lunes, 14 de julio de 2014

El beso del saxofón

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El beso del saxofón
¿Qué sentido tienen las cosas cuando las vemos desde otra perspectiva? El hábito nos lleva a asegurar que un inodoro es un inodoro o que un mingitorio no es más que eso. Recuerdo un comic en el cual venían extraterrestres a una Tierra  donde nuestra especie ya se había extinguido, y se topaban con un inodoro y un rollo de papel higiénico.  Estos seres eran parecidos a pájaros. Si usted vio cagar un pájaro sabrá que para ellos un inodoro no sirve para eso que usted lo utiliza. Ellos no tienen culo, tienen cloaca. Los pájaros, por inteligentes que sean, no se sientan nunca. Para los especímenes de este cómic el inodoro era  una fuente donde beber. Por algo había papel: para secarse el pico.

Marcel Duchamp creó—de alguna manera hay que decirlo—La Fuente, en 1917. Se trata del urinario o mingitorio más famoso de todos los tiempos o de la obra de arte más innovadora del siglo XX, según quien la juzgue. Lo que hizo Marcel fue aparentemente sencillo. Agarró un mingitorio, lo puso en otra posición, le metió un título y lo ubicó entre otras obras. Como estaba poniendo en cuestión el mismo concepto de arte, la mayoría de los artistas se cagaron en el mingitorio.



Quien haya visto alguna vez un saxofón no podrá negar que se parece a un alienígena. Tiene columna vertebral, pico y cloaca. No me parece lindo. Me parece fascinante. Es un invento humano, desde luego. Lo inventó Adolphe Sax, quien se dedicó a modificar tanto un clarinete que le dio nacimiento a nuestro instrumento. Podemos entonces afirmar que el saxofón es descendiente directo del clarinete. Y podemos agregar que su éxito evolutivo se traduce en la gran cantidad de familia que engendró: saxofón alto, saxofón soprano, saxofón tenor y un largo etcétera. Pero lo más lindo del saxofón no es su cuerpo, sino su voz cálida, dulce, muchas veces melancólica. Dicen que Adolphe Sax tenía una voz horrible y que escupía al hablar. Y también arriesgan que inventó el saxofón para tener a quien besar; acaso a un ser de otro mundo que lo visitó una tarde inspirada.

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