lunes, 17 de noviembre de 2014

De Rembrandt a la eternidad



De Rembrandt a la eternidad

Es sabido que Rembrandt pintó sus más famosos cuadros para diferentes corporaciones. Así tenemos que los arcabuceros tuvieron su Ronda de la noche, los cirujanos su Lección de anatomía y los pañeros… En fin, en cada una de esas pinturas se pretendieron eternizar aquellos que se enriquecieron en vida. Le pagaron a nuestro artista y punto.
Pero con eso no basta. En La lección de anatomía vemos a uno de estos retratados sosteniendo un papel. En él, Rembrandt pintó en un principio algo referido a la intervención quirúrjica. Le pidieron que cambie esa imagen por una lista de los retratados. Y así lo hizo.
En La Ronda de la Noche, tenemos un caso similar. La diferencia está en que esperaron que el pintor se muriera para añadir los nombres, arriba a la derecha del arco, en un blasón. Pero en La ronda no todos los retratados tuvieron la misma suerte. El cuadro fue amputado por sus cuatro lados para colgarlo en una pared que era más pequeña. Así, dos de los que pretendían pasar a la eternidad, dos hombres que estaban parados en el extremo izquierdo, fueron tirados a la basura junto con los otros lados que sobraban de la pintura. Sus nombres, empero, sobrevivieron y aún adornan el blasón. Según consta, los implicados no vieron bien el asunto, pero se resignaron. Después de todo, sus nombres estaban en la tela.

Cuentan que cuando a Brunelleschi le ofrecieron levantar el monumento de un miembro de la familia Concha del Toro (no recuerdo el nombre, y tampoco importa), le iban  refiriendo cómo era el rostro del fenecido, con lujo de detalle. El artista se enfureció. No podía entender cómo se dedicaba  tanta pasión por el rostro del desaparecido y puso como condición de la obra construir la cara arbitrariamente, manteniendo, por supuesto, el nombre.  Lo pensaron y le dieron luz verde. Después de todo no era más que una cara. Eso sí,  Brunelleschi les pidió que narraran los logros o aquello que había hecho en vida con provecho para sí o para la comunidad. Después él se encargaría de plasmar en el mármol alguna alegoría que recuerde lo mejor de aquel ser.
Rembrandt pudo haber sido el inventor de las selfies, y Brunelleschi del fotoshop pero los protagonistas de aquel entonces no eran tan inocentes como para valorar desmedidamente lo que sólo es una cara. Por supuesto, igual que hoy,  la gente buscaba retratarse e incluso le pedía al artista que distorsione, de ser necesario, algún rasgo feo o incluso que no siga la fidelidad al modelo. Pero no se les iba la vida en eso. La vida era lo que uno hace con ella, no lo que ella hace con uno. Viajar a Francia no es hacer algo, recibirse de abogado no es hacer algo, comprarse una casa no es hacer algo, tener un hijo no es hacer algo. Hacer algo es llenar de sentido esas cosas. Hacer algo es que pasen 10 o 20 años y que la vida te diga “hiciste algo conmigo”. Caso contrario sólo queda la angustia: mirarse al espejo y que la vida te grite “estás viejo, no hiciste nada”. Paradójicamente, intentar hacer algo ya es hacer algo.
El Renacimiento fue una época que empezó a valorar el presente, y me parece genial que se valore más esta vida que la otra, esa de la cual no tenemos ninguna noticia. Pero creo que ahora se nos está yendo la mano. Hoy no importa construir nada, sólo importa publicar(se). Amigos, apurense por hacer algo de sus vidas que mañana ni el nombre quedará de ustedes. Y si algo quedara, no piensen para qué quieren ser recordados, sino por qué quieren ser recordados. Justifiquen sus propias existencias.
Entre los retratados de la Ronda de Noche está Rembrandt. Es el que aparece atrás del que porta la bandera. Apenas se asoma. Como que le da vergüenza ajena. Y sabemos que es él porque alguien se encargó de referirlo y porque hubo miles en el mundo que estuvieron interesados en saberlo.   ¡Ah!, ¿quieren saber cuáles son los nombres de las dos personas que fueron cercenadas de La Ronda de Noche, pero cuyas identidades aún sabemos gracias al blasón? Ellos son Paulus Schoonhoven y Claes van Cruysberg   ¿¡Y a quién carajo le importa!?  [1]
La ronda de noche




[1] No deja de sorprenderme que la colección Maestros de la pintura de Planeta, en su número dedicado a Rembrandt, se encargue de enumerar a todos y cada uno de estos personajes olvidables, aportando la mayor cantidad de datos posibles.

