miércoles, 28 de enero de 2015

Destruir una manzana



                                 Destruir una manzana

Y allí con tu impiedad
Me vi morir de pié
Medí tu vanidad
Y entonces comprendí mi soledad                                           
Cátulo Castillo


Instituto Bernasconi
            Hay varias formas de realzar las bellezas de un edificio. Desde luego, lo fundamental es tener perspectiva, poderlo ver desde cierta distancia, especialmente si se trata de un edificio de grandes dimensiones. También es muy importante la altura en relación a su entorno. (Por ejemplo, la catedral de San Patricio, en Manhattan, mide cien metros, pero junto a ella hay moles de más de doscientos metros que la invisibilizan). Obviamente, su emplazamiento es de capital importancia. Una iglesia como la del Sagrado Corazón, de París, que se encuentra en la cima de una famosa colina, no puede ser ignorada. Otra forma de darle realce a una construcción es que remate una avenida o que se encuentre junto a una plaza, como el Congreso Nacional. O, si no queda nada mejor, que se consagre en la intersección de dos importantes arterias.
            El instituto Bernasconi, de Juan Waldorp , fue alzado en una de las pocas colinas de la ciudad, en el barrio de Parque Patricios. Como muestra la foto de la derecha, al momento de su inauguración, se veía desde sus aulas media Buenos Aires. Aunque está de más aclararlo, la imagen también nos muestra que desde casi cualquier punto de la ciudad podíamos apreciar el hermoso edificio.  
                       Hoy ya no es así. Se encuentra encajonado entre cuatro calles irrelevantes sobre las cuales han construido edificaciones irrespetuosas que perturban la visual.

Concebido hacia 1930, para ser una escuela modelo,  permanece oculto y solitario, de pié pero muerto,  casi como una metáfora del destino que le tocó a la educación nacional. Desconocido por muchos, sólo se enteran de su existencia los que por accidente se alejan tan sólo una cuadra de las avenidas Brasil y Jujuy, que se encuentran a sólo cien metros del Bernasconi, pero que se percibe como un mundo de distancia y de construcciones.

Siendo que la fachada principal del recinto se haya sobre la calle Cátulo Castillo, sería bueno destruir la manzana comprendida entre esa calle, Catamarca, Esteban de Luca y Brasil. Desde esta última avenida se conseguiría una vista impresionante del edificio. Lo merece. 
El Bernasconi al momento de su inauguración, 1930


Vista parcial del teatro del Bernasconi




Pileta. Nótese las columnas dóricas que la enmarcan, dándole un aire de baño romano.


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