La anécdota es muy conocida, aunque debería serlo más aún. Unos periodistas le preguntaron a Einstein si podía explicar la teoría de la relatividad. El científico tomó un lápiz y apuntó ecuaciones varias sobre un papel, tomándose una hora y media. Le pidieron que sea más sencillo. Lo intentó con palabras ¨difíciles¨, dedicándole media hora a sus argumentaciones. Los otros no entendieron nada. Le pidieron que sea aún más sencillo. Einstein lo pensó y explicó que si un tren iba hacia el norte a 20 km por hora y otro se cruzaba en sentido contrario a 40, y bla bla bla… En un minuto había terminado. Los periodistas, agradecidos, le hicieron ver que ¨al final no era tan difícil¨. Einstein contestó: ¨Puede ser, pero eso ya no es la teoría de la relatividad¨.
Cuando uno enseña en un aula del secundario muchas veces entra en reduccionismos que avergüenzan (al menos a mi me avergüenzan). No se puede evitar. Uno quisiera dar nazismo y comunismo, la guerra fría como guerra caliente en la periferia, toyotismo y reestructuración del capitalismo, contrahegemonía, teoría de la regulación, la fragmentación del empleo del tiempo, la angustia que genera la inexistencia de un horizonte, explicar las sutilezas y abstracciones increíbles de un sistema de dominación impersonal intentando ser sutil, abstracto e impersonal y bla bla bla, … Y al final termino contando una historia ridículamente simplista, imbécil, calculadamente miope, con la profundidad de un balde, donde hay buenos y malos absolutos, donde siempre (como nos enseñan desde chicos) están los héroes y los villanos; Batman y el Guasón, los trenes que van para un lado y los otros. Es la historia del Billiken, como decía un gran profesor.
Pero lo que menos puedo entender es que en las aulas de las universidades (conozco tres) se dicten clases de batmanes y guasones. Eso es una forma de subestimar al alumnado, tal vez de adoctrinarlo. Se debería buscar que piensen, que traten de comprender; no de llevarlos de la mano a la indignación más primitiva y elemental. Además el docente en estos casos tiene la seguridad de que no está atentando contra nadie agregándole complejidad al asunto. Se lo debe a los alumnos y se lo debe a sí mismo, a la profesión. Y eso no es relativo.
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