El bulto de Giorgione



El bulto de Giorgione

El veneciano Giorgione nos ha dejado muy pocas pinturas que podamos afirmar hayan sido realizadas por él mismo. Pero con La tempestad ya se ganó un lugar en la historia del arte. Esta obra de 1508 fue interpretada de varias maneras, que paso a enumerar:
En primer lugar se dice que la mujer sería una alegoría de la caridad y el hombre de la fortaleza. La ciudad que vemos al fondo, una especie de Manhattan renacentista, vendría a simbolizar la riqueza o fortuna.
Otra interpretación viene a decir que la caridad en realidad sería una mamá con su hijo, o acaso la virgen con Jesús. El tipo sería José, el carpintero, y es mi deseo que la tormenta que se cierne sea una representación del Padre.
Ahora vamos a cosas más interesantes. Si leemos el cuadro de derecha a izquierda podemos ver—al menos si miran por medio de mis ojos— el tránsito desde el nacimiento a la muerte. En efecto, el vientre de la mujer evoca el embarazo previo, el curso de agua y la ciudad al fondo evocarían el devenir temporal y el trabajo del hombre, que finalmente vemos a la izquierda, junto a columnas rotas, claro símbolo de la muerte. Por supuesto, el puente es la alegoría más acabada del tránsito.
Pero lo más interesante de la obra—y en esto no hay debate—es la atmósfera. Hasta bien entrado el siglo XIX, con Turner especialmente, no tendremos un pintor que coloque como protagonista a la naturaleza, al menos en un sentido tan evidente.
Sin embargo, aunque todas las interpretaciones me llenan, le estuve dando vueltas al asunto.  Hay un contraste muy evidente de la mujer, que está apenas cubierta por un lienzo blanco, y el chabón, que parece no tener calor. Hasta ahí, todo bien. También concuerdo con los que predican que el palo y las columnas son elementos que subrayan la virilidad y la fertilidad. Pero por más que lo busqué, no di con ningún análisis que me explique el enorme bulto doble del protagonista. ¿Qué esconde el petiso? ¿Por qué tantos estudiosos del arte son tan pacatos cuando se trata de explicar lo sexual y monstruoso?: un par de huevos de saurio y una poranga inocultable. Me da la impresión que muchos críticos de arte confunden delicadeza con ceguera. Consideran que no es fino hablar de ciertas cosas, como si el arte tuviera que ver necesariamente con cosas finas. En el fondo son manieristas, en el peor de los sentidos.  Los pintores renacentistas se reirían de ellos.
Tomando en cuenta los genitales del protagonista se me ocurrió pensar en el mito de Afrodita. Esta nace directamente de los testículos de Urano, luego de que se los cortara Cronos.  Ahora leamos el cuadro de izquierda a derecha...  Puede ser una interpretación un poco forzada... pero cuál no la es.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Un sapo de vez en cuando



