viernes, 5 de septiembre de 2014

Relevo de pruebas



Relevo de pruebas

Federico Andahazi
“Sincericidio” es un neologismo que bien le cabría a Federico Andahazi. Es, por supuesto, el acto bárbaro de denunciarse y perder hasta el honor. Sin embargo, Federico no es ningún payaso que se sincericidie arrojándose desde alturas mezquinas. Él se tira desde las cúspides— sí, también desde las librerías—más encumbradas. Sabe cómo es el público que lo lee, sabe con quienes está tratando. Solamente así se explica lo que dice en un reportaje que le hiciera Clarín el último 3 de agosto, donde demuestra que además de un tipo muy inteligente es un truhán muy desinhibido.
El capo viene hablando de Gutemberg y afirma—con mucha razón—que la imprenta fue un invento para falsificar manuscritos, los cuales eran muy caros. Digamos que el alemán, con la nueva tecnología, te vendía un libro impreso haciéndolo pasar por un manuscrito, vendiendo gato por liebre y ganando una fortuna en la operación. Luego se la agarra con los escritores analfabetos. Copio y pego:

“…los mejores copistas no sabían leer, así los prefería la Iglesia porque la comprensión del texto lleva a la polémica, lleva a la intervención, a la discusión voluntaria e involuntaria, y se corría el riesgo de que se alteraran los textos. Me interesa mucho esa persona que hace actos mecánicos, que repite algo que ignora; yo me preguntaba: ¿hasta qué punto nosotros no repetimos el esquema de los copistas?, pasa todo el tiempo, incluso con la sexualidad, ejercemos ritos por costumbre, ignoramos el sentido de lo que hacemos por herencia, pasa con el sexo, pasa con la lectura, leemos lo que todos leen, vemos en los aeropuertos que todos los pasajeros leen un Best-seller, hay un acto automático que me aterra, pienso que a veces somos copistas analfabetos, repetimos sin saber muy bien lo que hacemos.”

 A confesión de parte…

No hay comentarios:

Publicar un comentario