Artigas niño
Montevideo fue fundada en 1726, por Fonseca, que, como era costumbre, elevó su espada y dio solemnemente existencia a esa ciudad. Entre los buchones que le alcanzaron la espada estaba el abuelo de Artigas, de quien sabemos que llegó a garcar muchos indios y a consagrarse como estanciero. También, para no perder la costumbre que había adquirido en España, solía salir a cazar, como un buen hidalgo, liebres, cervatillos e indios por las inmediaciones de su estancia, estancia que fue creciendo en las mismas proporciones en que disminuía la población autóctona.
Del papá de José poco sabemos: vio crecer sus campos y alguna que otra vez habrá salido de caza. Seguramente ya no hablaba con la “zeta” hispana y muy probablemente se comunicara con sus indios con un afectuoso “Botija”. También podemos estar seguros que tomaba mate, porque nunca hubo ni habrá uruguayo que no consuma yerba. Asimismo es probable que se haya acostado con la mamá de Artigas.
José Gervasio Artigas nació en Montevideo cuando esta era una ciudad del Virreinato del Perú, en 1764, de modo que era un poco peruano. Tenía casi 12 años cuando se enteró que Buenos Aires era la nueva capital de un nuevo virreinato. Los historiadores como Jesualdo han escrito vastísimas obras sobre el prócer, y como no les da la cara para dejar en blanco toda la infancia de José, mienten asquerosamente como un buen periodista, afirmando que José Gervasio habría esto o habría lo otro. Pero la pura verdad es que, siguiendo la tradición de sus ancestros, no conocemos una mierda de estos primeros años de su vida.
Para dar satisfacción a mi curiosidad cholula, me embarque en la ímproba tarea de dar con algún dato sobre la infancia de… Jesualdo, el historiador. Nada pude averiguar, y es probable que eso sea lo mejor. Ahora le toca a otro inventarle una infancia, y tal vez una vida.
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