Un sapo de vez en cuando

No tomo taxis. No tengo plata. Sin embargo, hará una semana, me tuve que subir a uno porque de no hacerlo iba a perder más plata que si subía a un colectivo. El taxista, muy afín al estereotipo locuaz y denso, me brindó un discurso xenófobo imparable. El aval de todo lo que decía era el programa Periodismo para Todos. Yo sabía lo que le habían metido en la cabeza.
El domingo 2 de noviembre tuve que comerme el sapo de ver el programa de Jorge Lanata. Si usamos sólo un hemisferio del cerebro y nos dedicamos a describir el programa, fue más o menos así. El periodista comenzó hablando de la nueva idea de devolver a su país de origen a todos aquellos que vienen a delinquir y son pescados in fraganti.  Es una medida proyectada por el gobierno de Cristina y apañada por un amplio espectro político, donde no faltan los fachos y los arribistas. Lanata, por supuesto, aplaudía la novedad, quedando bien con todos, incluso con la opinión pública, que parece orientarse en esta dirección. A renglón seguido, como quien cambia de tema radicalmente, dedicó un informe en el cual se mostraba lo bien que está la economía paraguaya, con el reportaje a un honesto argentino que fue a trabajar a Asunción, instaló un negocio y prospera. De vuelta en el estudio, el gordo se dedicó a mostrar, con números en la mano, que las economías de Paraguay, Bolivia y Perú son más que envidiables, y terminaba por subrayar que en comparación con esos países hermanos, el nuestro da pena.
Ahora pensemos un poco. Como estrategia periodística es brillante. Fijaos. En primer lugar la noticia, obviamente, induce al espectador a tomar posición, porque es obligado relacionar a los chorritos paraguayos o peruanos, por un lado, y la posibilidad de repatriarlos a sus propios y prósperos países, por el otro. (Es notable el pasaje donde el argentino que emprendió un negocio en Asunción afirma, entre líneas, que nadie lo ha robado.) En segundo lugar porque la inducción hace que el televidente asocie ambas cosas y llegue a la conclusión de que él mismo ha pensado algo por sus propios medios. En tercer lugar porque el informe sobre la buena situación en Paraguay, y su contraste con Argentina, tiene como fin mostrar que el programa es opositor, aunque, por supuesto, estaba operando a favor de Cristina. Y cuarto, porque a mi no se me escapa que el sapo de Lanata pactó desde hace un tiempo una tregua con el gobierno, gobierno que, por supuesto, también necesita de vez en cuando comerse un sapo.
La opinión pública es algo indeterminado, voluble, actual, poco racional, ceñido a los temas contagiosos (“que interesan”), a lo publicitado más que a lo público, a la clase media más que a la baja. Extrañamente, para estar bien informado sobre el quehacer de ese engendro llamado Opinión Pública, es necesario consumir ciertas cosas, aunque indigesten. Al menos para saber cual es el ventrílocuo del tachero.  

martes, 11 de noviembre de 2014

Rusia y el corazón de la tierra



Rusia y el corazón de la tierra
(Los gasoductos rusos hacia Europa occidental.)


Este trabajo intenta ahondar en las efectos que se derivan de la crisis social económica y política ucraniana en torno a la red de gasoductos que vinculan a Rusia con la Unión Europea, en tanto esta red de gasoductos está mediada por Ucrania. Esta crisis puso en evidencia ciertos aspectos geopolíticos que permanecieron aletargados por mucho tiempo,  cuyas consecuencias son impredecibles.
Ucrania históricamente, como país de tránsito y parte de la Comunidad de Estados Independientes que se constituyó luego de la caída de la Unión Soviética, obtenía el gas ruso a precio subsidiado e incluso le cobraba un peaje a su vecino. Sin embargo, la creciente demanda occidental y la debacle político-económica de Ucrania, que es alimentada desde Moscú, ha traído como consecuencia el rediseño de la red, que intenta evitar suelo ucraniano para llegar a la Unión Europea. El caso más emblemático en este sentido es el nuevo Nord Stream, bajo el mar Báltico, que conecta directamente Rusia con su cliente privilegiado dentro de la Unión, Alemania.
Nord Stream
A la crisis ucraniana hay que sumarle la crisis global. Desde 2008, el aumento secular del consumo de gas se frenó en Occidente. Como en los años previos la demanda crecía de forma alarmante, se diseñaron múltiples estrategias para asegurar la provisión de gas. Muchos de esos proyectos se emprendieron en contexto de crisis. Pero los diferentes países de la Unión Europea obraron unilateralmente y no conjuntamente. Lo que este trabajo trata de demostrar es que la red de gasoductos es una expresión de la desarticulación al interior de la Unión.



