La homosexualidad femenina
en el Islam
“Respondió
Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y
tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me
haga Yavé y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras
dos.” Ruth 1:16-17
Abdennur Prado es un musulmán catalán que
escribe en español. Es uno de esos musulmanes tan penetrados por Alá que
justifica todos sus razonamientos a la luz de la lectura del Corán o de sus
libros afines. Ve en la palabra divina lo que quiere ver, interpreta lo que
quiere interpretar, justifica sus propios razonamientos como si necesariamente
tuvieran que ser de otro.
Leí de Abdennur Prado “Homosexualidad en el Islam”, donde defiende el derecho de los homosexuales a existir y a ser reconocidos. Pasa revista a innumerables hechos históricos que demostrarían la tolerancia hacia ellos en el mundo musulmán. Verbigracia: casamientos documentados entre hombres, la tradición homosexual del oasis de Siwa, las apologías escritas hacia tal práctica, y muchos etcéteras. Finalmente, el autor consagra su escrito a demostrar—más flojo de papeles que Nissman—que la aversión hacia la homosexualidad en el Islam es consecuencia de la colonización cultural de occidente, que tiene como horizonte los últimos ciento cincuenta años.
Vamos
por parte. Abdennur es un hombre de bien, porque es necesario tener muchos
huevos para defender la homosexualidad entre gente tan intolerante, máxime si
atendemos al hecho obvio de que él no nos habla ni a vos ni a mi, sino a los
miembros de su propia comunidad. En segundo lugar, es notable que en su
panfleto se omita el ejemplo más concluyente sobre la tolerancia a la
homosexualidad: Las mil y una noches,
libro genial y ampliamente popular entre los musulmanes durante siglos. Por
último, no hace falta ser un genio para saber que en San Francisco, Estados
Unidos, hay más tolerancia que en La Meca, aunque el autor parece tener ceguera
ante cosa tan obvia. (¿O acaso el porno gay es made in Arabia Saudita?)
Pero
en Abdennur Prado hay un machismo de base (al menos en el Abdennur que le habla a sus correligionarios). Para él la única homosexualidad es
la masculina. Sabido es que la mujer del Islam, víctima de la poligamia—estrictamente
se llama poliginia—, estuvo recluida en
la casa junto con otras muchas mujeres. También es sabido que la mujer
musulmana era—y es—mayormente analfabeta, con lo cual los testimonios de sus
propias experiencias quedan eclipsados. Además, la reserva y el recato son las
máximas virtudes que el Corán les atribuye a las mujeres. De esta manera, no es dable
pensar que treinta mujeres encerradas largamente bajo un mismo techo, y en su
mayoría sin ser servidas por hombre alguno, no se dediquen al amor homosexual, como en las cárceles del mundo entero, las de varones y las de mujeres.
No hay palabra alguna
en el Corán sobre la homosexualidad femenina. Se sabe: lo más discriminado es
lo que no se menciona. De eso no se habla porque a nadie se le ocurre hablar de
eso. Se invisibiliza. Luego, se naturaliza su invisibilidad. Así en la tierra como en el cielo, ni dios se acuerda de ellas.
El artículo de Abdennur Prado:
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