sábado, 31 de enero de 2015

No hay santos (Schoklender y D`Elía)

No hay santos  (Schoklender y D`Elía)


Lo repito: hay que leer y releer los diarios viejos y los libros que tienen dos, tres, cinco años de antigüedad. Son una pista, una ventana a cosas que en su momento fueron irrelevantes pero que con el correr del tiempo explotan.  

Sergio Sckoklender escribió, a modo de autodefensa, un librito que se suponía estaba condenado a formar parte de los cientos de cadáveres de mi biblioteca. Se llama Sueños postergados, es del 2010, de editorial Planeta. Y hoy resulta más interesante que ayer.

Lo que se puede obviar es su invectiva contra Hebe de Bonafini, que se suponía que era lo medular del libro. Más divertido resulta su operación para que Monseñor Pío Laghi, no sea electo Papa en 2005 (sic), —páginas 130-131—, de no creer. También resulta atractivo descubrir que hizo parte de su fortuna en base a su afición por los casinos,  o los personales vínculos que trabó con Fidel, Marcos y Chávez, pero no con Néstor o Cristina.  

Pero lo realmente traumático— para nosotros— resulta lo que dice sobre Luis DÉlia. Transcribo literalmente los que escribe en las páginas 150-151

“… Irán representa el fanatismo religioso y yo creo que el fanatismo religioso en cualquiera de sus vertientes es el enemigo de la humanidad. Sin embargo, la embajada de Irán quería acercarse a Madres. Y Hebe escuchaba atenta. Esto generó una pelea muy seria entre Luis DÉlía y yo.
Muchos suponían que DÉlía era financiado por Irán, algo que no me consta. Un día me citó para que me encontrase con el agregado comercial de Irán en la Argentina. Hebe quería que fuese y así lo hice. (…) DÉlía decía que Irán estaba dispuesto a hacer aportes económicos importantes para Madres de Plaza de Mayo. Él trataba de convencerme diciendo que la fundación estaba pasando por un período difícil y resaltaba la conveniencia de aceptar los aportes que podía hacer Irán. Lo mandé a la concha de su madre.”

Unas páginas antes (138), el non sancto personaje habla de las declaraciones antisemitas de Hebe. Pero del dicho al hecho… ¿o acaso Schoklender no es un apellido judío? ¿Acaso no era como un hijo de Hebe? (Para ser justos, el 10 de julio de 2011, el mismo DÉlía recordaba su origen y agregaba que Sergio era un agente de la Mossad.) 

En el capítulo dedicado a los incidentes del parque Indoamericano, Schoklender nos habla de las intenciones de Macri de formar un servicio de inteligencia propio. Unas pocas hojas después nos cuenta de sus habilidades inusuales para manejar programas de computación y—entre líneas—nos da a entender que es un gran hacker (léase “espía”), y hasta parece que está ofreciendo sus servicios. 

Para pensar. 

Sobre las declaraciones de D`Elìa:


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