LA UNIÓN EUROPEA

La Unión Europea se amplió grandemente en 2004 con la incorporación de muchos ex estados pertenecientes al bloque socialista. Estos son los países más cercanos a Rusia y los más energéticamente dependientes del oso blanco. Debe destacarse que en Bulgaria, Croacia, Finlandia, Letonia, Lituania, Serbia y Eslovaquia todas las importaciones proceden de Rusia. Grosso modo, a medida que nos alejamos hacia occidente la dependencia del gas ruso disminuye, sin dejar de ser de suma importancia contar con dicho suministro. Casi como una ironía, con la ampliación de la Unión, el enclave de Kaliningrado  se constituyó como un enclave ruso dentro de la Unión Europea.
La Unión Europea está condicionada desde varios puntos.
Uno de los condicionantes es meteorológico. Los inviernos moderados como el último (2013-2014), reducen el consumo de gas. ¿Pero qué pasaría durante un invierno inusualmente riguroso? En esos casos entra a jugar otro condicionante: la capacidad de almacenamiento de cada país. Dos ejemplos extremos en este sentido son Alemania y Bulgaria. Mientras el primero cuenta con una gran capacidad de almacenamiento, Bulgaria prácticamente carece de capacidad. Su vulnerabilidad es aún mayor si reparamos en la dependencia excluyente del gas ruso, que ingresa a su territorio mediado por Ucrania.
Para palear esta dependencia Bulgaria promovió, junto con otros países, la construcción de dos gasoductos que no pasarán por suelo ucraniano. El primero de ellos es el Nabucco, que ingresa a Europa desde Turquía. El otro es el South Stream, que ingresa directamente a Bulgaria a través del Mar Negro. Es interesante notar que este gasoducto cruza el mencionado mar justo al sur de la península de Crimea. Por lo tanto, incluso es este caso, no es extraño que la política Búlgara se enderece a satisfacer las exigencias de Moscú, ávida cuenta de su dependencia energética. Por otra parte, el South Stream pone a Bulgaria en la misma posición de tránsito que antes le correspondía a Ucrania. En efecto, ahora pasaría a ser el principal engranaje de articulación entre Rusia y la Unión Europea.



 
Turquía, además del gasoducto Nabucco, y como consecuencia de evitar Ucrania, tiene en proyecto el Gasoducto Trans-Adriático, que debe estar listo en 2018, y que beneficiará principalmente a Italia, todo lo cual fortalece el ascendiente de Turquía en el área.
¿Y qué decir de Alemania? A primera vista, con el Nord Stream, estaría asumiendo el mismo rol de Bulgaria, en tanto sería el país de ingreso del gas ruso, con la vulnerabilidad que supuestamente traería este hecho. Sin embargo, Alemania es el principal socio comercial europeo de Rusia.[1] Dicho de otro modo, hay una relación económica de reciprocidad entre los dos países. Con la venta del gas, Rusia logra equilibrar la balanza comercial. Los germanos, por su parte, pueden cerrar su economía a Rusia sin perjudicar a terceros.

OTRAS POSIBILIDADAES: África y los Campos de Groninga

¿Qué alternativa tiene Europa occidental? El norte de África ha resultado un proveedor poco confiable, especialmente desde que el terrorismo es un actor importante en el juego internacional. Muchos de los suministros proceden de Argelia. No obstante lo cual, Argelia y el Magreb han mostrado un crecimiento sostenido de sus propias demandas internas, lo cual contribuye a que los europeos busquen otros proveedores, sin dejar por ello de invertir en gasoductos, que se han tendido desde 2007 de forma sostenida en el lecho del Mediterráneo, aprovechando las ventajas de la poca profundidad y las características generales de este mar interno. 



  
La avidez por el gas de la Europa Occidental no tiene límites. Asegurar su provisión es fundamental, lo que se aprecia de forma ejemplar en Groninga, en los Países Bajos. Los campos de Groninga constituyen un importante yacimiento gasífero, pero sólo en términos regionales, pues sus reservas se calculan a 30 años. La localidad de  Loppersum, ha tenido una serie de terremotos a consecuencia de la explotación del recurso, en una zona no sísmica.[2]  La población se ha manifestado en contra de la continuidad de la extracción del gas local. Para no tener que depender exclusivamente de Rusia, en  Rotterdam hay una terminal de almacenaje de gas licuado procedente de Trinidad y Tobago, Nigeria y Angola.
El gas natural licuado es, al menos en principio, la alternativa más viable cuando no es conveniente explotar los propios recursos. Se entiende que su viabilidad es directamente proporcional a la distancia. En otras palabras, cuanto más lejano esté el proveedor, es más viable. Contrariamente, el uso de los gasoductos es al revés: cuanto más cercano esté el proveedor, más conveniente. Por otra parte, la ventaja del gas natural licuado es que, al depender de los puertos, es más versátil, mientras que los gasoductos tienen una traza más definida y genera por eso mismo mayor dependencia.
Sin embargo, las ventajas de los gasoductos son innegables: los suministros son más constantes. Además, el gas natural licuado requiere capitales intensivos, con tiempos largos de construcción y por lo tanto demandan de un tiempo considerable para recuperar la inversión inicial. Y por si esto fuera poco está el proceso de transformación de gas líquido a gaseoso, que se hace en los puertos de destino, lo cual es sí mismo insume mucha energía.[3] ¿Pero de qué origen son los capitales y las empresas que hacen este tipo de instalaciones en Europa Occidental? Son rusas, en casi todos los casos.
A pesar de todas estas vulnerabilidades, no hay que olvidar que la manipulación de las cotizaciones de las bolsas de ciudades globales como París o Londres pueden traer un terremoto económico en Rusia, y que la Unión Europea es puntera en tecnologías alternativas y recursos renovables. 

