jueves, 25 de febrero de 2016

Por un Bailando con Cristina


Lamentablemente me crucé con un vecino. Son de esos tipos que en el 2011 te espetaban, ´la gente no es tonta¨ y hoy te dicen ¨la gente es desagradecida¨ (o sea, no es tonta, es mala). ¨Las cadenas de Macri no se pueden comparar a las de Cristina¨, me señalaba el ultra K, reptil de esos que cree que todos deberían pensar como él. ¨Si, es verdad, eran mucho más interesantes, cultas, largas y te dejaban pensando¨, le respondí, fríamente. ¨Es que la gente quería ver a Tinelli, y es por eso que no se bancaba a Cristina¨, sentenció el dinosaurio, para irse contento consigo mismo, pero lleno de rencor con el prójimo.
Comprendo que la gente quiera más a la tele que a Cristina (o a Macri). Sin dudas: ¨¿por qué tengo que verle la cara a Cristina si yo quiero ver otra cosa? ¨ O traduciendo: ¨ ¿ por qué me obligan a dejar de ver la tele que tanto quiero?¨. Si yo fuese el lagarto de mi vecino diría: ¨ ¿por qué no apagan de una buena vez la tele y agarran un libro?¨
                Recuerdo los años de Menem. Pergolini versus Tinelli. El primero era un conductor que explícitamente criticaba al gobierno, era incisivo, trasgresor como el mismísimo mandatario: hacia cosas políticamente incorrectas. El segundo era frívolo, parecía medio tonto y era conciliador: si, también como el mismo Menem. Mientras Pergolini llamaba al presidente intentando demostrar que el turco no tenía huevos para hablar con él, Tinelli  invitaba a los políticos a su programa, se abrazaba con ellos o les tendía una cama o una imitación poco favorable, siempre revestido de la inocencia más pura.
Me tomó años darme cuenta: Pergolini hablaba de política, pero Tinelli hacía política.
La nueva modalidad de la televisión consiste en volver a los 90. En otras palabras, meter la política en los programas frívolos o berretas: chimenteros o magazines. Así nos encontramos a la supuesta amante de Scioli en estos días, que por unos mangos hace su negocio en programas mucho más masivos que  A dos voces o 678.
Inventemos un 678 conducido por un hermafrodita, lleno de concursos, papelitos de colores, serpentina, lenguaje barriobajero, columnistas copados y jurado con mucha teta.
¿Está mal? No. La gente es como es, es un poco lo que mira, es un poco como la tele. Hagamos algo por esa gente. El resto es tonto voluntarismo ignorante y militante.  Y cocodrilo que se duerme es cartera. 

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