domingo, 8 de febrero de 2015

Gardel y Maradona en Eslovenia



Gardel y Maradona en Eslovenia 

¿En qué se parecen muchas obras de teatro, muchos artículos periodísticos de opinión y muchas obras de arquitectura? En que las hacen unos y las firman otros. Así te podés encontrar con que lo que vos creías de Fulano es de Mengano. Cuatro perejiles escriben un libro de historia que luego firma Granata, porque Granata vende y los perejiles no. Muscarini tiene en cartel quinientas treinta y cuatro obras, pero ha escrito… una. Don Ramón es un genial arquitecto, pero trabaja para el estudio del señor Barriga, que se encarga de firmar autógrafos al pié de cada obra.

                El problema se le presenta luego a los historiadores. En general no investigan mucho y terminan por asumir que los nombres de plomo son los mismos que los nombres de pluma, o sea que los famosos son los que firman, y punto.

                Pero también existen los arqueólogos de las autorías. Acá y en muchos lados. Gente que viene a poner las cosas en su lugar y a hacer justicia post mortem por los verdaderos hacedores.

                Para un argentino Eslovenia y Eslovaquia es algo que forma parte del mismo trabalenguas, y con fortuna puede afirmar que se encuentran más o menos en tal continente. Son lo que Uruguay y Paraguay para los Europeos, letra más letra menos son lo mismo. Sin embargo, y aunque usted no lo sepa, esto no es recíproco, especialmente para los eslovenos.  Para ellos Argentina no es cualquier cosa.

                Eslovenia es un nuevo país que surgió de la fragmentación de Yugoslavia. Previamente, nunca había existido, contrariamente a otros países vecinos como Croacia o Macedonia, que  reclama para su panteón de héroes a Alejandro Magno. Pero la pobre Eslovenia no tiene nada que reclamar del pasado. Peor: su idioma es en  realidad  el mismo que el de croatas, Bosnios y Servios, así que ni siquiera por el privilegiado recurso del idioma pueden hacer arqueología para indagar en las ruinas del tiempo. Inventaron un idioma llamado esloveno, que de hecho no existe. Hicieron todo tipo de cosa rara para poder existir. Finalmente salieron por el mundo a buscar gente nacida en Liubliana o en sus inmediaciones. 

                Viktor Sulcic, fue un arquitecto esloveno que llegó a la Argentina y se puso a trabajar para otros. Su capacidad fue ampliamente demostrada con dos obras maestras: el abasto y la cancha de Boca. Pero por cuestiones de papeles se ha dicho hasta el cansancio que estas maravillas eran de otros. Hasta que los eslovenos investigaron… 

                No deja de llamar la atención que dos de los más representativos monumentos porteños, que remiten a Gardel y a Maradona, y que son visita obligada de todo turista, sean obras de un esloveno. Y tampoco me deja de llamar la atención que para los eslovenos,  el tango y el fútbol  empiecen a formar parte del mismo trabalenguas: Argentina.

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