Rusia

Es necesario no perder de vista las jugadas políticas de Moscú, que se diagraman sobre su propio peso energético favorable, a la sombra de sus hidrocarburos de exportación. Putin cree que Europa no actuará en su contra en represalia por la reciente  anexión de Crimea. Y probablemente esté en lo cierto. Ni bien entró en crisis Ucrania, la empresa rusa Gazprom aumentó en 44 por ciento el precio el gas a Ucrania. Esto hizo temer lo peor a la Unión Europea, que llegó finalmente en 2009, cuando Rusia redujo el suministro para presionar a su vecino.
Pero hay también temas latentes que mantienen en vilo a la Unión Europea. Rusia e  Irán disponen del 42% de las reservas mundiales de gas. Moscú y Teherán en algún momento estuvieron coqueteando en constituirse como una  OPEP gasista.[1] Esta propuesta inesperada, al día de hoy no concretada, fue un baldazo de agua fría para el resto de los países europeos.
Otra incertidumbre que genera Rusia en el Viejo Mundo es su permanente juego seductor con el gigante chino, a propósito del gas, que podría alterar todo el tablero político internacional. 


Entre Moscú y Berlin

El hecho más alarmante dentro de la Unión Europea es que cada país está tomando decisiones unilaterales con Rusia sin consultar con los organismos supranacionales. En este sentido las diferencias al interior de la unión son alarmantes y son fortalecidas por estas decisiones. Mientras países como Bulgaria se encuentran en niveles de vulnerabilidad evidentes, otros como Alemania, Francia y el Reino Unido fortalecen sus posiciones. Y entre estos es notable es papel de Alemania, que no sólo se vigoriza como la economía más fuerte del Viejo Continente, sino que también, ahora, está en situación de dosificar los recursos energéticos, si así lo quiere, en virtud del flamante Nord Stream, que, a su vez, consolida su relación bilateral con Moscú.
Pero Alemania no se constituye como el árbitro de la Unión por sí sólo, sino también por el rol que juegan los otros. Por un lado está su papel de acreedor—que no entra en nuestro análisis—. Por el otro, está la propia configuración del mapa europeo, atendiendo a la red de gasoductos. Si Turquía veía hasta hace 10 años postergada su ilusión de entrar en la Unión Europea, sus posibilidades, a raíz de estos dos nuevos gasoductos, son mayores. Y a esto hay que sumarle las tradicionales relaciones del país con Alemania. Si el nuevo presidente prooccidental de Ucrania,  Petro Poroshenko, está decidido a incluir a su patria en la Unión,[5]  va a resultarle particularmente difícil, luego de todos los condicionamientos internacionales referido más arriba. En el ajedrez europeo, parece que la partida se da entre Berlín y Moscú. El resto están pasando a ser actores de reparto, más o menos importantes, (lo cual incluye a Francia y Gran Bretaña)

Cuando en 2005, Putin dijo, en referencia a la Comunidad de Estados Independientes, que se había creado para hacer un “divorcio civilizado”, quizás nadie pensó que  a más de diez años, acaso ese divorcio se esté dando en la Unión Europea, y que los rusos, y muy particularmente el Nord Stream,  mucho tenga que ver en el asunto.

PD: Mientras esto escribo, 10 de noviembre de 2014,  me llega una noticia[6] que causa conmoción: Rusia y China han concertado un acuerdo gasífero de largo aliento.



