sábado, 29 de marzo de 2014

Dos estupideces en TVR



Dos estupideces en TVR

Estoy fuera de mí. Veo TVR (Televisión registrada), un programa de archivos televisivos que es levemente crítico y que usualmente me gusta cuando ando al pedo, o en pedo, como para atender a algo de mayor altura, como agarrar un buen  libro o  mirar algún sitio porno. Pero no puedo seguir mudo ante algunos asertos que se lanzan desde la pantalla, principalmente porque se trata de seres de mi consideración.
Un show televisivo es solo eso, ni más ni menos, y no corresponde que una persona inteligente se enoje con esa caja de entretenimientos. Pero si nos detenemos a analizar ciertas incoherencias podemos develar alguna cosita, pequeñas perlitas, como diría Susana.
Hablando del suicidio se le pregunta a Mauro Szeta, filósofo, si el suicida es un cobarde o un valiente. Szeta responde con un contundente “es un cobarde”. Mirad; un filósofo con tan poca dialéctica que da pena. Básicamente la dialéctica es saber que siempre hay que contemplar 4 posibles respuestas: si, no, ambos o ninguno, o en otras palabras: blanco, negro, gris o ninguno. Cuando alguien te plantea una pregunta sobre blanco o negro, o si el suicida es valiente o cobarde, como en este caso, el filósofo debe tener las cuatro posibilidades como potenciales respuestas, está en su profesión, está en el abc de los amantes de la madre de todas las ciencias y está en la misma costumbre de Szeta, que en general siempre razona con rectitud. Además, hay una exigencia humana. Somos todos diferentes y diferentes son los suicidas. Por otra parte, cualquier neurólogo con un promedio de 4 sabe que el suicida medio no puede elegir. ¿Cómo podría elegir el depresivo? ¿¡Cómo!? ¿Por qué se creen que los suicidas son recurrentes por regla general? Pero la cosa no terminó ahí. El invitado del programa fue Dorio, otro tipo que respeto pero que se está poniendo en boludo con una frecuencia que ya califica en el ultravioleta del espectro de los boludos. Los panelistas le pidieron su opinión. Fue triste. Por empezar invocó una vez más a Heidegger, inoportunamente. Nadie entendió un carajo lo que quiso decir, pero yo al menos tengo una certeza. Queriendo criticar la morbosidad en la tele lo citó al alemán, que supuestamente dijo algo en contra de esa manía de exhibir la muerte. Pero Heidegger estaría muy de acuerdo con estas prácticas televisivas, porque él estaba en contra de esa costumbre de los últimos cien años que consiste en ocultar todo trato con la parca, dado que en nuestras vidas modernas las veces que vemos un cadaver en vivo y en directo son contadas con los dedos de una mano. ¿Dorio leyó mal a Heidegger? No. De ninguna manera. Lo que pasó es que se dio cuenta de que estaba diciendo una barbaridad y no fue lo suficientemente piola como para desdecirse, y siguió adelante con su discurso tratando de enmendar infructuosamente el error. Él debe saber que somos pocos los que advertimos eso, pero, mi querido Dorio, yo prefiero quedar mal con un millón de personas y no con las pocas personas que están en mi consideración. Ese es otro de los valores supremos en filosofía. Además, todas las giladas sin sentido que hablaste del suicidio – que en fin de cuentas era la pregunta que te hicieron—, todas esas pavadas de los japoneses, el ribete cultural, los nazis, no resisten  el menor análisis. Deberías aprender de Gabriel Rolon, el único tipo inteligente del universo televisivo, con un sentido común que es infrecuente.
Bueno, este escrito se me está convirtiendo en un tema personal, y no es la idea. Pero el asunto no quedó ahí. El programa siguió, y se habló de uno de los temas más innobles del planeta: Boca-River, que es el clásico que se viene mañana. En un momento pasan una escena del año 69. Boca sale campeón en cancha de River, da la vuelta olímpica y los hinchas de River aplauden a los jugadores xeneises. La anécdota, comentada con fruición por Pablo Rago y Dorio, nos hablaría de la tolerancia de aquellos años (el potencial es mio, porque ellos aseguraban sin chistar.) Pero resulta que ya es la segunda o tercera vez que veo la escena y nadie se dio cuenta aún de la ignorancia del asunto. (No intento ser infamante tachando de ignorantes a los susodichos, pues todos somos ignorantes de alguna manera, pero preste atención.) Ese día Boca volvió al monumental luego de la tragedia de la Puerta 12, donde murieron  71 personas en cancha de River por la estampida que provoco una represión policial. Todos los muertos fueron hinchas de Boca. Mientras la gente moría, apiñada en las escaleras, la hinchada millonaria, sin conocimiento cabal de lo que acaecía, se burlaba del clásico rival.  La policía no reprimió a los locales porque era de la comisaría de la zona. Lo que los hinchas de River aplaudieron, un año después,  no fue tanto al equipo sino a los muertos. Fue una forma de exculparse. Fue como un simbólico suicido colectivo.


           

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