Cuando era
pibe me enseñaron que los dibujos animados eran un nido de violencia. El coyote y el corre caminos o Tom y Jerry eran malos ejemplos que invitaban a los
chicos a partirle la cabeza al vecino. El mundo iba de mal en peor por culpa de
estos entretenimientos. Los medios se hacían eco de semejante teoría.
Aprendieron. Hoy solo a un despistado se le puede ocurrir que eso pudiera ser
así. No hay más violencia ahora que hace
30 años.
Los
dibus hoy cambiaron. Mi pibe mira Gumball,
Tío Grandpa, Phineas y Ferb. Son una maravilla, llena de filosofía, sociología
y magia. Como ese capítulo de Gumball (que dejo al final de estas líneas) donde
se problematiza el sentido de la vida.
Es
mucho más intelectual cualquiera de estos dibus que las masivas estupideces que
consumen los adultos. Y lo que es peor, que las estupideces que nuestros niños
terminarán consumiendo en su adultez .¿Qué pasa en el medio? ¿Qué oscura fuerza
obra entre la niñez y la mayoría de edad? La sociedad, la familia, los ritos
estupidizantes, los prejuicios, regar el auto todos los domingos, pensar como
la mayoría, ser esclavo de las costumbres, 1984,
mirar a Tinelli, las conferencias de prensa ofrecidas por jugadores de fútbol
que no dicen nada de nada, el snobismo, la mala música, el morbo, las redes, la
merca, el super, la escuela que anula el sentido crítico, Rial, la
bulimia, el deme dos, el
conservadurismo, tratar de emular a papá…
Aunque
estos dibujitos, masivos y muy mirados por los niños, no van a hacer de ellos
seres más inteligentes ni más tontos, ni más violentos ni más pacíficos, de lo que quedamos nosotros después de Tom y Jerry, algo al menos podemos hacer
desde ahora: mirar con ellos estas joyitas. No dejarlos solos.
El increíble mundo de Gumball,
capítulo: La pregunta:
Me lo sacaste de la boca: demasiado Tinelli.
ResponderEliminarGhjhhvkj
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