[2] Europa, acorralada por dependencia energética, en The economista:

http://www.dineroenimagen.com/2014-04-08/35425#imagen-2 y

Holanda asume el riesgo de seísmos a cambio de extraer gas natural, el país, 18 de febrero de 2013:



[5] La Nación : Martes 16 de septiembre de 2014, Ucrania ratificó su acuerdo de asociación con la UE pero le envió un guiño a los rebeldes.


viernes, 7 de noviembre de 2014

La leyenda de Bao Mao



La leyenda de Bao Mao


Cuando Mao fracasó con el Gran Salto Para Adelante, temió perder su liderazgo. Ese ensayo de revolución industrial acelerada, matando de hambre a una gran cantidad de chinos, hizo que todos los burócratas del partido lo miraran. Nadie daba un mango por su supervivencia política.
Sin embargo, el pueblo chino aún orientaba su sentimiento hacia aquel que lo había hecho digno, aunque más no sea en los primeros diez años de la República Popular, cuando se aseguraron por primera vez un plato de arroz, una educación rudimentaria, un poco de salud. Más aún: los liberó del yugo del patrón y distribuyó tierras. (Por no hablar de las mujeres, que fueron liberadas del yugo del hombre.)
La historia más conocida dice que Mao, en su afán de no perder terreno luego de la hambruna, lanzó la Revolución Cultural, esa megafiesta de adoctrinamiento popular donde se tachaba de capitalista a Beethoven, se quemaban libros de Shakespeare y se purgaba al Partido de elementos insanos. No obstante lo cual, esta orgía de locura hizo olvidar en occidente el primer intento de adoctrinamiento que Mao llevó adelante ya en 1963, esto es, unos 3 años antes de la pira de libros prohibidos.
 Los chinos no se olvidan de Lei Feng. Lei Feng fue un soldado medio boludo que murió en un accidente de tránsito. Pero este Don Nadie tenía una profesión muy poco usual en la China de entonces: era fotógrafo. Como tal, se vinculaba a otros colegas. Un buen día uno de ellos le sacó una foto. Su juventud abruma, un adolescente. Tiene un fusil terciado, aparece sonriente, aunque con ojos un tanto melancólicos que miran al ocaso, abrigado contra un clima hostil. Días después muere como un boludo-- se lleva puesto un poste de luz--.
Y comienza el verso —que muchos chinos creen real aun hoy—. Mao andaba buscando un mártir joven para construir una leyenda. Se rescató la foto de Lei Feng y, para darle color, se la pintó profusamente. Ya que estaba le sacaron la melancolía de los ojos. La iconografía vistió cada rincón de China. El pueblo empezó a repetir la plegaria. Feng, soldado abnegado que dejaba de comer para que otros lo hagan, cosía sus calzados para que duraran. Desinteresado, compasivo, compañero, noble, adorable,  moralmente perfecto, leal a su Partido y a Mao. Dio la vida por la patria. Un ejemplo.
No fue el soldado desconocido, tenía nombre. Hoy su cara pasea por las remeras de toda China, tiene un museo, películas, historietas y una tumba envidiable. Lo más interesante es su biografía, apócrifa, claro, donde escribe como sabiendo que se va a morir...
 Toda leyenda es falsa. Sin embargo, cuantos de nosotros—manga de boludos— pagaría por ser recordado de esta manera, como  un dios muerto. Yo daría la vida porque se me invente un pasado tan alto.

sábado, 25 de octubre de 2014

Castrados



Castrados

            Afortunadamente en nuestro país los homosexuales se pueden casar. Somos vanguardia en América Latina, sin dudas, y es motivo de orgullo, seas lo que seas o te guste lo que te guste.
            Sin embargo, en materia hetero,  somos unos reprimidos,  unos castrados.
Conocí  a Brenda en el tren. Es yanki. Nunca nos acostamos. No nos interesa. Somos amigos y punto. Cuando la amistad fue creciendo se animó a juzgar adversamente a nuestros compatriotas. “Los argentinos te tiran piropos, que es algo muy de acá. Pero no van al frente. Si te acercás, salen corriendo. Parecen nenes. Con las mujeres pasa otra cosa. Están 20 años para tomar un café con un chico. Las argentinas y los argentinos no se dan la oportunidad de conocer una persona.” La aplaudí de pié, pero le hice una observación. Las actitudes de nuestros hombres y mujeres son complementarias. No es casualidad: el piropo y la histeria son dos caras de la misma moneda.  
Recordé esos folletos que advierten a los turistas sobre lo que van a encontrar en nuestros inhóspitos países. Anuncian invariablemente que en Argentina hay algo llamado “piropo”, que consiste en eso que conocemos. A agregan que muchas veces pueden ser muy soeces. Vergonzoso.
            El humor es revelador. Desde los programas de Olmedo, Porcel, el Aníbal de Calabró, las películas de Tristán o los bañeros locos,  hasta los sitcom de Francella o las gansadas de Tinelli, la insatisfacción sexual está omnipresente. Que los argentinos—en este caso me siento turco— se rían de esas cosas es expresión de una sociedad castrada.
           Una observación más. Buenos Aires es la ciudad con mayor cantidad de psicoanalistas por habitante. Son, en la enorme mayoría de los casos, psicólogos freudianos, con el sexo entre los ojos. En otras palabras, tenemos un problema con el choto y la concha. Y tampoco me parece casualidad que programas como Terapia tengan un éxito abrumador. De tanto acostarnos en el diván nos estamos olvidando que sólo hay divanes de una plaza.

