíos. Se excedieron en cinco. Total: 335. Los llevaron a las
afueras de la ciudad, los metieron en una mina abandonada y les metieron bala. Luego dinamitaron la entrada de la mina y se fueron a brindar. Fue
un 24 de marzo, pero de 1944.
El
guacho se mudó a la Argentina. En Bariloche plantó una familia, se dedicó a
instituciones educativas de habla alemana, aprendió el idioma nuestro y vivió
bajo su nombre real por 30 años. Como notó que
nadie sabía de su pasado, que todos lo querían, que todos lo respetaban,
decidió fundar una fiambrería. ¡Qué guacho!
En
1994 las investigaciones llevaron las cámaras de televisión hasta él. Dijo, sin
pestañar, que hizo lo que hizo pero que sólo obedeció órdenes. En un país
que recientemente había otorgado obediencia debida, punto final e indulto, es
entendible su reacción. Pero no funcionó. Lo deportaron a Italia, le dieron
prisión domiciliaria por su larga edad y murió en 2013 con cien años cumplidos.
Su último deseo fue ser enterrado en Bariloche. Nunca se arrepintió.
Gabriel
sospecha. Si yo le pido una cerveza alemana será por algo. Está aburrido. Le
pregunto por Priebke. Ya no está aburrido. Le brillan los ojos. Destapa una
birra y la empieza a tomar conmigo. Voy a sintetizar lo que Gabriel me contó
con pasión, y con el correr de los minutos, con alcohol.
Me
confirmó que esos micros que se paran en la puerta de Cerro Abajo transportan a
europeos y a yanquis que vienen a conocer la fiambrería de Priebke. Ningún tipo
va a venir de tan lejos a ver montañas nevadas. Las tienen más cerca. Ellos
vienen a ver el paquete nazi. La web está llena (invito al lector a que lo
compruebe) de paquetes de turismo nazi en Bariloche para gente del primer mundo.
Las estrellas del tour son la supuesta casa de Hitler en los bosques y la
fiambrería de Erich, donde bajan, se toman unas fotos y alguna birrita. Los clientes de Cerro Abajo, durante las horas de la siesta, se limitan a
turistas sedientos de emociones fuertes.
Me podría
haber retirado sin pagar la cerveza. Tan contento estaba Gabriel. Pagué. Y
pagué lo que él tomó. Se lo merecía. Me había contado todo. Incluso los planes
del dueño para maximizar sus ganancias a costa de esos turistas.
Pero los nazis
en Bariloche son el pasado. Los judíos ultra ortodoxo son algo muy actual. Especialmente en el Llao Llao. Esto
no sólo me lo contó Gabriel, sino que me lo confirmó extraoficialmente la guía cuando visité
las inmediaciones del famoso hotel, además de muchos
vecinos de lengua descuidada y sinceridad brutal. Por
supuesto, inmediatamente entré a googlear y hasta los diarios de mayor
circulación del país hablaron en algún momento del tema. Sin embargo, lo que me
contó la guía, una mujer muy seria, no aparece en los medios.
Quizás hayas
visto One of US, el documental de
Netflix o el de los ultrajudíos que realizaron los judíos
¨normales¨. Allí podéis comprobar que lo que esta apreciada guía de turismo me contó no es grupo. El machismo,
la endogamia, los abusos de todo tipo, la reclusión, la discriminación… Las
empleadas, las que sirven las mesas, son seleccionadas con gran filtro. Ellas
no son judías; son paraguayas. Deben pasar el período de instrucción que consiste en no mirar a
los ojos a un hombre, no pasar por una puerta antes que un hombre, no tocar a alguien ni por casualidad (por cuestiones supersticiosas) , no hablar en
presencia de una alta jerarquía religiosa, identificar quién es una jerarquía
religiosa, entender que la más baja jerarquía es la de ellas (o sea, todas las mujeres y especialmente las que sirven las mesas) y mucho, mucho más.
Para ahondar
más en el tema me metí a leer Los Lubavitch en Argentina, de Alejandro
Soifer. Las pascuas judías (el Pesáj) se
realizan desde 1999 en el LLao Llao. Pero fue en 2002 donde se cerró el acuerdo
a perpetuidad para usar las instalaciones en forma exclusiva. Quienes concurren
al evento todos los años son como el G20 del Kipá. Gente muy pero muy grosa,
como los dueños de los rascacielos más altos de América Latina, los
dueños de medios de comunicación globales, los dueños de acciones de grueso calibre, (bah, los dueños) y
capos que nunca nos vamos a enterar (averigüen) . Los diferentes grupos
ortodoxos (los hay de todos los colores) se fueron instalando en la ciudad y
hoy suman una cantidad muy apreciable. Eso sí se nota claramente con sólo darse una vuelta por las calles de Bariloche, la ciudad más paradójica del país.
Mi amiga
Vanina fue por Bariloche y visitó la fiambrería.
Me trajo una noticia. A Gabriel lo habían echado. Parece que hablaba mucho.
Entonces ahora puedo publicar estas líneas sin culpa. Dos veces no lo pueden
echar. Tal vez se tendría que haber limitado a servir las mesas.
Saga:
Saga:
Alguna fuente:
Los Lubavitch:
Sobre los judíos Ultraortodoxos:
Sobre los judíos en Bariloche
Sobre Priebke:
https://www.lanacion.com.ar/1628852-polemica-por-el-funeral-de-priebke
Hay varios videos en youtube del momento en que encuentran a Priebke
Hay varios videos en youtube del momento en que encuentran a Priebke
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