La última historia de Altamira
En 2012 escribí Más allá de nuestra vida. Era una enumeración de golpes históricos
dados al orgullo humano, desde Copérnico hasta Freud, desde Darwin hasta el
descubrimiento acelerado de nuevos planetas con potencialidades de vida
inteligente. Sin embargo, omitía hablar del hombre de Neandertal. En un escrito
anterior, Donde los razonamientos nadan
como un feto, lo había defendido como el primero de la especie Homo que
enterró a sus muertos y que, en consecuencia, creyó en dios. Pero para el 2012 yo había empezado a dudar de esas ideas. La
teoría más firme dice que nosotros llevamos a la extinción a esos humanos tan
particulares. Si el Neandertal era tan inteligente, ¿por qué había perdido la
guerra contra nuestra especie? Si tenía que herir el orgullo humano, no me
parecía un buen ejemplo.
La vieja historia oficial decía así.
El Homo sapiens neandertalensis fue habitante
de Europa durante milenios. En tanto, nosotros, Homo sapiens sapiens, tuvimos nuestro origen en el continente
africano. Salimos del continente negro y nos esparcimos por el mundo. Un grupo
de los nuestros ingresó en el viejo continente, que para entonces era una
novedad, y se topó con los neandertal. Estos eran más fuertes y robustos, pero
un poco estúpidos en comparación con los que recién llegaban. Esa estupidez los
perdió, y fueron exterminados. Al lugar geográfico donde fueron acorralados los
últimos neandertal hoy lo conocemos como España. Una vez que nosotros
terminamos con esa subespecie nos dedicamos al aburrimiento e inventamos el
arte. Prueba de ello son las pinturas rupestres, la más conocida de las cuales
es Altamira.
La nueva historia oficial es un
claro ejemplo de cómo las cuestiones morales se inmiscuyen en los asuntos
científicos. Muchos de los escritos que se me cruzaron daban con el tono políticamente correcto que demanda el respeto a todas las
diferencias, como si fuese lo mismo el respeto debido a un homosexual que a un Homo neandertalensis.Según esta versión, los humanos modernos ingresaron a Europa en son de paz. Hicieron mucho
el amor con los neandertalensis y tuvieron muchos hijos, que son hoy los
descendientes de europeos. El neandertal, por lo tanto, no se ha extinguido,
sino que, al ser nuestra especie numéricamente superior, ellos fueron
asimilados a nuestra sangre. Cuando, por ejemplo, hoy un negro y una blanca,
amor mediante, tienen un hijo, de alguna manera ella le pasa los genes
neardentalensis a ese fruto del amor, que son genes fuertes y robustos. En
cuanto a las pinturas rupestres serían fruto del mismo árbol.
Pero hay dos problemas. Los
neandertal estaban confinados en Europa, pero hay pinturas rupestres en todos
lados, desde la Patagonia,
hasta China y desde Australia a los
Estados Unidos. Los que defienden estas teorías no se incomodan. La
cueva de Altamira es la expresión más acabada del arte parietal, lo cual es
cierto. No por nada se la conoce como La
capilla Sixtina del Paleolítico. En segundo lugar, en Altamira no hay
figuras humanas, sólo bisontes y algún que otro caballo. Esto, por supuesto, da
lugar a cualquier conjetura, incluso a la improbable posibilidad de que hayan
sido los mismos bisontes los artífices de semejante prodigio.
Todo esto había quedado en mi mente hasta
que ayer se me ocurrió caminar por Corrientes y toparme con la revista española
Arte, de agosto de 2012. Si, más o
menos para la fecha en que me incomodaban estas ideas. La tapa anunciaba una
sola cosa. ¨Altamira, La cueva
paleolítica que se ha revelado como la primera manifestación artística del
hombre¨. La compré. Quedé abrumado.
Según todas las teorías que se
venían manejando, Altamira fue pintada de 15 a 25 mil años atrás. La revista, que sigue a
prestigiosos estudiosos del tema, afirma rotundamente que esas vagas fechas hoy
han sido descartadas con total seguridad. La fecha en cuestión se ubicaría 45
mil años atrás. Se hace eco del impacto que el dato causó entre los estudiosos
y, en la nota principal dedicada al tema, actualiza la historia de Altamira.
Pero lo hace de una manera muy desleal, porque yo sabía perfectamente que el
título mentía, dado que el hombre moderno no había aún entrado en Europa hace
tanto tiempo, y que por lo mismo, las obras de arte deberían ser atribuidas al
neandertal con toda justicia. El artículo en cuestión no lleva firma, pero
luego de ambigüedades varias, el escritor cierra la nota con estas palabras,
escritas casi como al descuido. (El subrayado es mio).
De todo el género Homo, la especie sapiens sapiens es la única sobreviviente. A ella se le
atribuía hasta ahora la creación del arte parietal en las cuevas
europeas como resultado de un nivel más evolucionado en la capacidad cognitiva,
relacionada con un mayor desarrollo en el lenguaje, o en su capacidad de vivir
en suciedades complejas.
Si. Otro golpe al orgullo de nuestra especie. Y van...
Si. Otro golpe al orgullo de nuestra especie. Y van...
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