domingo, 12 de octubre de 2014

Obeliscos



Obeliscos

Obelisco egipcio en  Paris
Cuando pensamos en obeliscos, si el tema nos interesa, el primero que nos viene a la mente es el de Buenos Aires. El segundo es el de Washington. Casi con seguridad el tercero es el de París, llamado de Luxor, emplazado en la Plaza de la Concordia. El cuarto podría ser el de la  Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano. El quinto el del Central Park de Nueva York.  Claro, esto es así siempre que el que piense sea argentino…
            La ciudad más grande de Sudamérica, San Pablo, tiene como monumento más importante un obelisco, blanco como el nuestro, aunque unos 5 metros más alto. Sin embargo, para nosotros, es como si no existiera. En realidad, como veremos, para todo habitante del mundo atrasado no hay otra cosa que el primer mundo. Ellos nos imponen los valores culturales y nosotros compramos.
             Si repasamos los obeliscos que ya vimos podemos entender algunas cosas. El de la capital yanki fue en su momento la construcción más alta del mundo: mide como el edificio más alto de Puerto Madero, 170 metros. El de París es un trofeo que se trajeron los franceses de Egipto. Los egipcios hicieron cientos de obeliscos, son los campeones en la materia. Aunque no soy egiptólogo, son todos bastante parecidos. Francia se quiso afanar dos, pero cuestiones políticas impidieron que el segundo salga de África. Hoy, a ese que no salió del continente negro, a ese que es casi idéntico al otro, ya nadie lo conoce. De alguna manera, se nos indica que lo importante es París, no el monumento en sí mismo. Cierto que se lo levantó en el mismo sitio donde en 1793 se le cortó la cabeza a miles de personas— Luis XVI incluido—, y también es verdad que al monumento egipcio se lo emplazó allí con el deliberado propósito de  hacer olvidar a los galos su propia historia, porque no tiene nada que ver con la revolución ni con la restauración. Pero eso es la historia del obelisco, no el obelisco en sí mismo. El de la Plaza San Pedro fue afanado por Calígula, en el siglo I. Como en aquellos años no había filtro,  hay en Roma una multitud de obeliscos egipcios. Con el tiempo le consagraron una cruz en su cima. Digamos que le dieron valor agregado, le añadieron historia. Pero la verdad es que no encuentro mayor imagen emblemática de hibrido cultural en el mundo.
Obelisco egipcio en el Vaticano
Por supuesto, por intereses más que obvios, a nadie se le ocurrió nunca devolver estos obeliscos a los egipcios.
Pero presten atención. El obelisco de Aksum es una de las obras más singulares del África. Se trata de un falso rascacielos, en tanto tiene puertas en su base y ventanas a lo largo de varios pisos. Se lo remató con una especie de banana en su cumbre. Tiene 1.700 años de antigüedad y hoy está emplazado en su lugar original, en Etiopía. Pero durante casi todo el siglo XX estuvo en Roma. Cuando los tanos invadieron la actual Etiopía no pudieron evitar la tentación. En este caso, Benito Mussolini fue el chorro. El obelisco fue encontrado por los europeos partido en tres pedazos como consecuencia de un terremoto, cientos de años atrás. En Roma lo reconstruyeron, lo cuidaron y lo devolvieron. Colorín colorado.
Obelisco de Aksum
Pero el obelisco de Aksum nos enseña algunas cosas. Su historia añadida es muy rica, ni más ni menos que la de otros. Sus singularidades son únicas: no hay otro parecido. Sin embargo, desde que partió de Roma, ya no forma parte de las fotos y de los circuitos turísticos más afamados. Los obeliscos son consagrados con el objetivo de conmemorar, (o sea, de hacer memoria entre todos). El de Aksum va camino al olvido, como todo aquello que se emplaza en nuestros pobres países y que tiene algún correlato en el primer mundo. Pero hace 1.700 años el Imperio de Aksum era parte del primer mundo, cuando Europa estaba entrando en la oscuridad. Acaso los monumentos que hoy nos parecen tan célebres, como el de Washington, en un futuro sean robados, celebrados y devueltos a unos países que ya no sean lo que alguna vez fueron.

