Los periodistas son nuestros primos hermanos¨ (Antonio Stiuso)
En
la historia está el presente. Cuando lees que se fernandeaba en 1810, o sea, cuando se decía que toda la revolución
de mayo era para provecho del rey Fernando de España, se le estaba mintiendo al
pueblo, al igual que hoy. Lo mismo cuando Belgrano le escribe a San Martín diciéndole
que le hace creer a los soldados que él es católico porque ¨si esos gauchos no
dan la vida por dios no la dan por nada¨ (y mucho menos por una patria que aún
no existía). Lo mismo con la Logia Lautaro, que como toda logia implicaba un pacto de silencio. Son verdades que comparten unos pocos, a espaldas del pueblo. Ayer,
hoy y siempre.
No
voy a juzgar si está bien o está mal ocultarle ciertas cosas al pueblo, no es
materia de este artículo. Son los famosos archivos secretos que se abren con
los años y de los cuales se valen los historiadores. Las verdades no salen en
los diarios. Nunca. Las podemos inferir, con suerte. Eso es todo. (Lo realmente
triste es escuchar a historiadores que compran al por mayor todo lo que venden
los medios. Se olvidan de su propio oficio. Es como si en la actualidad las
cosas no sucedieran como en el pasado.)
He
leído un libro de periodismo, de los buenos, de los escasos. Hablo de Código Stiuso, de Gerardo ¨Tato¨ Young.
Son de esos libros que te están gritando todo el tiempo que las cosas no
funcionan como las vemos. Es, básicamente, una historia de la SIDE, el servicio de
inteligencia del Estado. ¿Y qué dice? Cosas que solamente podés leer en un
libro. Que los complots existen, que guardar secretos es una de las formas más
efectivas de ganar poder, que todo aliado es un potencial rival (y viceversa),
que hay que prestar atención a los silencios, que Nisman no andaba bien de la
cabeza y que es muy posible que se haya suicidado. Y, por supuesto, está comentado el famoso
coraje de Beliz, quien se atrevió a mostrar una foto del agente de inteligencia
Antonio Stiuso, arrojo que le costó caro (fue arrojado del país.)
Pero
hay algo raro en el libro de Tato. En un pasaje comenta un dicho que le
atribuyen a Stiuso: ¨Los periodistas son nuestros primos hermanos¨. Y, a renglón seguido, dice que en realidad es
una necedad del espía, quien odia a los periodistas. Puede ser.
Pero lo realmente importante es que Tato mencione el aserto y que, siendo un
tipo inteligente, nos sugiera más de lo que dice, desde el silencio. En efecto,
el periodismo opera de la misma manera que los servicios, inventando la
realidad, tergiversando los hechos, muchas veces creando la agenda, o sea, lo
que va a pasar. Y lo más importante: junto con los jueces y los servicios, el
periodismo también queda cuando pasan los gobiernos. En el libro hay explícitamente
una insistencia en el vínculo inextricable entre espías y jueces. No hay mucho
de la relación de estos dos con los medios. Obviamente, Tato cuida su laburo. Pero recomiendo leer lo que apunta,
casi como al descuido, sobre las actividades periodísticas que realizaban los
espías del Pasaje Barolo, o los vínculos de ciertos periodistas (verbigracia Carlos
Pagni, de La Nación u
Horacio Verbitsky, de Página 12), con
informantes de la SIDE. Tato
es un tipo muy inteligente.
Escribir
sobre los servicios se ha puesto de moda. No me sorprendió encontrar en La Doce,
de Gustavo Grabia, un pasaje donde se comentan los contactos de la barra brava
de Boca con la SIDE. Ambos libros son muy
valientes. Se meten con los poderosos. Pero no son tan parecidos. La Doce
viene profusamente ilustrada con fotos de muchos barras. En fin de cuentas, unos perejiles. Código Stiuso menciona recurrentemente a varios agentes de inteligencia.
Pero no hay ninguna foto. Y uno se queda con las ganas de saber que será de la
vida de Beliz.
Aclaración: El título es un chiste. (Ley 23.234)
Aclaración: El título es un chiste. (Ley 23.234)
No hay comentarios:
Publicar un comentario