sábado, 16 de agosto de 2014

El bufón, el mercenario y el sensato



El bufón, el mercenario y el sensato
           
Los religiosos siempre trataron de vincular las ciencias a sus creencias. Hablo de los arreglos que inventaban para justificar novedades inocultables. Hay muchos casos conocidos, como aquel que postula que los fósiles serian vestigios de aquellos animales que no llegaron a subir al arca, y que por lo tanto no eran queridos por dios. O de aquel otro que asegura que el Big Bang está contenido en el inicio del Génesis. Patrañas torpes acuñadas con prontitud para no quedar mal parados, sin dudas.
            Lo que ahora  vengo a ofrecer  son ciertos ejemplos que encontré recientemente. Algunos dan vergüenza, otros no tanto.

Región y geología

En una biblioteca digital se plantea el interrogante sobre el origen del petróleo. Como se sabe, su origen podría ser orgánico, aunque hay temerarios que dicen que no. En otras palabras: se sabe que no se sabe. El docto salame que escribe el artìculo en cuestion nos ilustra para que entendamos:

"Indudablemente que la respuesta a esta pregunta, si la teoría orgánica es válida, sólo se puede encontrar en la Biblia, donde se describe al Edén como un lugar rodeado por cuatro ríos (siendo uno de ellos el Éufrates), en cuyo centro se encuentra el "Árbol de la Vida".  Esta respuesta probablemente no suena muy científica, pero ¿acaso no justifica el hecho de que el Medio Oriente contenga el cementerio de animales más grande del mundo, origen de sus reservas petroleras, si la teoría orgánica es cierta?"

Traduciendo: si el Edén estaba lleno de animales y se encontraba en las inmediaciones del  Eufrates, y a su vez esa zona es la que hoy presenta mucho petróleo, entonces el origen del mismo bien podría ser orgánico. Lo interesante del asunto es que, en realidad, lo que se está justificando con este razonamiento no es el origen del petróleo, sino la existencia del Edén. Ante semejante alarde de ingeniería lógica me siento intelectualmente en pelotas, como Adán.
El sitio:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/39/html/sec_8.html

Religión y geografía
 
            En el caso de la ciencia de Estrabón, tenemos al genio de  Raúl Rey Balmaceda, un militar que, como todos, es cristiano hasta la médula, o al menos eso tiene que decir. Integración territorial de la República Argentina es su libro que hizo escuela—literalmente—en la geografía telúrica de ayer y de hoy. En sus primeras páginas podemos leer un apartado de nombre revelador: Valor espiritual de la geografía, que dice:

“Si alguien se interroga dudando: ¿Qué valor espiritual puede tener la geografía si se refiere a la Tierra, o a lo material, a la obra material del hombre?, se lo podría remitir a las Sagradas Escrituras. Cuando la Biblia expresa: “En el principio dios creó el cielo y la Tierra, ¿habrá hablado en vano? ¿Por qué habría empezado por algo que no es transcendental? Los cielos y la Tierra configuran el condicionamiento del hombre; fuera de él—y de Dios—nada hay de más trascendente. La Tierra, por lo demás, fue creada por Dios—no fruto del azar cósmico—y en consecuencia constituye una de las vías mas directas para remontarse a su Creador, algo que para los creyentes tiene un valor excepcional. Naturalmente para un ateo nada de esto tiene sentido; en consecuencia podríamos decir que un no creyente, de entrada, tiene una visión muy limitada del valor de la geografía….”  

…Y dejamos acá para no indignar a nadie. Lo interesante es que quizás el autor no sea muy creyente que digamos. En todo el pasaje—que es más largo—yo vislumbro a un tipo que escribe sin ganas y dice entre líneas no ya que dios existe o no existe, sino que el asunto en si mismo le chupa un huevo. Por supuesto, dios creó la Tierra, pero se deja ver en toda su extensión—la del libro— que es muy argentino. 

   
Religión y matemáticas

En una página dedicada a las matemáticas y su relación con dios, encontramos lo siguiente:

“Si alguna vez pensamos en encontrar a Dios en la ciencia, seguramente lo imaginamos en relación a la astronomía, la física, la biología o la genética. Pero tal vez la prueba de la existencia de Dios esté más cerca de lo que pensamos. Quizás lo encontremos a la vuelta de la esquina en la más abstracta y a la vez exacta de todas las ciencias: la matemática". 

Luego titula, para el nobel: Misterios de los números naturales, y dice:

"Con cuentas sencillas empezamos a descubrir casualidades en los números naturales, especialmente en los primos. Encontramos por ejemplo que:

100= 1³+2³+3³+4³

Bonito y redondo número el cien como pare resultar de la suma de los cuatro primeros números meros naturales elevados al cubo. Por otro lado, el numero 365 nos suena familiar a simple vista. Es la cantidad de dÌas en el año. Resulta que el número 365 es igual a la suma de los cuadrados de tres números consecutivos, empezando por el 10:

10²+11²*12²= 100+ 121+144= 365   

Y -por si esto fuera poco- es también el resultado de la suma de los cuadrados de los dos siguientes números, 13 y 14

13²+14²= 169+196= 365

Y agrega el autor sospechando que algo tan importante como el movimiento de nuestro planeta en torno al sol (traslación) y la belleza de estas cuentas, no pueden coincidir fortuitamente. Dios algo tuvo que ver en esto. Luego continua:
.
(…) algo más sencillo: la tabla del nueve. Allá  por tercer grado aprendimos que
es:

9-18-27-36-45-54-63-72-81

Conocidísima cualidad que la primera y ̇ultima cifra de todos ellos suman
Justamente 9. Es más, si sumamos todas las cifras de cualquier número natural multiplicado por 9, y volvemos a sumar las cifras del resultado, y asi sucesivamente hasta que quede una sola esta va a ser, en todos los casos, el 9, como no podÌa ser de
otra manera. Veamos qué pasa si a los números de la tabla del 9 los multiplico
 por 12345679 (no me olvidé el 8, es así). Tenemos:

12345679 x 9 = 111111111
12345679 x 18 = 222222222
12345679 x 27 = 333333333
12345679 x 36 = 444444444
12345679 x 45 = 555555555
12345679 x 54 = 666666666
12345679 x 63 = 777777777
12345679 x 72 = 888888888
12345679 x 81 = 999999999

O sea el digito por el que multiplicamos a 9 en cada caso, repetido 9 veces.”

Lo interesante de esto es que el autor no hace trampa. Nos presenta algunos casos de aritmética que nos inducen a creer, no a reventar. En otros pasajes nos habla de un tema que cualquier amante de platón cavilaría: la naturaleza real de los números, la incorruptibilidad de los mismos, la belleza de saberlos perfectos, todo lo cual llevaria necesariamente a dios. En cuanto a mi, reventar. Reventar, pero…

La página en cuestión:

Reflexión:

            Hemos visto tres ejemplos que nos impelen a creer, tomando como medio diferentes terrenos de la ciencia. En el primer caso, el del petróleo, sin dudas se trata de una bufonada. En el segundo caso, la geografía, se trata de un mercenario que no cree una palabra de lo que dice, aunque bien pudiera ser que creyera en dios sin necesidad de justificarlo tan torpemente. En el último, tenemos un buen ejemplo de alguien que con sinceridad y sin golpes bajos nos puede hacer creer que hay que creer, incluso poniendo un ejemplo sobre nuestro planeta y su periodo de traslación, que no da vergüenza ajena. Un beso a todos.

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