viernes, 15 de agosto de 2014

Un ermitaño riguroso



Un ermitaño riguroso

Lo que muchos admiran del Che Guevara es esa inclinación por dejar las comodidades de un despacho para irse a pasar penurias en una selva, coqueteando con la muerte. Pero el arrojo del Che no es nada al lado de lo que dios le tenía preparado a Pietro di Murrone.
Pietro nació a inicios del XIII, tal vez en 1209. Fue el hijo número once de dos tanos. No le interesaban ni las mujeres ni los machos: le interesaba la biblia y la contemplación del mundo, a la espera de la ansiada muerte. Se hizo monje y destacó del resto de sus colegas en el afán de no hacer nada y de elevar plegarias. Recluido en un monasterio alejado, olvidó a su familia, rezó mucho y esperó a que dios se lo lleve.
No conocemos los pormenores, pero tanto destacó como monje que lo nombraron papa, ni más ni menos, en 1294. La silla de Pedro estaba vacante desde hacía 2 años y el pueblo ya se empezaba a cagar de la risa. Buscaron y buscaron, pero parece que no encontraron nada mejor que Pietro, que tomó el nombre de Celestino V, probablemente en recuerdo de Celestino IV, que tuvo uno de los papados más breves, muriendo a los pocos días de asumir.
Nuestro protagonista tampoco duró mucho. Pietro era un hombre de poco, poquísimo mundo. Tenia menos calle que un panda en cautiverio y menos diplomacia que Omar Chabán. Pero esto a Celestino parecía no importarle.  Lo único que deseaba era que no le rompiesen las bolas y lo dejasen en paz con él mismo. Dicen que el hábito hace al monje. Tienen razón. Tanta pasividad exasperó a los cardenales. Duró cinco meses en el trono. Lo rajaron. Un sólo día tardaron en elegir a su sucesor, Bonifacio VIII— aunque yo creo que tardaron cinco meses—.
Pero resulta que a un papa, como a un emperador o a un presidente destituido, no se lo puede dejar así como así, dando vueltas por el mundo a su antojo, haciendo turismo. O se lo mata o se lo encierra. Bonifacio VIII lo metió en una carroza con destino incierto, fuertemente custodiado. Pietro, no sabemos cómo, logró escapar. Se encerró en un monasterio, donde murió pronto.

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