jueves, 27 de febrero de 2014

Abel Y Caín en Ruanda


Abel y Caín en Ruanda

              
  El 6 de abril de 1994 los presidentes de Ruanda y de Burundi, dos diminutos países limítrofes del sur de África, subieron a un avión. El de Ruanda, Juvénal Habyarimana, seguramente le contó a su par de Burundi, Cyprien Ntaryamira, sobre la delicada situación entre los Hutus y los Tutsis. Juvénal y Cyprien sabían mejor que nadie sobre lo que son los Tutsis, la primera minoría en ambos estados; pero mejor sabían lo que son los Hutus, porque ambos eran Hutus: la mayoría de la población de los dos países y los opresores de los Tutsis. Mientras el avión subía debieron sentir que la realidad les quedaba muy abajo, como la parte del iceberg que no se ve. Ahora la única verdad era la de dos negros Hutus en la cima del poder y muy por encima de las nubes. El avión era un regalo de Francia. (A fuerza de decir la verdad,  era una forma de asegurarse que estas gentes corran a París o a Bruselas cuando se los necesitaba.) Tácitamente se dijeron: “cualquier cosa que pase es culpa de los Tutsis.” Brindaron, intercambiaron piropos, y un minuto después estaban muertos. Un misil había partido en mil pedazos al regalo de Francia. Desde el suelo el espectáculo debió ser maravilloso, conmovedor, digno de un aplauso; al menos para un Tutsi. Pero no era para festejar. Una hora más tarde se desataba la guerra civil más cruenta de los últimos tiempos y el exterminio, porque nadie que no fuera Tutsi lo dudó: fueron ellos.

            Hay creencias populares del ámbito académico. Son esas falsedades que se repiten en las cátedras y que se sostienen en el tiempo precisamente por eso. Pero, a pesar del prestigio de estas falsedades, no dejan de ser tales. Entre estas creencias populares académicas está la muy extendida que supone que todos los negros del África que se odian pertenecen a etnias diferentes. Y esto, claro, se lo hace extensivo a estos dos grupos de Ruanda.

            La división entre ambos grupos está basada preferentemente en la tarea que cada uno desarrolla. Los Tutsis son pastores; los Hutus son agricultores. Por lo tanto se asemeja más al sistema de castas de la India que a las divisiones étnicas propias del continente negro. De hecho hablan el mismo idioma y son la misma etnia. Las diferencias, que ya estaban latentes, las acentuaron los colonizadores belgas, al darles un lugar de preferencia a las minorías Tutsis, el grupo de los pastores. Los Tutsis se emborracharon de poder y fueron bastante injustos con sus hermanos Hutus. Pero un día partieron los belgas y se llevaron la exigua población blanca con la cual se sostenía la primacía de este grupo, dejando a los Tutsis en una situación precaria. Casi inmediatamente los Hutus (el 85% de la población) se hicieron con el poder, y se tomaron revancha. El odio suele crecer despacio, como pidiendo permiso, pero es implacable. Tardó 20 años en hacer erupción. Aunque es sabido que entre pastores y agricultores el problema principal siempre es la tenencia de la tierra, hizo falta una excusa.  El doble magnicidio fue la excusa perfecta.

            Las víctimas mortales del genocidio de Ruanda ascienden a cifras escalofriantes: unos 700 mil, por no hablar de las violaciones, las destrucciones, el hambre generalizado, las epidemias,  las orfandades, etcétera. No podemos olvidar lo que pasó allí. Recuerdo que en ese año de 1994—el exterminio fue tan efectivo que se dio solo en un año, para envidia de Himmler— la CNN se detenía en la ex Yugoslavia, y hasta en lo que pasaba con la AMIA, que voló en mil pedazos como el avión de esos dos Hutos, en la sureña Buenos Aires. Pero de Ruanda nadie hablaba mucho, o se hablaba y se decía incoherencias. El presidente tenía apostado cascos azules en los Balcanes, en sintonía con la CNN, y los catedráticos procuraban, en épocas sin Internet, sacar alguna información sobre los confusos países que estaban emergiendo en la ex Yugoslavia. Y saben una cosa, nadie reparó en un hecho asombroso, ni ayer ni hoy. Ruanda y los nuevos países de los Balcanes se parecen mucho en un punto, no es una cuestión entre etnias. Yugoslavia significa “eslavos del sur” Tanto los Serbios como los croatas como los montenegrinos como los bosnios son eslavos y hablan el mismo idioma (aunque al día de hoy se han rotulado según su procedencia como, por ejemplo, idioma croata, por puro nacionalismo.) Pero aunque hablan el mismo idioma escriben de formas diferentes según la religión dominante: por ejemplo, los croatas escriben con letras latinas, o sea, las que yo estoy usando ahora, y los serbios con el alfabeto cirílico, ese de los rusos. En resumidas cuentas, son muy parecidos, como el conjunto de los Ruandeses.

            Abel era pastor y Caín agricultor. Pero, como hermanos que eran, mucho se debían de parecer, ¿no?

           

           

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