miércoles, 26 de agosto de 2015

El sueño de los sociólogos



Hemos leído a Julio Portanciero en los ochenta. No sólo un sociólogo, también un profeta. Él vaticinó con claridad la derechización del peronismo menemista, el ascenso de una alianza, el retorno del camporismo.

En los ochenta también hemos leído a Ricardo Portanciero, el hermano de julio. Ricardo no fue un profeta. Todo lo que escribió, hoy es letra muerta. (O al menos eso dicen los pocos que aún lo recuerdan).

Sin embargo, es sabido que Ricardo era una estrella del pensamiento en los ochenta, y que a Julio, el profeta, lo leíamos unos pocos.

Yo quiero hacerle justicia a Ricardo. La gloria de todo sociólogo es interferir en el futuro y que sus predicciones NO se cumplan. Eso fue Ricardo. Fue tan leído, tan difundido y tan mimado como un best seller. Se le hizo caso. Se tomó las medidas que él aconsejó para evitar el ascenso de algún grupo o el desarrollo de ciertos procesos. Y yo estoy seguro que si no se cumplieron sus profecías fue por su mismo éxito. Ese debería ser el sueño de todo sociólogo.

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