Nisman y el ejemplar caso de Gasalla
Sin
embargo, esa versatilidad que nos ofrece el youtube
es engañosa. En primer lugar porque a nadie se le ocurriría grabar las cosas
del youtube por precaución, digamos,
para no perderlas, ya que está la hegeliana idea de que nada de lo que alguna
vez se subió a ese sitio puede evaporarse. Y en segundo lugar porque hay
censura en el youtube: las cosas que no se deben mostrar… se hacen humo.
Recuerdo
con precisión haber visto en la tele a la madre de Cristina, Ofelia, subida al
alambrado de la cancha de Gimnasia y
esgrima La Plata,
club del que es fanática. También recuerdo ver esas imágenes por el youtube. Me parecía muy simpático ver a
una mujer de los años de la
Legrand puteando a todo el mundo como una pendeja: verbigracia; "carajo, mierda". Por
supuesto, la violencia en el fútbol, viniendo de quien venía, apuró a que
nadie, ni en el youtube ni en la tele ni en los diarios, volviera a mencionar o
a mostrar el asunto. Y los que lo hicieron, rompiendo lo acordado, tuvieron que
pagar (plata). Sin dudas, me pareció una idea acertada… siempre que podamos
recuperar los videos en algún momento.
Un
caso parecido es el de Antonio Gasalla. Hoy quise ver nuevamente, sin éxito,
un video en el cual él hablaba, en el programa de Jorge Rial, sobre los
inconvenientes de tener custodia personal. Esto fue el año pasado. Lo hacía con
una gracia increíble, para matarse de la risa. Voy a tratar de reproducir desde
la memoria eso que vos ya no vas a poder ver nunca jamás.
“Me
informaron que me podían secuestrar.
Entonces unos amigos me insistieron con que tenía que rodearme de seguridad:
custodios, que les llaman. Aunque no era mi prioridad, tanto me insistieron que
empecé a tener miedo. Contraté a cuatro tipos. Uno manejaba, otro iba junto al
chofer y yo atrás en el medio de los otros dos. Trataba de no hablar con ellos, principalmente porque estaban haciendo
su trabajo. Si paraba un auto al lado le tomaban la patente. A donde yo iba
marcaban la dirección y luego, con respeto, me preguntaban que hice y con quién
estuve. A la mañana estaban atentos en la puerta de mi casa y si me demoraba se
preocupaban y tocaban el timbre. Al final del día me dejaban en el mismo lugar
de donde me habían levantado. Nunca se iban, y estoy seguro que nunca dormían.
Un día les pedí, bajo una excusa, que me dejaran. Hice todo lo que tenía que
hacer. Fui acá. Fui allá. Me encontré con medio mundo. Al regresar no los vi,
como habíamos quedado. Entré en casa y cerré con llave. No pasaron ni dos
minutos que me suena el teléfono. Sabían donde había estado, con quien había
comido, mis horarios de ese día, la patente de los autos a los que había
subido, lo que había hecho el personal de servicio de mi domicilio y los
movimientos de la cuadra. En realidad querían demostrarme lo bien que habían
cumplido con su misión. Pero eso a mi me dio mucho miedo. Fue. A partir de ese
día largué la custodia a la mierda.”
El humor es irremplazable cuando de transmitir
algo se trata y cuando queremos que algo se inmortalice en la memoria. Vi el
ahora inexistente video varias veces y se lo mostré a familiares y amigos. Y
fueron unos familiares precisamente los que me lo recordaron cuando pasó lo del
fiscal. Ellos tampoco lo habían podido encontrar.
No
hay ninguna referencia a semejante chiste, tan bien contado, en ninguno de los
medios. Y es probable que el mismo Antonio lo haya querido olvidar. Lo rebancamos.
Lo que sí pude encontrar es una
versión algo cambiada, mucho más breve e
inofensiva, que el genial humorista le da al mismo Rial unos días después. (¿Por
qué Rial le pregunta dos veces lo mismo?) Es lo que está a partir del minuto 19:10, en el enlace que sigue. Y mírelo
con prontitud, antes de que este también sea borrado para toda la eternidad, junto con nuestras risas.
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