miércoles, 13 de mayo de 2015

Las sombras del odio



Las sombras del odio



             Se sabe que entre el amor y el odio hay afinidades. Son sentimientos hermanados y es posible pasar de uno a otro sin escalas. Los contrario de estas dos cosas es la indeferencia, que es lo mismo que decir el ninguneo más absoluto.

Esta obviedad se suele olvidar con mayor prontitud que el diario de ayer. Por irónico que parezca, el ninguneo explícito no es indiferencia.

Las palabras de Aníbal Fernández dirigidas a Luis Barrionuevo así lo indican. Hace un mes le dijo de todo: que se hace pis encima, que no existe, que es un gil, que es alguien del pasado y muchas cosas más.

 “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”. La famosa frase bien pudo haberla pensado Barrionuevo al escuchar esas palabras. El sindicalista está tan fuerte como siempre. Existe, no es un gil y es alguien muy del presente— aunque, por cuestiones de edad, pueda hacerse pis encima—.  Él fue uno de los que le dio el espaldarazo a Carlitos para que sea presidente; él fue uno de los principales artífices del pacto de Olivos; él estuvo detrás de las movilizaciones del 2001. Él siempre está.

Sin embargo, el primo del verdulero, como casi toda persona que conozco en el furgón del tren, escucha literalmente las palabras de Aníbal. (Esta literalidad de la gente a veces me asusta, porque la gente es literal con los políticos o con los periodistas, pero no con un familiar o con un amigo).

Como suele pasar, las palabras del jefe de gabinete no estaban dirigidas al verdulero, sino a uno de sus principales rivales en las sombras para poder acceder a la gobernación de la provincia: Luisito, que milita en el massismo.

Tampoco hay que creer en las candidaturas como la de Aníbal. Aníbal sabe que no llega con los votos. ¿Entonces por qué se pone de candidato? ¿Es una candidatura testimonial? No: es un recurso político `para retener voluntades. Él se proclama como candidato y luego se sienta a ver cuantos de los que se dicen aliados lo apoyan realmente. Además, el recurso sirve para otra cosa: para definir lealtades rápidamente. Imaginaos: yo estoy coqueteando con el massismo, pero laburo para el kirchnerismo. Después de la postulación de Aníbal, ya no puedo seguir con la actitud ambigua. No es raro pensar que la candidatura del superjefe de gabinete haya estado entre los principales motivos de la disolución del massismo, así como del ostracismo momentáneo de Luis.  

Pero no abriguemos esperanzas. Barrionuevo es amigo—de alguna manera hay que decirlo—del Coti Nosiglia, otro que labura siempre a las sombras. Ambos han llegado a pactar acuerdos entre radicales y peronistas. Si el Coti fue uno de los encargados de sellar una alianza entre los radicales y el Pro, no es menos cierto que el sindicalista es uno de los artífices de la vinculación del massismo con el Pro y, por lo tanto, con los radicales. Aunque esta estrategia era el plan B de Luis, no deja de ser asombroso que haya coincidido con el plan A de Aníbal.

En fin de cuentas el odio de Fernández era efímero, como la mayoría de los odios que engendra la política, como la mayoría de los amores que recorren el mundo. Lo único cierto es que nunca nos acordamos de la gente que nos causa indiferencia. Como por ejemplo… ese tipo… el que… no no… creo que era el otro, ese que… Bueno, no me acuerdo. 


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