sábado, 4 de octubre de 2014

Vendamos Constitución


Vendamos Constitución

           
Constitución
Cuando visité la  estación Grand Central de Nueva York, tuve una decepción. Con sus casi 50 andenes, y luego de haberla visto tantas veces en la pantalla grande, yo esperaba algo colosal, faraónico, que me generara  un descarrilamiento en los ojos.  No. Nada. Su hall es realmente pequeño, al menos si lo comparamos con Constitución. Sus dimensiones se parecen a la Retiro del Mitre, y aunque busqué cotejar las medidas en la web, estoy casi seguro que es más chica. Su celebridad se debería—quiero creer—a la arquitectura, a la cantidad de andenes y a Hollywood. No es poco. Pero…
            (En Nueva York ya han sabido lo que es una enorme estación de trenes. La estación Penn lo era. Derribaron su hermoso hall en los años 60 y hoy se levanta en ese lugar el Madison, donde los guantes, los recitales y el baloncesto llaman a las cámaras, justo sobre los andenes, que subsisten enterrados. Aquel hermoso edificio se ha convertido en un mito. La injustificada fama de la Grand Central se debe, en parte, a la demolición de la Penn, sin la cual se ha convertido en la única gran estación de la Gran Manzana.)
Centrale Milano
Quizás destruir grandes estaciones no sea algo novedoso. Todos los países lo han hecho. A finales de los años 60´ Londres destruyó la simpática  Euston. En su lugar construyeron otra Euston, insípida, cuadrada. Buenos Aires imitó esa canallada poco después en el nuevo hall y los nuevos andenes de Once. Un esperpento.
Pero lo que hasta hoy no había podido averiguar es en qué se inspiraron los constructores del enorme hall de la Estación Constitución. Eso no es normal. Y menos normal me pareció luego de ver la Grand Central y otras celebérrimas estaciones que se suponían gigantescas y que en el mejor de los casos no le llegaban a los tobillos a la nuestra. Algo tenía por seguro: Constitución no era una originalidad criolla. En alguna otra latitud debía existir alguna parecida que haya servido de inspiración.
Hoy, navegando, me cayó una ola de publicidades que me invitaban a visitar otros países. Me llamó la atención una foto de Constitución. Pero, al mirar nuevamente, reparé en que esa foto no era de acá. Se trataba de la Centrale Milano, muy parecida a la del Roca, acaso un poco más limpia... Me decía la publicidad que se trataba del hall más grande del mundo, única— y lo que me resultó más llamativo—, grandemente imitada a lo largo del mundo. Como cualquier persona que te quiere vender algo, sospeché que había una gran dosis de mentira o exageración.
Averigüé. Constitución es más grande. Más aún, es más vieja.
Union Station
Pero no me podía quitar de la cabeza que nosotros no podíamos ser pioneros. No porque no tengamos ejemplos al respecto— verbigracia el edificio Kavanagh— sino porque no me resultaba posible creer que nadie se haya avivado de eso.
Efectivamente, luego de ardua búsqueda, logré encontrar el modelo de Constitución—y de la Centrale Milano, claro—. Se trata de la Unión Station de Washington: un edificio grosso, como no podía ser de otra manera en la ciudad del poder. Es de 1908. Busqué información turística elemental sobre la capital yanki. Hay cosas omnipresentes: la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono, la Concha de la Lora y… por supuesto, la Union Station.
Constitución no tiene nada que envidiarle a sus dos hermanas. Es monumental y te deja sin aliento. Basta con entrar por la calle Hornos para caerse de espaldas. Pero yo nunca vi un contingente de turistas en ella. Desconozco el valor arquitectónico objetivo de nuestra gran estación. Pero eso es harina de otro costal. Derribemos mitos. Si los tanos mienten nosotros también podemos hacerlo. Deberíamos aprender a vender lo nuestro.