domingo, 2 de marzo de 2014

Mempo, sos un amigo


                                                               Mempo, sos un boludo.

              
  En el Página 12 del día de hoy, 2 de mayo de 2014, hay un artículo de Mempo Giardinelli, a quien admiro. Se trata de una invectiva a un periodista del New York Time que días atrás publicó en esas hojas unas apreciaciones sobre la Argentina que seguramente son fruto de sus prejuicios, como de cosas que sabe de oídas. Este tipo, que no voy a nombrar, y que hasta ayer nomás no conocía el mismo Mempo, habla de nuestra historia, del peronismo y de mucho más con una seguridad infalible y haciéndose eco, seguramente, de lo que pregonan los medios dominantes, ( y no sólo los que dominan por acá, dado que el Time de Londres o el Le monde de París tambièn se ocupan de nosotros.)

            El problema no es del periodista innombrable, que en fin de cuentas tiene la libertad de decir lo que quiere, sino de los lacayos vernáculos que se indignan y se quejan de algo que no tiene mayor trascendencia. En efecto, en el New York Time, como en muchos otros diarios, se suele hablar diariamente con sentido crítico, y no siempre con acierto, de Francia, Venezuela, Kasajtán, Botswana, Laos y un sinfín de países que no se tiene la menor idea de donde quedan. Acá también hacemos eso: las burradas que se han dicho sobre Ucrania en estas horas son alarmantes.

            Francisco asumió la herencia de Pedro diciendo que viene del fin del mundo. Yo siento que Mempo cree que vive en su centro. Y con esto no quiero dar a entender que los países centrales son importantes, sino que nos demos de vez en cuando un baño de humildad, y que no le demos importancia a estas cosas absolutamente menores. El lector de ese diario neoyorquino hoy lee sobre Argentina, mañana sobre Botswana, pasado sobre Grecia, y así, infinitamente, va olvidando todo lo que lee. Hágase un examen de conciencia, con la mano en el corazón: ¿usted qué recuerda de lo que leyó sobre Liberia cuando ese país fue frecuentado por la prensa lateralmente como consecuencia de su guerra civil y del encumbramiento de una mujer negra como mandataria? Seguramente esa lectura alguna fibra le tocó. Sea sincero, no recuerda una mierda, y fue hace poquísimos años. Quién en Nueva York va a recordar las patrañas del innombrable. Mempo, no seas boludo.

            No es para menos, el ejercicio del periodismo trae eso: la creencia de que lo cotidiano y efímero es la importante. Y todos en algún momento estuvimos enfermos de las bolas. Yo, sin ir más lejos, hace un tiempo que venía buscando una joyita que no pude encontrar en la WEB y que dudo muchísimo que alguien recuerde. En Página, en los tiempos de Menem, cuando se hablaba de achicar el estado, se reprodujo un artículo de un diario yanqui que no puedo hoy precisar.  Era de un catedrático encumbrado, que ejercía su caradurismo en una universidad de renombre. Este tipo sugería la fusión de Argentina, Chile y Uruguay con el fin de achicar el gasto. Más aún: daba un nuevo nombre a esta nueva e improbable entidad: Archiguay. Por entonces fue motivo de un escándalo de baja frecuencia la proposición de este ignorante. No obstante lo cual, ¿quién puede evocar hoy el nombre de este impresentable? Yo tampoco. Pero algo me he curado, porque ya no procuro rescatarlo del fondo de los tiempos, a los cuales, con justicia, ha sido condenado su nombre y su odiosa idea.


                              




                                                              
         

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