lunes, 18 de agosto de 2014

Los tiempos de mi reloj



Los tiempos de mi reloj

El tiempo en que fue hecho: año 1952. Me remito a ese momento cuando lo miro. Era alta tecnología por entonces. Perón probablemente tenía uno.
Su tiempo de vida: 62 años. Ha pasado por la muñeca de mi abuelo, de mi padre, la mía.
El tiempo que me marca: Es el tiempo más ordinario que me ofrece. No es muy exacto. Cualquier reloj digital te tira la hora con mayor justeza.
El tiempo que le doy: Es a cuerda. A la mañana le doy vida. Freud registraba la historia de un desesperado. Muy deprimido se había tirado bajo un tren. Su reloj había dejado de latir horas antes. Freud asociaba el olvido de darle cuerda a ese reloj con la depresión de ese sujeto. Hay días en los cuales me olvido de darle cuerda. Lo miro. Entonces me acuerdo de Perón, me acuerdo de mi abuelo, me acuerdo de que son las cuatro y puedo perder el tren.
A mi hijo, si lo quiere, le quedará este bonito reloj.  Muchos me critican que lo use. Afirman que es demasiado preciado como para ir por el mundo tentando a la fortuna. Yo replico que un stradivarius debe sonar porque fue hecho para eso, para ser usado, no para ocupar una vitrina o un cajón. Y si algún día me lo roban o se me pierde, será cosa del destino. Será que llegó su último momento. Será que será el fin de los tiempos de mi reloj.

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