lunes, 9 de febrero de 2015

Dos nietitos visitando a su abuelito



Dos nietitos visitando a su abuelito



Tiziano pintó en 1546 esta obra maestra. Se trata de Paulo III y sus nietos Alessandro y Octavio. El anciano y enfermizo Papa mira con ojos astutos y burlones a Octavio, que está en pleno ejercicio de una reverencia y que a su vez mira con justeza los ojos de su abuelo. Mientras tanto, Alessandro parece medio boludo y distraído, tirándonos una mirada de nabo irrecusable. ¿Por qué nos mira? Ahora nosotros, para no ser tan boludos como él, empezamos a mirar. Somos los únicos testigos. Alessandro pone su mano sobre el trono del Papa, dando a entender que él será su sucesor, señalándonos su ambición. Un  pequeño reloj de arena está sobre la mesa, casi fuera del cuadro. El tiempo está de su lado, no del lado de Octavio. Es cuestión de esperar.

Pero no resultará fácil para Alessandro: el pontífice tiene su mano firme sobre la mesa, señal de autoridad, y como sobre la mesa sólo hay un reloj, está dando a entender que él aún es el dueño del tiempo y conciente de su marcha. Más aún, los diminutos relojes de arena se utilizaban para marcar el comienzo y el fin de una entrevista, como la que estos dos ansiosos y adorables nietos tienen con su abuelito. 

La escena está estructurada en dos diagonales. La primera va de la flexionada pierna izquierda de Octavio, pasa por el rostro de Paulo III y remata en el rostro de Alessandro. Lo segunda diagonal corre desde el paño de arriba a la derecha, pasa por el rostro de Alessandro y el de su abuelo, luego por la mano y termina en el reloj. Entonces las dos diagonales se cruzan en la cabeza del sucesor de Pedro. ¿Un anticipo de lo que se venía?

Acaso Tiziano nos quiso decir algo. La mano del Papa, esa mano que descansa firmemente sobre la mesa, está inacabada. Es lo único inacabado en la tela. ¿Casualidad? ¿O es que Tiziano tenía buena onda con los aspirantes al papado?

Paulo III aguantó tres años más. Fue más astuto que sus nietos, que se quedaron sin el premio, y que Tiziano, que los inmortalizó en un juego psicológico admirable, que también lo incluye. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario